Nadia de Santiago: «Yo me crie en A Lanzada, Galicia es el olor de la casa de mis abuelos»

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No es supersticiosa, pero sí «intuitiva, de instinto y muy de energía», cuenta Nadia de Santiago. Marga en «Las chicas del cable» tiene un lado gallego, un amor animal, y asegura que «Amar es para siempre», y su hermano mayor, su gran maestro

16 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La cuarta temporada de Las chicas del cable viene pisando fuerte, asegura Nadia de Santiago (Madrid, 1990). María Inmaculada Suárez, Marga para los amigos, ¿no? «¡Correcto!», dice la actriz que consiguió su primer papel regular con Javier ya no vive solo. La conoces también de Amar es para siempre o Amar en tiempos revueltos, y aspiró al Goya con Las 13 rosas. «Viví la nominación en plan ‘Esto no va conmigo, no sé qué hago aquí...’. Fue un regalo que Martínez-Lázaro me haya dado esa oportunidad», valora quien empezó con 8 años haciendo anuncios para Alcampo y Santillana. «Esa fue una época de probar y jugar, como quien se apunta a una extraescolar de natación. Lo recuerdo como un juego que me ayudaba a expresarme y sentirme feliz. Hasta los 18 lo compaginé con el cole, y esa edad marcó un punto de inflexión. De repente, mis compañeros de toda la vida elegían carrera... ¿y yo? Suspendí Selectividad y me apunté a un curso de documentación sanitaria. Quería hacer puente con Enfermería», relata la actriz.

-¿Entonces, en principio querías dedicarte a la salud?

-Sí, el cuerpo humano siempre me ha fascinado, pero me empezó a salir trabajo como actriz y me fue llevando...

-¿La vida decidió en tu lugar?

-La suerte me ayudó a decidirme, pero también me pesaba el estigma de «Hay que estudiar para ganarse la vida». Luego me planteé que no tenía por qué pasar por la Universidad.

-¿Tuviste presión en casa?

-No, no... Era más bien que yo, por una parte, no quería perderme eso que iban a pasar mis amigas en su etapa en la Universidad. Pero he ido ganando experiencias en mi profesión. Merece la pena. Yo cambio cada momento, cada día, por mi profesión. He aprendido a adaptarme viviendo en la piel de personas muy diferentes a mí. Esto me ayuda a ser feliz como persona.

-Tienes un amor animal. Cuéntanos.

-¡Tengo dos! Ja, ja, ja. Son mis gatos Cloe y Joy, muy distintos. Mis abuelos han vivido siempre en el campo, pero no me crie con animales, no eran míos. Hace un año vino Cloe, fue a través de mi compañero Nico Romero (que hace de Pablo y de Julio en Las chicas del cable). Me dijo un día: «¿No querrás un gato?, y dije: «¡Sí, gracias!». Y llegó Cloe. Es un gato al que se encontraron en la calle muy desnutrido y delgadito, me costó que ganase confianza. Luego llegó Joy, gracias a una de las maquilladoras de la serie, y Joy es un gatoperro, siempre viene en plan: «Quiero jugar contigo».

-¿Qué puedes avanzar sobre la cuarta de «Las chicas del cable»?

-Que viene potente y vamos a tener que estar muy unidas, pero no puedo decirte más... Hay mucho más thriller. Cada una de nosotras va a tener que usar los cinco sentidos, y estar bien despierta, para plantar cara a los problemas que vendrán.

-¿Qué tal en la piel de Marga?

-Estoy encantada con Marga, es un personaje que ha evolucionado muchísimo desde que vino del pueblo. No ha dejado de aprender, de hacerse mujer, de ir sabiendo poquito a poco lo que no quiere para ir apuntando a lo quiere. Es pura, ingenua, tiene una parte muy niña y es a la vez muy adulta. Marga se desborda a veces, es miedosa, pero ha ido superando sus miedos. Comparto con ella la sensibilidad, ¡pero ella mentalmente es mucho más rápida que yo!

-«Las chicas del cable» lo ha logrado, conciliar la fuerza y el poder de las mujeres con el romanticismo.

-Total. La serie me ha ayudado a tomar conciencia de la figura de la mujer. También es por el momento en el que estoy. Estoy a las puertas de los 30, y eso ha despertado a Nadia... en ser consciente de lo que ha sido la figura de la mujer a lo largo de la historia.

