Adriana Ugarte: «Al no tener wifi en casa, no me entero de los rumores con Broncano»

Paula S. Sanmartín

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CEDIDA

Es una kamikaze en escena. Se deja la piel en cada papel y nos engancha con todos sus personajes. Lo hizo en «El tiempo entre costuras» y lo logra de nuevo en «Hache». Para desconectar, le gusta pasear por el campo. «¡Galicia mola!», asegura

03 dic 2019 . Actualizado a las 00:11 h.

Nos enamoramos de Marruecos y de ella en El tiempo entre costuras, la serie con la que Adriana Ugarte (Madrid, 1985) alcanzó la fama. Un papel que recuerda «con mucho agradecimiento» y del que confiesa haber aprendido mucho. Ahora, vuelve a la pequeña pantalla para meterse en la piel de Helena, una prostituta que mantiene una relación muy intensa con Malpica, que interpreta el gallego Javier Rey.

-Hache está ambientada en los 60, ¿te habría gustado vivir en esa época?

-No especialmente, me gustan más los 70. Me veo más en ellos, en una caravana y con pantalones de campana.

-Dices que la serie no intenta agradar al espectador. ¿Por eso engancha?

-Ese es mi punto de vista, no sé. Puede ser que haya algo de eso. Pasa también en la vida real, cuando conocemos a alguien que no intenta agradarnos explícitamente nos genera más confianza. Entendemos que es más honesto, que no hay nada manipulador en él.

-Es tu vuelta a la pequeña pantalla. ¿Has dicho que no a muchos proyectos?

-Pues he dicho que no a algunos y me han dicho que no a otros. Esto va así, hay de todo, pero bueno, han llegado cosas bonitas en las que me hacía ilusión embarcarme.

-¿Cómo eliges en cuál sumergirte?

-Pues tiene que ser algo que me motive, que vea que es una cosa que me pone a mí misma el listón alto. Que suponga un riesgo. Enfrentarme a eso es algo adictivo y enriquecedor, entonces, de alguna forma, motiva.

-Para ser Helena te informaste de la realidad de las trabajadoras sexuales, ¿qué aprendiste?

-Por una parte, la dignidad con la que viven su profesión y la ausencia total de lástima hacia ellas mismas. Desde fuera lo vemos diferente, por un lado hay una parte de la sociedad que las mira con desprecio y lo censura, y otra que tratamos de convivir y de respetarlo, pero con mucho pudor. Pero ellas, al menos con las que yo me entrevisté, del colectivo Hetaira, no lo viven así. Me refiero, por supuesto, a personas que ejercen la prostitución de forma voluntaria. Lo viven como un trabajo más, pero les gustaría que estuviera regulado. En ese sentido me gustó mucho, de alguna manera vi que si le raspaba al personaje, le podía quitar cualquier punto de victimismo que pudiera existir en él.

-¿Qué te ha enseñado Helena?

-Que tenemos mucha potencialidad dentro y no la aprovechamos. Me ayudó a mirarme con otros ojos, a pensar que, quizá, esté en mi mano el salir adelante. Quizá hay mucho en mí misma interesante que me puede hacer de alguna manera llegar a un lugar, tanto emocional como espiritual, y ayudar en un momento profesional o personal.

-¿Por eso dices que te empoderó como actriz?

-Sí, hay personajes que a lo mejor desde esa necesidad, la necesidad externa, se vienen arriba y se sobreponen al dolor, a la fatalidad y sacan fuerza. Entonces te da como un poco más de aliento.

-Has dicho que Javier Rey y tú sois dos kamikazes en escena.

-Sí, es algo que se necesita mucho. Javi es un actor supergeneroso y muy valiente. Entonces como actriz te ayuda mucho, te inspira y a la vez te anima a superarte, a salir de lugares de confort, de la comodidad de no intentar ir siempre a lo seguro, al caballo ganador, sino de decir: ‘Aquí venimos a asumir riesgos’. Él te lo pone en bandeja.

-Él comentó que definir «Hache» como una serie de narcotráfico es un titular injusto.

-Sí, es muy reduccionista. Hache es una historia de supervivientes, es una carrera de sanguijuelas.

-¿Cómo lográis esa química?

-Es un misterio, pero también te digo que cuando las dos partes, o en este caso él, es tan abierto, tan generoso… es fácil que surja. Porque si el otro está receptivo, ayuda. Cuando los dos estamos así, hay un punto de conexión y de brillo que hace que tener química al final se haga fácil. Con él fue así.

-Hay muchas escenas de sexo, pero del salvaje.

