Toñi Moreno: «No me toques las palmas, que salto»

Ana Montes

YES

Andres Torreadrado / RTVA

Se hizo popular en la tele de su pueblo por su gracia y en Telecinco, Canal Sur y otras cadenas, por su naturalidad. Esta amante del periodismo social, y fan de Rocío Jurado, tira de cercanía y simpatía, es fiestera y lo celebra todo comiendo. «La vida es estar con mi madre y tomarme unas papas aliñás en Sanlúcar», dice.

24 jun 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

Toñi Moreno (Sanlúcar de Barrameda, 1973) empezó a trabajar en la tele de su pueblo a los 14 años para ayudar a la familia, y «como tenía gracia y muy poca vergüenza, terminé como presentadora». Su salto nacional fue en Entre todos (2013), un programa de solidaridad que le valió ciertas críticas. Muy al contrario, Gente Maravillosa, que emite Canal Sur, ha recibido el Premio Andalucía de Diversidad por su contribución a la lucha contra la discriminación sexual. «Hay que luchar por la tolerancia en todos los sentidos», dice esta amante de la vida, la comida y las pequeñas cosas, que también presenta en Telecinco Vive la vida, un lema además que, después de formarse en coaching, ha aprendido como nunca.

-«Vive la vida» y «Gente maravillosa» son formatos diferentes donde la clave es la gente. ¿Cómo te ponen al frente siempre de estos programas?

-Creo que estoy aquí por mi naturalidad. Intento ser honesta con el formato, pero siendo yo, porque no sé interpretar ningún papel. Si pudiera elegir, a mí me gustan los programas de corte social, porque es donde me siento útil haciendo algo para la sociedad. Pero entretener es muchísimo más difícil que informar y ayuda a la gente que necesita pasar un rato agradable.

-Mantener este tono vital constantemente es difícil. ¿Pasaste por un cásting de optimistas en la tele?

-Yo en la vida he vivido todo tipo de momentos. Ahora estoy en uno especialmente optimista, pero vengo del infierno. Perdí a mi padre de cáncer el año pasado y lo he pasado mal. Si eres honesta con lo que estás viviendo, la gente se identifica contigo. Pero cuando no esté bien, tendré que sacar fuerzas porque tengo que hacer un programa que apetezca ver, divertido. No estoy aquí para tristezas.

-Parece que no eres de disimular sentimientos...

-No suelo desnudar todos mis sentimientos. Suelo ser bastante natural, pero lo más íntimo se queda para mí.

-Y en estos programas se derrocha emoción. ¿Te has blindado el corazón?

-Tienes que saber hasta dónde te puedes comprometer y dónde te afecta personalmente. Pero yo quiero que me calen las historias, que todo lo que haga me convierta en mejor persona. Si pasas por la vida de alguien que te está dando su testimonio y no te va a calar, ¿qué sentido tiene? Yo no me protejo frente a las fuentes porque no creo en la impermeabilidad del periodismo, y siempre aprendo de cada historia a la que me acerco.

-¿Eres de emociones fuertes?

-Soy muy pasional, lo cual tiene cosas estupendas pero también cosas muy malas, porque puede más el corazón. Las grandes decisiones de mi vida las he tomado siempre con el corazón, no con la cabeza.

-¿A tu pesar?

-No, cuando las he tomado con la cabeza me ha ido mal. Y cuando me he equivocado por seguir al corazón no me he reñido a mí misma. Solo me he arrepentido de haberme equivocado cuando he tomado una decisión con la cabeza.

-¿Pueden vender tanto las buenas noticias como las malas en los medios?

-Todos necesitamos creer en el ser humano otra vez. Y esta bondad tiene que tener su parcela de proyección y por eso estoy haciendo en Canal Sur Gente Maravillosa con cámaras ocultas por toda Andalucía, y fliparías al ver la cantidad de gente que da la cara por desconocidos. Pero los buenos hacen menos ruido que los malos.

-¿Cuáles son los pequeños problemas cotidianos que os piden resolver en «Gente Maravillosa»?

-Este programa es de alguna forma pionero como escuela de felicidad, por eso contamos con coaches. La gente nos cuenta sus problemas en la calle, donde recibe ayuda de expertos, y luego en el plató se encuentra con otra persona que ha pasado por lo mismo pero lo ha superado. Y eso es lo que les da fuerza.

-¿No sois los andaluces más felices que la media española?

-La felicidad está en cada uno de nosotros y tenemos que ser capaces de ver todo lo positivo que tenemos. La felicidad hay que trabajarla. No es una meta: es un camino en el que disfrutar día a día. Yo no ejerzo como coach, sino que lo he hecho para mí en un momento en el que no tenía trabajo, y me sorprendió aprender que para ser feliz hay que serlo ahora.

-¿Qué es la vida para ti?

-Ahora es estar con mi madre y tomarme unas papas aliñás en Sanlúcar de Barrameda viendo el atardecer charlando de la vida. Porque la gente que ha perdido a sus seres queridos sabe que la medida la coges cuando has estado muy cerca de la muerte. No necesito grandes aventuras, pero las he vivido.

-¿Qué es lo que te quita la sonrisa?

-La gente maleducada, las injusticias, la falta de respeto al otro y la poca empatía.

-¿Cuál ha sido tu forma más cantosa de celebrar algo?

-Yo soy muy fiestera y lo celebro todo comiendo. La última comilona fue por mi cumpleaños. Pero no me toques las palmas, que salto, porque también soy muy de flamenquito.