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El encantador de abejas de Nigrán Jesús Silvestre Rodríguez produce miel bajo el sello de Maestro Apicultor y otros derivados que llevan este néctar, como el hidromiel, cerveza y caramelos
13 feb 2025 . Actualizado a las 14:31 h.Hay nombres que marcan un destino o, al menos, lo inclinan un poco hacia lugares inexplicables. Jesús Silvestre Rodríguez, que recibió los dos apelativos de sus abuelos, incorporó en su trayectoria el carácter natural del segundo. Sin tener nada que ver con el campo ni con la flora y la fauna más allá de lo contemplativo, sintió un día la irresistible llamada de las abejas. «Empecé a montar colmenares con mi padre, a ir a cursos de apicultura, a ir conociendo el sector de la miel y a darme cuenta de que es un mundo bastante complejo», reconoce.
Jesús, nacido hace 35 años en el municipio de Nigrán, se formó académicamente en el sector de la empresa. Tras acabar sus estudios decidió marcharse a Australia a probar suerte trabajando, sin planes, a lo que saliera, pero al cabo de un año regresó. «No me gustó, estaba muy lejos de todo y la morriña me trajo de vuelta», reconoce. Y al regreso hizo un máster en finanzas y como a la par retomó el interés por el microcosmos de las abejas, que le parece apasionante, como proyecto final hizo un plan de negocio para su empresa. «Me llamó mucho la atención y como tenía un poco de dinero ahorrado de cuando me fui, que estuve dando clases en una piscina, me lancé. Asenté la primera colmena en la comunidad de montes de Priegue. Yo soy de allí y soy comunero también, así que votaron y me cedieron un espacio en la zona de la Mámoa para arrancar», recuerda. Empezó con 15 colmenas: «Yo pensé que sabía, pero realmente no sabía nada», admite sobre sus inicios hace ahora una década. «Comencé a aprender a ser apicultor», cuenta. Jesús pensaba que de lo que saliese de aquellas colmenas, una parte se la quedaría y otra la vendería. «Lo que nunca imaginé fue que tuviera tanta trayectoria el proyecto», asegura sobre su marca, Maestro Apicultor, que en los primeros meses se llamó El Buen Jesús y descartó al poco tiempo aunque no del todo, ya que así se llama la cerveza artesana de trigo que elabora.
El primer producto que sacó al mercado fueron frascos en formatos de kilo y de medio kilo. «Al principio era una miel clara, pero luego me centré en la oscura porque es más diferenciada. Es de castaño en torno a un 80 %», explica añadiendo que hay cosechas inexplicables: «Por ejemplo, la de eucalipto, hay años que hay muchísima y otros, nada. Llevamos casi tres con escasez. Ha dejado de generar el néctar necesario. De hecho, el eucalipto no es bueno para las abejas realmente, no es el más nutritivo para ellas en cuanto a polen y otras sustancias», señala el experto.
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A pesar de lo que pueda parecer, el trabajo de Jesús es otro. Su jornada laboral está vinculada al sector de la comercialización de productos de la pesca. Cuando acaba, se quita el traje del peixe y se pone el de apicultor, pero no solo el de manejar colmenas, sino también el de hablar con clientes, preparar pedidos y llevarlos él mismo a Vigo y su área metropolitana. Desde Cangas hasta Ponteareas, suma más de 400 puntos donde reparte su mercancía. «Es mi hobby, hay gente a la que le gusta jugar al pádel el fin de semana. A mí me gusta sacar el hidromiel, cerveza artesana con un toque de miel, caramelos de miel con jengibre, limón o propóleo, visitar a gente que tiene colmenas, estar con apicultores...», relata. Sobre el hidromiel que comercializa como Galaica, recuerda que «es la bebida más antigua de la que hay registro escrito y creo que soy el único que la tiene en la provincia de Pontevedra», sugiere sobre el néctar de Astérix, de celtas y vikingos. Asegura que el factor económico importa «porque hay que darle cierta viabilidad, pero lo hago porque me gusta y en el momento en que se convierta en un trabajo, cambiaría la cosa», piensa. Lo que le preocupa es la velutina, que presiona a la abeja autóctona: «No salen, no generan reservas y cuando empiezan a hibernar, no hay comida y mueren de hambre», cuenta añadiendo que si hace 10 años sacaban un promedio de 30 kilos de miel por colmena, ahora no supera los 12 kilos.
Jesús llegó a tener 80 colmenas pero, como explica, era muy difícil compaginar absolutamente todo, la comercialización, las marcas, la producción, etcétera. Lo que hace a día de hoy es asociarse con cinco apicultores de confianza que tiene en la zona de Crecente, A Cañiza, O Porriño, Torroña... en general, de la provincia de Pontevedra y Ourense. «Se envasa conjuntamente en Ourense para que vaya con un registro sanitario que avale todos los productos y su trazabilidad», explica el emprendedor que también hace propóleo, antibiótico natural que genera la propia colmena que se usa, por ejemplo, como antiséptico.