
LO LLEVAN EN LOS GENES Porque, aunque más de un famoso ha recurrido a la cirugía, el bisturí no hace milagros. El secreto de la juventud no está en la cuenta corriente, sino en el ADN.
26 mar 2018 . Actualizado a las 01:30 h.Son muchos los famosos que han pasado por el quirófano para parecer más jóvenes. A otros, en cambio, nunca les ha hecho falta. Y otros, a pesar de haberse hecho algún retoque, seguramente no lo necesitaban. El pelo, los ojos, la piel, las manos... El tiempo pasa, pero no por ellos. ¿Cómo lo hacen? En estos casos, hablar de pactos con el diablo está muy bien para los alérgicos a la ciencia. Pero aquí la genética tiene mucho que decir.
«La genética no lo es todo, pero tiene una gran influencia a la hora de envejecer». Así lo explica María Jesús Sobrido, investigadora Miguel Servet del Instituto de Investigaciones Sanitarias de Santiago (IDIS), quien sostiene que elementos como «la piel arrugada, las canas o aspectos óseo-articulares como la disfunción de los órganos tienen claros componentes genéticos».
Que Jennifer Aniston se ha retocado la nariz no es un secreto para nadie. Pero, aparte de ese detalle, poco ha cambiado la actriz desde que se hizo mundialmente famosa interpretando a Rachel en la serie Friends. Lo mismo ha ocurrido con Keanu Reeves: el año que viene se celebrará el vigésimo aniversario de Matrix, y el canadiense sigue siendo el mismo Neo. Y qué decir de nuestro Dorian Gray patrio, el presentador Jordi Hurtado, que está prácticamente igual que en 1997. O de Jane Fonda y Monica Bellucci, que siguen despertando envidias a sus 80 y 53 años, respectivamente. Aunque habría que probarlo, es muy posible que la juventud les vaya en los genes. Numerosos estudios académicos apuntan a la existencia de genes que influyen en el retardo del envejecimiento. El científico del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) Manuel Serrano descubrió un manojo de genes excepcionales en el cromosoma 2 entre los que se encontraba el APOB o, más comúnmente, el llamado gen Matusalén. Pero no es el único. «No podemos decir que solo hay un gen de Matusalén. El envejecimiento es oligogénico -está determinado por la combinación de varios genes-)», afirma la investigadora María Jesús Sobrido.
ENVEJECIMIENTO Y LONGEVIDAD
«Se han encontrado variantes genéticas en animales que han resultado más longevos. Se han relacionado, por ejemplo, con la longitud de los telómeros (los extremos de los cromosomas), que son más largos», añade. En este sentido, la doctora Sobrido hace hincapié en distinguir entre envejecimiento y longevidad, aunque aclara que «tampoco sería justo decir que no existe ninguna relación». «Hay genes, como los relacionados con el colágeno, en los que si una persona tiene variantes, tendrá un aspecto prematuramente envejecido; y, a su vez, tenerlas no es necesariamente bueno en relación con las enfermedades cardiovasculares, coronarias y otro tipo de patologías», explica.
La genética también tiene un componente hereditario en esta cuestión de la «eterna juventud» -bien podría ser el caso de las actrices Goldie Hawn y Kate Hudson, madre e hija-. Además, existe un factor muy curioso: la epigenética. «Son las modificaciones de los genes que se producen sobre nuestro ADN a lo largo de nuestra vida, influidas por todos nuestros eventos vitales», explica María Jesús Sobrido. La especialista hace referencia a los estudios con ratones en los que «se ha visto que los ratoncitos de padres más viejos tienen menor longevidad que los que nacen de padres más jóvenes». Pero no vale apostarlo todo a la herencia. Mantenerse joven y ser longevo depende de muchos factores, como las «influencias ambientales desfavorables; por ejemplo, la contaminación».
Y es que, a pesar de que la genética puede considerarse un milagro en sí misma, no es capaz de obrar milagros. «Una buena genética se puede contrapesar con unos malos hábitos de vida, y al revés», afirma Sobrido, quien sostiene que «hay personas que, por fuera, tienen un aspecto estupendo, pero no tienen ningún gen de longevidad». ADN sí, pero hay que cuidarse. Y eso lo hacen casi todos los famosos. Instagram no miente. Los genes, tampoco.

JORDI HURTADO, 60 años
16 de junio de 1957

MÓNICA BELUCCI, 53 años
30 de septiembre de 1964

JENNIFER ANISTON, 49 años
11 de febrero de 1969

JANE FONDA, 80 años
21 de diciembre de 1937

KEANU REEVES, 53 años
2 de septiembre de 1964