Ruth Díaz: «Me da miedo decir que lo conseguí»

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JuanJo Martín

La tenemos en cartelera con «Bajo la piel del lobo» e hizo otras dos películas que están pendientes de estreno. Será una de las nuevas reclusas de «Vis a Vis», y ya empezó a rodar una serie nueva, «El pueblo». Entre tanto, grabó su propio corto, «Porsiemprejamón», mientras hace malabares para estar con su hija Luna.

10 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ruth Díaz no termina de creérselo. Habla con una cautela extrema, casi patológica, de su buena racha. «Se te juntan tantos proyectos que no puedes hacerlos todos. Y después, seguramente te tengas que quedar mirando, o no, pero te da rabia no haber podido hacerlos», dice sin asimilar aún que su sueño está cumplido: «Pude alcanzarlo a base de trabajo, de tenacidad y de paciencia». Tras un largo tiempo sin que le sonase el teléfono, la actriz saborea ahora el éxito. Se lo merece.

-Acabas de estrenar «Bajo la piel del lobo», donde eres Pascuala.

-Pascuala es una cocinera viuda de una familia muy humilde que vive sometida a los deseos del hombre, primero a su padre, luego a su marido y después a Martinón. Pero lo vive con naturalidad, porque es a lo que está acostumbrada y para lo que le han educado. Es representativo un poco del rol de la mujer en aquella época, que estaba supeditada a los deseos del hombre dentro de ese mundo patriarcal.

-¿Eres la mujer que acabará con la soledad de Mario Casas?

-Martinón es el personaje que hace Mario Casas, un alimañero que vive en un pueblo abandonado en las montañas que está mimetizado con la naturaleza y solo en compañía de los animales, a los que utiliza para sobrevivir. Dos veces al año baja al pueblo más cercano, que es donde vive Pascuala, para comerciar con las pieles de los lobos que caza y coger provisiones para el resto del año. Y en uno de esos viajes a la civilización la conoce a ella y tienen un encuentro. A partir de ahí él se empieza a plantear su condición de lobo solitario.

-Llegas y lo descolocas.

-Claro, él estaba acostumbrado a la soledad, pero hay alguien en el pueblo que en un momento dado le dice que por qué no se lleva a una mujer allí, que le haría compañía y quizás le da un hijo. Él, que vive allí solo y ha enterrado a toda su familia, nunca se había planteado nada, pero bueno, ahí empieza a hacerlo.

-¿Serías capaz de hacer algo así por alguien? Irte a vivir al fin del mundo, a las montañas, sin más seres humanos.

-En mi caso sería por amor y por deseo firme, no como Pascuala, que se agarra a un clavo ardiendo. En mi caso no me lo he planteado, no lo sé, tendría que renunciar a muchas cosas. Hombre, igual por mi hija... Si no queda más remedio por algo que haya que hacer pues igual sí, pero si no... No sé cuánto tiempo aguantaría.

-¿Qué tal rodar con Mario?

-Mario es fabuloso, superhumilde, muy trabajador, muy buen actor y resulta muy fácil trabajar con él. Está muy entregado, es un tío muy majo, muy accesible y sobre todo es muy, muy trabajador.

-¿Qué es lo más grande que hiciste por alguien?

-Uff...

-Empecemos descartando. Ir a las montañas ya sabemos que no.

-¿Lo más grande que hice? No sé, es que tampoco me he sentido nunca teniendo que dejar algo por algo...

-Pues qué suerte.

-Sí... No he tenido esa sensación de tener que hacer algo y renunciar. Siempre hay pequeñas cosas, pero ninguna destacable.

-La tuya está siendo una carrera de fondo. Raúl Arévalo te rescató, y después vino el Feroz con «Tarde para la ira». ¿Cómo se vive con esos altibajos?

-Te sientes un poco en tierra de nadie y como que no sabes... Siempre hay momentos en los que si te quedas es porque confías en que ocurra algo, como lo que pasó con Raúl, pero son momentos duros, porque ya no es solo que no cuenten contigo, sino que tienes que comer. Y tienes una familia y hay veces que no hay ni dinero. Pero a mí lo que me vino bien, entre comillas, es que pude disfrutar de mi hija, que con mucho trabajo no hubiese podido, y luego me puse a estudiar guion y encontré un mundo creativo que de otra forma no hubiese conocido, ni hubiese levantando un proyecto como Porsiemprejamón, ni pensado en hacer nada como directora sin ese momento en el que me dejaron de llamar.

