Carlos Cuevas: «Estar en el "no sé" es muy estimulante»

La Voz

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Lo llaman el «huracán Merlí» y ha refrescado con filosofía y buen rollo nuestro día a día. «Pol Rubio es mi antiyó», asegura Carlos Cuevas, que hoy nos lleva de vuelta a través del rock a la España de los 60. Fue el empollón de la clase, su color es el amarillo y es seguro y «muy casero». ¿Queréis saber más, «peripatéticos»?

19 may 2019 . Actualizado a las 23:19 h.

Dice que creció subido a un carro de gente adulta, que es muy casero y no tan seguro como parece. Que empezó a rodar con 8 años y que su madre le acompanó siempre a los rodajes. Que el amarillo es su color, «el prohibido de los actores». Y sabría qué hacer si fuese presidente del Gobierno. Pero Carlos Cuevas (Montcada i Reixac, Barcelona, 27 de diciembre de 1995), que quiso ser futbolista y despejó la idea, es un actor que no se ve «en ningún otro sitio». «A veces me imagino haciendo otras cosas, pero me parecen aburridas», confiesa. 

-Nos ganaste con «Merlí». ¿Cómo se logra el éxito, cuál es la filosofía?

-Merlí es un prodigio de guion, una idea brillante llevada a cabo con el máximo cariño de todo el equipo, pero con los recursos de una tele autonómica, que son los que son. Yo estoy superorgulloso, y que tengamos una segunda vida con el spin-off [Merlí: Sapere Aude] es un premio al trabajo bien hecho.

-¿Pero de dónde salió Merlí?

-Francesc Orella es un actor consagradísimo en Cataluña, brutal, de teatro. Cuando a nosotros nos dijeron que Merlí lo haría él sentimos que nos tocaba la lotería. Es un actor muy querido y admirado por todos. Y yo ya había trabajado con él de pequeñito, pero no en una trama tan de tú a tú.

-Nos habéis hecho filosóficos y peripatéticos con libertad, sentido del humor y juerga. ¿Hay el buen rollo entre vosotros que se percibe en pantalla?

-Sí, sí. Éramos un grupo de adolescentes trabajando juntos todo el día, y surgen diferencias, claro, como en todos los sitios del mundo, pero nosotros nos hemos llevado muy bien, nos queremos y nos respetamos. Porque lo que dice la serie nos lo hemos creído, y lo hemos aplicado a nuestras vidas. El guion nos interpeló como adolescentes o tardoadolescentes que éramos. Ha sido un viaje bonito.

-Hay sugerencias divertidas, para hacer en casa, como mirar la luna a través de los agujeros blancos de las rodajas del fuet o meter los pies en agua escuchando a Vivaldi. ¿Las haces tú?

-Si Merlí tiene un mensaje, es «Haz las cosas a tu manera». Nosotros hemos buscado esa manera, cada uno la suya. A mí como no me gusta el fuet, pues no cortaba rodajitas de noche a la luz de la luna, pero todos nos hemos llevado la manera de entender la vida de Merlí a casa.

Estreno en Noia con el equipo de la serie, que se emite en Antena 3 y en la que Cuevas es un joven cantante.
Estreno en Noia con el equipo de la serie, que se emite en Antena 3 y en la que Cuevas es un joven cantante. marcos creo

-Tú tienes poco que ver con Pol Rubio, con ese rompecorazones duro, inteligente y macarra. Has confesado que eras el empollón de la clase...

-Sí, yo era muy buen estudiante. Pol es el antiyó absoluto. Yo al revés, he sido de matrículas de honor, quizá porque he sido siempre muy exigente conmigo mismo y porque desde pequeño combiné los estudios con el trabajo, y nunca quise que me pudieran decir nada en el colegio. No quería que hubiera un ápice de duda de que pudiese bajar mi rendimiento escolar por mi trabajo, ni arriesgarme a tener que dejar mi trabajo por eso.

-¿Filósofo de cabecera?

-Qué difícil... Me han interesado mucho Sartre y Simone de Beauvoir. Hoy sigo a la filósofa catalana Marina Garcés.

-¿Actor por casualidad?

