María Fandiño: «Las casas y ciudades las diseñaban los hombres según sus necesidades»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

O ROSAL

XOAN CARLOS GIL

La paisajista de O Rosal figura entre los mejores arquitectos de España y reivindica ciudades «renaturalizadas» desde el prisma femenino: «Hay que iluminar mejor»

20 jun 2022 . Actualizado a las 23:53 h.

Esas casas con cocinas pequeñas, con poca luz natural, no son casualidad. Tampoco las lavanderías minúsculas donde apenas cabe el electrodoméstico. En plena revisión de un mundo con muchas asignaturas pendientes en igualdad, el diseño y la arquitectura no son inocentes, forman parte de un entorno hecho a medida de los hombres. Arquitectas como María Fandiño (Vigo, 1989) se han propuesto reformar con mirada femenina un sector que sigue dominado por los compañeros. «Antes solo los hombres estaban en las esferas de poder que se podían permitir disfrutar de la arquitectura. Contrataban a hombres para diseñar sus casas y esos arquitectos proyectaban espacios cómodos para sus propias necesidades. Las casas que diseñaban las mujeres tenían relaciones más pensadas entre la cocina y la casa o espacios como la lavandería. En aquel entonces, ellos ni se lo planteaban».

Lo mismo ocurría con las ciudades, en los últimos años se está empezando a hablar de un urbanismo con perspectiva de género que tiene por objetivo hacer del espacio público un entorno más seguro. «Los clientes ya me piden que no haya puntos muertos de luz, que no haya zonas en la calle donde no te puedan ver, para que las calles sean más seguras para regresar a casa por la noche». Ni siquiera los colegios se libran de esa visión masculinizada. Durante muchos años, el patio lo ocupaban los partidos de fútbol de los chicos, que jugaban entre ellos, desplazando a las niñas a las esquinas del campo.

La ocupación del espacio en igualdad es una batalla que están dando las arquitectas que forman parte del grupo Hai mulleres, del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia. Este grupo de sororidad trabaja para reconstruir los cimientos de una profesión en la que el talento femenino sigue, muchas veces, en la sombra. «Es agotador llegar a una obra y que se cuestionen tus órdenes y ver que si lo dice un aparejador hombre, le hacen caso». Hay 43 hombres galardonados con el Premio Pritzker de arquitectura, y solo seis mujeres. La primera en recibir el galardón fue Zaha Hadid que lo obtuvo en 2004, el reconocimiento data de 1948.

Más naturaleza, menos verde

Fandiño acaba de ser incluida en la lista de los 21 mejores arquitectos a nivel nacional. El Consejo Superior de Arquitectos de España ha seleccionado su proyecto Explanada do Horizonte de O Rosal, un trabajo que también ha recibido el Premio Internacional de Arquitectura Simonetta Bastelli y que fue elegido para representar a España en la exposición Re-considering Nature en la Unión Europea. «Queda mucho por hacer en la renaturalización de las ciudades. Pero introducir verde no es llenar las calles de tubos de regadío. Nos gusta ver jardineras verdes y con flores pero habría que poner un cartel al lado, indicando el agua que consumen. Hay que tender a especies más salvajes, con menos riego, y si tienen que estar secas dos meses al año, no pasa nada».

Profesora del Master de Paisajismo en la Universidad Politécnica de Barcelona, su visión del paisaje la ha llevado a trabajar en la Ciudad Condal y en Madrid, y la está convirtiendo en una referencia en el diseño urbano. «Cuando trabajaba en Barcelona, para diseñar una autopista en Francia había un equipo de arquitectos, biólogos, antropólogos e ingenieros. Cada uno analizaba por dónde tenía que ir la autopista y hacía su trazado, luego se superponían las capas. Así se valora cuál es el mejor trazado y el que afecta menos a la fauna o las bajantes de agua. Yo nunca trabajo solo con arquitectos, trabajo con biólogos, agrónomos e ingenieros de caminos. El paisajista tiene una visión más holística». Esta corriente marcará el futuro de las ciudades modernas en las que las zonas verdes no tendrán que ser necesariamente verdes sino ecosistemas que se autorregulen. «Tenemos que darnos cuenta de que las hormigas no cruzan pasos de peatones. Aunque tengamos árboles, si están muy alejados, el ecosistema no va a funcionar. La arquitectura ecológica tiene que funcionar con la naturaleza. Hay que mitigar el calor y la polución».

En una comunidad como Galicia, a pesar de la riqueza natural, en términos de paisajismo queda todo por hacer, pero no hay que inventar nada solo mirar a la construcción tradicional. «Las parras que nuestros abuelos ponía en la entrada de casa son reguladores térmicos naturales, en verano están llenas de hojas y en invierno dejan pasar el sol. En Galicia le hemos dado la espalda al campo». Esta arquitecta estudia los entornos y los tiene en cuenta antes de trabajar en cada proyecto. Un trabajo que surge de forma natural, como su vocación. «Pasé mucha infancia con mis abuelos, una casa donde se hacía vino. Eso siempre ha estado ahí, de hecho mi proyecto de fin de carrera fue un Campo da Festa. Nada que ver con los polideportivos que presentaron mis compañeros», bromea.

Su canción favorita

«Layla», de Eric Clapton. «De pequeña, mi padre siempre me ponía canciones de Dire Straits, Eric Clapton... Y yo cantaba como podía en inglés. Esta canción de Layla me encanta, la escucho y me transmite mucha tranquilidad. No puedo escuchar música cuando planteo el proyecto pero sí que escucho cuando dibujo».