-Marga nos hace recordar esa canción de «Cómo se pueden querer dos mujeres a la vez y no estar loco». ¿Se puede querer a dos personas a la vez?

-Sí, puede pasar... Sí se pueden querer dos hombres a la vez, pero lo que no sé es si Marga quiere a dos hombres a la vez, y ahí lo dejo.

-Un clásico, siempre queremos lo que no tenemos, ¿o no?

-Sí, claro. Si tienes el pelo liso, lo quieres rizado... y así en todo.

-En una entrevista, nos diste una clave para ser feliz: pensar menos y sentir más. ¿Manda el corazón en casa?

-Depende. Yo he tenido mis momentos. Yo soy impulsiva para bien y para mal, y muy emocional, pero he tenido temporadas de estar muy mental, que es algo que no lleva a nada. Estamos acostumbrados a comernos los sentimientos y es una pena, porque estamos aquí para vivir. Deberíamos aprender a tratar con nuestros sentimientos, para que la ira o la euforia no acaben con nosotros. Hay frustración en sentir una cosa y pensar otra. Yo a veces quiero abarcar mucho, pero el cuerpo me pide otra cosa. Yo soy inquieta, desde que me levanto me digo: «Tranquila, a ver... vale que quieras hacer 8.000 movidas pero céntrate, párate a pensar primero lo que de verdad quieres». Hay cosas que haces que son paja.

-Tienes tu parte galega.

-¡La de mi padre! Es de Poio. En Galicia están mis abuelos, mis tíos, y me encanta. Galicia es para mí una bomba de aire fresco y de verde. He estado ahí en enero.

-¿Lugar favorito?

-Yo me crie en la playa de A Lanzada, y aprendí a conducir en ese párking... Para mí Galicia es el olor de la casa de mis abuelos. En su casa huele a lugar donde estás calentito, a cosa suave, a galletas mojadas en la leche. Mi abuela es una grandísima mujer que sabe cómo cuidar, y mi abuelo, un pintor y amante de la filosofía. Y luego está mi padre, con el que me río muchísimo.

-¿A quién sales tú más?

-Yo soy una mezcla de mi padre y de mi madre. Y lo he pensado mucho... A veces digo: ‘¡Esto es de mamá!’. Yo me he buscado mucho en las dos partes.

-¿Un referente?

-Amélie, me encanta. También el cine de Tim Burton, y los cuentos de Roald Dahl. Pero crecí con Disney en vena.

-Con «Un cuento al revés» te estrenas como productora.

-Sí, ese es mi proyecto personal, mi «pequeño hijo» junto a Inés Pintor Sierra y Pablo Santidrián. Hay un largometraje detrás de Un cuento al revés, que habla del abandono y de las relaciones. Y es un cortometraje también protagonizado por Ricardo Gómez. Inés, Pablo y yo pensamos en él, no podía haber un Javier mejor que él para Un cuento al revés, y Ricardo se ha involucrado a tope.

-¿Te gustan los cuentos?

-¡Me encantan! Su esencia, su tono, su fantasía. Si la vida viene con metáfora, mucho mejor. Los cuentos nos llegan rápido a todos. Creo que es una forma sencilla de comunicar. Un cuento destaca el valor de lo bonito, lo directo y lo claro. Siempre me han gustado mucho.

-Mola verte en Instagram dándote un bañito de luna y recitando a Gloria Fuertes. ¿Qué tendrá la Gloria?

-Pues un poco lo mismo que los cuentos. Esa autenticidad de fondo. Descubrir cómo luchó en los tiempos que vivió por cambiar las cosas y por su obra la hace interesante. Gloria Fuertes tenía esa parte niña, que no se apagaba nunca.

-¿Lo mejor de estos últimos Goya?

-Me emocionó muchísimo Jesús Vidal (Campeones), fue increíble y muy necesario. Fue apoteósico. Nos dio una lección a todos, porque es necesaria la inclusión ya de una vez. Mi hermano mayor también tiene una discapacidad... Él es autista, por eso me gusta involucrarme en los proyectos sobre el tema que se llevan a cabo. Porque es necesario, porque tenemos mucho que aprender de ellos. Son personas llenas de sabiduría, pero su código de comunicación es otro; sencillamente. Lo que hace falta, sobre todo, son un diagnóstico preventivo y una terapia. Hacen falta ayudas a esas familias. Son mentes brillantes que no se expresan como tú. Mi hermano mayor, que se ríe de verdad, que es auténtico, es mi gran maestro.