-Nunca se sabe, ¿verdad?

-Siempre hay cosas positivas, y sobre todo aprendes mucho más de los momentos malos que de los éxitos, que al final son tan rápidos y tan volátiles que se aprende menos de ellos. Yo siempre me he entregado bastante, pero creo que todo eso de que te cueste llegar o hacer las cosas te da mucho peso, más que si te salen las cosas por arte de magia.

-Una de esas cosas buenas, como dijiste, ha sido disfrutar de tu hija Luna. ¿Cómo está viviendo ella este bum de su madre?

-Ella está contenta, seguro, lo que pasa es que le quita tiempo para ella, entonces muchas veces se enfada, o si me sale algo está deseando que acabe un proyecto para que yo pueda tener tiempo suficiente para ella. Esta estaba muy acostumbrada a tenerme a mí todo el rato, ¿no? Estaba ahí siempre, y ahora estoy aquí igual todo el rato, pero bueno, estoy trabajando, y de repente pues alguien tiene que ir a buscarla al cole y estas cosas que antes no sucedían... Y ella sí lo nota, pero está feliz.

-¿Qué le dirías hoy a esa niña que fuiste y que soñaba con verse en la cartelera desde la función de teatro del cole?

-Que, mira, es que me da miedo decir ‘lo conseguimos’, pero le diría que qué bien, que soñamos esto y hemos conseguido alcanzar el sueño a base de trabajo, de tenacidad y de paciencia.

-Vas a ser también la nueva reclusa de «Vis a Vis», serás una política corrupta muy perdida entre presas duras.

-Sí, hemos terminado. Sobre el 19 de abril habrá una premier, el estreno aún no se sabe. Cada serie es un mundo, yo estuve en MIR pero Vis a Vis es muy diferente, se está rodando casi, casi como cine. Yo allí estaré como pez fuera del agua, la cárcel es otro mundo, y no se hablará de un tema político, sino de lo que pasa allí dentro.

-¿Algún proyecto más a la vista?

-Una peli, Vitoria, 3 de marzo, que está pendiente de estreno. Luego Sordo, una película que se rodó en Cantabria, donde tengo un personaje pequeño. Y ahora empiezo a rodar también una serie que se titula El Pueblo, que rodamos el primer capítulo ya y esperamos empezar a grabar los siguientes.

-Estás como quieres.

-Sí, me ha salido todo junto. No es plan de chula, es una putada, con perdón, porque se te junta todo, proyectos superinteresantes que te coinciden a la vez y no puedes hacerlos todos tampoco, porque no son compatibles. Y luego, cuando acabes, seguramente te tengas que quedar mirando, o no, pero que te da rabia no poder hacerlos porque eran buenos proyectos y te apetecían. Esto pasa, a veces no tienes nada y otras no das abasto. Pero estoy contenta, ¡eh! Ja, ja.

-Superados los cuarenta con éxito. ¿Cómo te ves a los cincuenta?

-Como los cuarenta van bastante bien, a los cincuenta me veo fenomenal. Optimista, más en plena forma, porque he vuelto a practicar deporte y con ganas de disfrutar y de pasármelo bien con los míos.

-¿Cómo es Ruth? No sabemos mucho de ti, pero creo que eres una tía dura. ¿Diste muchas patadas en la boca con el taekuondo?

-Ah sí, y jugaba al baloncesto de pequeña, era muy chicazo, me gustaban más los juegos de chicos que los de chicas. Y luego tenía esta habilidad por el teatro y me metí en un grupo de teatro aficionado. Era algo que quería hacer, sabía que quería ser actriz desde muy pequeña. Luego me gustaba también la pintura, pero al final eliges, y elegí ser actriz. ¡Y ya no sé qué más contarte!

-¿Tuviste alguna mala experiencia con un director?

-Ninguna, ninguna. Yo sé que sucede, eh, pero yo, gracias a Dios, no he tenido ningún episodio de que alguien se haya intentando aprovechar ni abusar de su poder.