Dos años confinados por explosión

Monica Torres
mónica torres TUI / LA VOZ

TUI

XOAN CARLOS GIL

Cinco de las familias de Tui sin hogar por la voladura de un polvorín ilegal de pirotecnia ultiman el regreso a casa

23 may 2020 . Actualizado a las 04:00 h.

Lo bueno es que ya falta un día menos para ese algún día. La frase de Benedetti que desde hace semanas se retuitea a modo de mantra, como Falta 1 día menos, tiene un significado más amplio en Tui. Hace dos años ya que se lo repiten a diario los vecinos de Paramos, la parroquia que voló por los aires un 23 de mayo, como el de hoy, a las 16.23 horas, pero del 2018. Si aquel polvorín ilegal con más de 1.000 kilos que explotó entonces borrando del mapa todo lo que había a 800 metros a la redonda, los hubiera pillado en estado de alarma, se habría cobrado también más vidas porque todos estarían en sus casas.

Murió un matrimonio, dos niños quedaron huérfanos, 37 personas sufrieron heridas y 340 casas resultaron dañadas. 26 de ellas, en el núcleo de A Torre, desaparecieron literalmente o tuvieron que ser demolidas. A día de hoy, siete familias aún no han podido regresar. Esa cuenta atrás se bloqueó de nuevo el 14 de marzo cuando se decretó el estado de alarma y tuvieron que parar las obras de reconstrucción. Cinco de esas familias que el 23 de mayo del 2018 perdieron sus hogares sin tiempo de salvar nada más que sus vidas, planean ahora el ansiado regreso.

«Estuvimos dos años sobreviviendo. No es lo mismo estar confinado en tu casa que de prestado y ahora vamos a intentar tener una vida normal, aunque no sea como la de antes», explican Pilar González y su marido, Ramón Abollo. Su relato de entonces, al igual que el de ahora, es sobrecogedor. Ellos llevan muchos meses soñando con esa nueva normalidad, de la que ahora tanto se habla y, aún preocupados y en duelo como cualquiera por la pandemia, su objetivo no es salir de casa sino volver a ella.

«A nosotros se nos cayó la casa encima literalmente, creo que no se puede explicar o entender si no lo has vivido. Lo primero que nosotros queremos hacer al salir del confinamiento es meternos en casa y no salir en mucho tiempo, yo me voy aunque solo sea con un colchón», asegura esta tudense, vecina del matrimonio que falleció y cuya casa estaba a escasos metros del almacén ilegal de pirotecnia.

Su experiencia es un ejemplo. «Hay quien nos dice que vamos a estrenar una casa nueva, pero nosotros no queríamos estrenar nada. Es el mismo volumen y las ventanas también, pero no es la misma casa. No puedo buscar lo mismo que tenía, ni quiero tampoco», asegura Pilar González. La explosión los pilló con el cargo de abuelos recién estrenado y, con una casa «de prestado» y una crisis sanitaria después, les falta tiempo para ver cómo Marco y sus padres le dan vida a esa nueva casa a la que esperan trasladarse el próximo mes. «Esto afecta mucho a la salud. Sé lo que es no poder andar con libertad por tu barrio durante más de un año», explica Pilar.

Aquel día el matrimonio estaba solo en casa. «Me salvó la vida que la pared cayó encima del sofá, hizo como un libro y yo me quedé en medio. La onda lanzó a mi marido por los aires, le han quedado secuelas en las cervicales», recuerda mientras planea la nueva normalidad más esperada.

«Queremos que los niños del barrio vuelvan a coger aquí el autobús para ir a la escuela»

«No pararemos de luchar hasta que todos los vecinos rehagan sus vidas. Queremos que los niños del barrio vuelvan a coger el autobús para ir a la escuela, donde lo hicieron siempre, quien tenía una casa quiere una casa y quien tenía una casiña, quiere una casiña». Las consignas con las que la plataforma de afectados por la explosión de Paramos dibujó hace ya dos años esa nueva normalidad por la que ellos iban a luchar siguen vigentes a día de hoy. «Quedan siete afectados por poder regresar a sus casas. Cinco ya lo harán entre junio y julio si todo marcha bien», indicó ayer el presidente de la plataforma, Salvador García.

«La gente está agotada. Son ya dos años de lucha y de pelea. Hay personas que ya han comenzado a pasar página pero en la zona cero aún quedan tres familias para las que el regreso aún se ve a largo plazo», resalta el portavoz de los afectados. En la zona gravemente afectada por una emergencia de protección civil desde el 7 de septiembre del 2018, aprovechan estos días para seguir trabajando. Hay también mucha «incertidumbre», advierten, en los casos de las segundas residencias a falta de poder comenzar su reconstrucción.

«Han sido dos años de duro trabajo y el cansancio va haciendo mella pero vamos a seguir luchando, como el otro día que tuvimos que paralizar la obras del alcantarillado porque querían dejar sin servicio a tres casas y aún quedan flecos por resolver», indica García. La ilusión es mayor, «porque las cosas se están empezando a resolver y vemos que se están ejecutando los servicios así que la gente vuelve a recuperar la calma». A nivel judicial, siguen esperando que se retome la instrucción.