-En mi familia no hay nadie que tenga que ver con este mundo. Yo en mi pueblo hacía teatro amateur y a raíz de ahí me fue interesando la interpretación. Se me comunicó a mí y a mi familia que había la oportunidad de hacer un cásting para una película, me preguntaron si me hacía ilusión, y yo estaba loco con la prueba. Cuando eres tan pequeño es como un juego, como una extraescolar, como ir a fútbol después de clase.

El actor se pone en la piel de un gay emparejado con un guardia civil en esta comedia romántica.
El actor se pone en la piel de un gay emparejado con un guardia civil en esta comedia romántica.

-¿Te imaginas siendo otra cosa?

-No, no me veo en ningún otro lugar. Desde muy pequeñito, cuando supe que esto era una profesión, un oficio, supe que quería ser parte de esto. A veces hago el ejercicio de imaginarme haciendo otras cosas, pero todas me parecen aburridas.

-¿Nunca quisiste ser astronauta o bombero, alguna fantasía común?

-¡No! Yo de pequeño quería ser futbolista y actor, pero hubo un momento en el que me di cuenta de que no era un futbolista lo suficientemente bueno... 

-Futbolero y seguidor del Barça.

-Sí, súper, súper, enfermo.

-Pues no te pega...

-Lo sé, jajaja, pero ahí descargo adrenalina, grito. Me olvido del mundo.

Carlos es Pol Rubio en «Merlí» y será el protagonista del spin off, dando el salto de alumno a profesor de Filosofía.
Carlos es Pol Rubio en «Merlí» y será el protagonista del spin off, dando el salto de alumno a profesor de Filosofía.

-¿Cómo llegaste a ser Robert Aguirre en «45 revoluciones», cómo surgió?

-Fue sobre el mes de junio, me propusieron hacer el personaje. Me mandaron un par de guiones y no dudé en aceptar.

-Las chicas enloquecen contigo en «45 revoluciones», sobre la entrada en España de la industria musical de los sesenta. ¿Apasionado de aquellos años?

-Los sesenta son una época que a mí me gusta mucho. Yo soy un loco de los Beatles, los Stones y Bob Dylan. Y a nivel literario y cinematográfico es una etapa muy atractiva, también por ese contexto franquista que dificultaba las cosas. 

Carlos Cuevas se dio a conocer con solo 8 años como Biel Delmàs en esta telenovela emitida en TV3.
Carlos Cuevas se dio a conocer con solo 8 años como Biel Delmàs en esta telenovela emitida en TV3.

-En España debían de sonar entonces Los Bravos y «Black is black»...

-Los Bravos, Los Brincos, Los Pekenikes, Bruno Lomas y toda esa generación de gente que había estado silenciada y perseguida durante mucho tiempo, y que se atrevió y se vio con el coraje de tocar la música que a ellos les gustaba, que era el rocanrol. Era gente que se la jugaba, porque aún estaba vigente la Ley de vagos y maleantes, y muchos sufrieron represalias por no hacer una música afín al régimen. Ellos abrieron las puertas a una generación que sin complejos ni tapujos hizo la música y el arte de los setenta y los ochenta.

-¿Eres de los que aconsejan mirar al pasado para no volver a tropezar?

-Siempre es interesante saber lo que pasó. Hoy han cambiado muchas cosas, pero aún hay censura. Hace unas semanas, un amigo que expone una escultura en la Bienal de Venecia me comentó que uno de los problemas que le ponía la comisión era si iba a ensuciar el suelo de la plaza de San Marcos... Y me parece increíble que haya raperos condenados por cantar.

-Quizá nos estamos infantilizando.

-Sí, no sé si infantilizando o asustando. El miedo está funcionando como un motor. Yo no sé si la corrección política es un paso atrás. En el arte lo es, sin duda.

-¿Qué hay sin libertad?

-Si le pones diques al mar está todo cercado, es difícil hacer algo interesante.

-Has viajado atrás, adonde aún no existías, en «Cuéntame». ¿Qué tal en los ochenta y qué tal con los Alcántara?

-A mí viajar al pasado me es interesante porque del pasado siempre te puedes documentar. Del futuro no. En cuanto a mi participación en Cuéntame, me llegó una propuesta de cásting, como al noventa por ciento de los actores. Me presenté al cásting y muy bien. Yo al principio me veía muy jovencito para el personaje, pero al final la diferencia de edad que tenía con Irene Visedo fue lo que les terminó de convencer, porque realmente se veía una gran diferencia de edad entre nosotros... y eso querían.