-Sí, es un sexo y un amor muy tóxico. Se han encontrando dos animales de la misma especie, por eso surge esa conexión tan fuerte y tan animal que les supera. Es su terreno. La auténtica droga para Helena es el sexo con Malpica, es su lugar de desfogue, donde saca la parte más animal que hay en uno. Y, claro, cuando conectas con alguien a ese nivel, es muy adictivo.

-Javier nos confesó que es maniático y que los guiones no le gustan en A4. ¿Tú tienes alguna preferencia?

-¿Si? No lo sabía. Pues yo no, no soy muy maniática, pero los guiones no me gustan pequeñitos. Me gustan muy grandes para poder llenarlos de notas, subrayar y todo.

-¿Los conservas?

-En general sí, casi todos. Luego a veces me vuelvo loca, hago limpieza y los tiro, pero después me arrepiento y digo: ‘Ay, este debería haberlo guardado’.

-La serie es de Netflix y os pueden ver en todo el mundo, ¿te han escrito ya de fuera?

-Sí. Recibimos comentarios de muchos países. Me llama la atención que está yendo bien sobre todo entre los jóvenes. No me lo esperaba, es lo bonito. Aunque en este caso tenía claro algo, como la serie es tan indefinida, decía: ‘Pues igual hay suerte y llega a todos los públicos’. Ja, Ja, ja.

-En el 2017 dijiste que no tenías wifi en casa. ¿Sigues así?

-¿Tenemos que hablar de esto? Ja, ja, ja. Sigo así, sí. Sin wifi, pero estoy en vías de modernización. Nunca sabes dónde vas a acabar, igual acabo más ermitaña de lo que soy.

-En «Hache» estás con un Javier que es gallego y en tu última peli, «Durante la tormenta», estás con otro Javier, Gutiérrez, también gallego.

-Pues sí, ja, ja ,ja. La verdad, no tengo conexión con Galicia, más allá de que mis primos tienen una casita allí y que la conozco. De momento, las experiencias con gallegos han sido todas buenas. Javi Gutiérrez es un amor total, y Rey es una pasada.

-¿Has solucionado con Rey el conflicto de la ensaladilla?

-En eso no hay acuerdo, se hace sin cebolla. Ja, ja, ja.

-Necesitas una pausa entre un papel y otro, ¿qué haces para depurar?

-Me ayuda mucho caminar. Pasear por el campo es algo terapéutico para mí. También me gustan mucho los caballos.

-Pues aquí campo y caballos tienes. ¿No te lo ha dicho Javier?

-¡Galicia mola! Pero no me enfrentes con él, pobre, que ya la tenemos con lo de la ensaladilla. Ja, ja, ja.

-No podemos olvidar «El tiempo entre costuras», ¿cómo lo recuerdas?

-Como una experiencia muy chula y con mucho agradecimiento. Me enseñó muchas cosas, a cuidarme y a respetarme. Profesionalmente aprendí mucho.

-En «Enamorado de mi mujer» trabajaste con Gérard Depardieu. ¿Cómo fue?

-Pues me llamaron y me quedé alucinada. Son regalitos del destino y fue una experiencia genial. Gerard, en contra de lo que todo el mundo dice, me pareció bastante generoso.

-¿Y te lanzaste a sus brazos?

-Ja, ja, ja. Yo lo vi tipo papá oso o David el Gnomo, pero en gigante, y me entró un impulso abrazador. A partir de ahí nos relajamos mucho, creo que lo hice como contrafobia, en plan, o hago esto o no me atrevo a hablarle en todo el rodaje.

-En esa película eres la más joven, ¿te enamorarías de alguien de 60 años?

-No me ha pasado, sí de alguien bastante mayor que yo, pero no con tanta diferencia. Pero sí que puede pasar. No es superhabitual y creo que genera problemas. Quizá más para el más mayor, se le activan inseguridades y desconfianzas. Puede tener miedo al paso del tiempo, a que el joven se desencante de eso que le pudo atraer al principio. Igual podías tener algo potente a nivel intelectual, que cuando el otro evoluciona se pierde, y unido al deterioro físico puede tocar en la autoestima. Pero otras veces no, depende del vínculo. Es superpersonal. El amor me parece… chica, no lo sé.

-¿Abstracto?

-Sí, y tan maravilloso... Porque es algo tan variado, tan diferente y complicado, y a la vez tan simple y sencillo. Que cada uno lo viva como quiera.

-Hablando de amor, se habla mucho de ti y Broncano. ¿Cómo vives los rumores?

-Yo no lo vivo mucho, la verdad. Con mucha tranquilidad.

-Como no tienes Internet en casa...

-Ja, ja, ja. Claro, es por eso. Al no tener wifi en casa no me entero.