-Ese momento en que Inés le dice a Marcos: «No me cabe una relación en mi vida ahora, Marcos». Y él: «Pues yo ocupo muy poco espacio».

-Es una relación amorosa en la que funciona la diferencia de edad.

-También hay una relación con ese ingrediente en «Merlí».

-Sí... Hay ahí una trama en la que yo [Pol Rubio] tengo una aventura con la madre de un compañero del instituto. Y en teatro interpreté también a un alumno que se enamoraba de su profesora. Así que no ha sido solo una vez.

Es el reportero de 21 años que seduce a Inés Alcántara, de 38, un amor que no frena la diferencia de edad.
Es el reportero de 21 años que seduce a Inés Alcántara, de 38, un amor que no frena la diferencia de edad.

-Parece mentira que, con esa carrera y con la solidez que proyectas, tengas solo 23 años.

-¿Sí, tú crees?

-¿Cuál es tu método para proyectar esa madurez?

-Supongo que es una mezcla entre mi propio carácter, mis intereses, mi forma de ser y la educación que he recibido. Pero también creo que es muy importante lo que yo he vivido. Empecé a trabajar con 8 años. Con 5 ya me interesaba el mundo del teatro de manera amateur en el colegio. Mi primera película fue con 7, pero luego empecé a los 8 una serie que duró siete años en Cataluña, Ventdelplà. Y bueno, sí, empecé muy muy pequeñito y siempre he estado rodeado de gente mayor que yo. A día de hoy sigo siendo el pequeño de mi grupo de amigos y, quieras que no, estar rodeado de gente adulta te hace crecer y subirte al carro de esa gente.

-¿Has renunciado a muchas cosas?

-Sí, pero queriendo renunciar. A veces me apetece ir a un concierto y no puede ser porque al día siguiente debo levantarme a las seis. Es en vacaciones cuando hago lo que me da la gana. Yo soy un tipo muy casero, me gusta estar en casa, leer. Los planes que me apetecen se parecen a mi trabajo. Es una suerte.

-Lo has dicho con fútbol: «Juego el partido y me voy a casa». Punto.

-Sí, es verdad. No me regocijo viéndome a mí mismo, no tiene sentido. Juego y punto. Yo no me pongo el capítulo dos veces y, sobre todo, lo que nunca veo es una entrevista mía. Para no verme... porque no me gusto tanto.

-¿Qué es la fama?

-Un daño colateral. Soy poco mitómano en mi vida y soy mitómano de gente que yo considero muy guay. Yo no me creo tan guay. Entiendo que la gente admire a David Bowie y se empapele la pared con él, pero yo no me veo digno de empapelar una pared. Si estoy en una pared, pues lo agradezco muchísimo, eh. Pero mi carácter me ayuda a huir de los delirios de grandeza.

-¿Color y número de la suerte?

-Mi color favorito es el amarillo de toda la vida. En la primera escena de teatro que hice, había una escena en la que llevaba un sombrero, y pedí que me lo pintasen de amarillo, para quitarme el gafe de encima desde el principio. Y me gusta mucho el número 4, que era el favorito de mi abuelo.

-¿Cuál es tu lugar en el mundo?

-Mi lugar es donde yo me siento en casa, y hoy ese lugar es Barcelona. Es la ciudad donde yo he hecho mi vida, donde voy a comer, donde voy a cenar, donde doy un paseo, donde tomo un café, y donde me he hecho adulto.

-Tu pequeña gran revolución...

-No traicionarme, preguntarme a menudo si me estoy traicionando.

-¿Qué no soportas?

-La envidia. Es muy tóxica. Huyo de la gente envidiosa.

-¿Eres tan seguro como pareces?

-No. Bueno... sí, soy un tío seguro de sí mismo, pero creo que estar en el «no sé» es muy estimulante. Cuando estoy en duda, lo disfruto.

-¿Una buena filosofía para la vida?

-Saber escuchar. Así es como nace la empatía, y con la empatía a flor de piel somos mejores amigos, pareja, compañeros... Nos hace falta más empatía.

-¿Qué harías si fueras presidente del Gobierno?

-Quitar la ley mordaza.