Vanesa Romero: «A los 39 tuve una crisis existencial interesante»

TEXTO: ANA ABELENDA

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Fichó por «Aquí no hay quien viva» cuando hacía la maleta para irse de Madrid. Este verano ha visto caer, emocionada, Mirador de Montepinar. La actriz, que publica novela tras enfrentarse al covid, asegura: «En los camerinos de 'La que se avecina', las chicas nos pasamos horas y horas arreglando el mundo»

05 ago 2020 . Actualizado a las 11:54 h.

No sabemos la que se avecina para la modelo y actriz Vanesa Romero (Alicante, 4 de junio de 1978), pero hay novedad. Deja atrás 17 años en la comunidad de vecinos más cómica de la tele. Vanesa, que ha peleado contra el covid, acaba de presentar su primera novela, Música para Sara, al tiempo que dice adiós a Mirador de Montepinar 7. Sus sueños, dice, se han hecho realidad en esos 17 años de rodaje en unos decorados que han sido destruidos y dejan una incógnita en el aire: el decorado de La que se avecina no existe, es historia; ¿habrá mudanza?, ¿qué pasará con sus vecinos?

El covid-19 le dejó secuelas: «Superado está, pero hay secuelas. Fueron dos meses largos de lucha contra el virus hasta que me dio todo negativo. Me afectó al cuerpo, a la garganta y a los bronquios. Con cambios de temperatura antes no tenía problema, pero ahora noto debilidad. Un día estoy bien y me empiezo a encontrar mal y parece que vuelven los síntomas. Y se queda ahí.».

A todo le busca el lado cómico, «porque se vive mejor», y lleva tatuado en el pie un mantra budista. ¿Planes de verano? «Acabar la serie y hacer cursos para formarme más. Espero disfrutarlo».

-¿Qué ha pasado en Montepinar? ¿No será una despedida definitiva?

-Montepinar ha desaparecido ya, literalmente. Ya no existe ese edificio, no existen esos platós, se han destruido. Han sido unas semanas complicadas, de despedidas, con nostalgia. En mi caso, me ha llevado a un análisis de todos los años que he estado allí. Soy, junto a Eva Isanta y José Luis Gil, una de las personas que llevan más tiempo pisando aquel lugar. Se nos junta Aquí no hay quien viva con La que se avecina. Fue una temporada muy bonita, por todo. Me siento afortunada. Soy una privilegiada por haber vivido todo aquello.

-Se nota la emoción en tu voz.

-En mi caso se han juntado lo profesional y lo personal ahí. Estoy un poco triste por tener que decir adiós a algo que me ha hecho muy feliz y con lo que he disfrutado muchísimo. Las despedidas cuestan, duelen, pero hay que dejar marchar para poder abrir nuevas puertas. Hay que rendirle a Montepinar un homenaje como el que se merece, por todo lo que nos ha dado. Ahora, estoy con ganas de que nos digan si hay mudanza o si no hay mudanza, qué va a pasar.

-El fichaje para «Aquí no hay quien viva» te pilló con la maleta en la mano. Cuéntanos cómo fue.

-Me iba a visitar a mis padres a Alicante. Esto fue un viernes. Me llama mi representante, estoy yo saliendo por la puerta, y me dice: «Mañana grabas en Aquí no hay quien viva». Y yo: «¿¡Cómo!?». «Es para ya». Así que me metí en casa otra vez, deshice la maleta y dije: «No puedo desaprovechar esta oportunidad».

-¿Qué es lo mejor que te ha dado esa decisión, deshacer la maleta, quedarte y sumarte a ese vecindario singular?

-Son tantas cosas... Es que es imposible destacar solo una. A nivel profesional, me ha abierto una gran puerta a que me conozcan, a poder acceder a otro tipo de papeles. Me ha dado el cariño, el amor, de la gente. Te lo demuestran en la calle, en las redes. Y personalmente, me dio una historia de amor, y relaciones de amistad que te llevas. Ver que tiran todo aquello es como ver que se acaba.

-¿Lo mejor de «La que se avecina» sucede en camerinos?

-Es un mundo paralelo, ¡eh! Diecisiete años en Montepinar dan para mucho, y ahí hemos tenido todas una trayectoria con idas y venidas, sonrisas y lágrimas y todo. Es la vida. Se crearon unos lazos que son de amigas.

-¿Tienes mucho en común con Raquel?

-Una parte sí y otra no. Raquel ha ido evolucionando. Yo me siento romántica, como ella. Raquel tiene sus crisis, como yo las mías. Ella entiende que no existe el amor para toda la vida. Por la edad que tiene, siente el reloj biológico, esto de «ser madre, ¿sí o no?». Es algo que te planteas, que te marca. Las mujeres, en un momento determinado, debemos decidir si queremos ser madres o no.

Las despedidas duelen. Hay que rendirle un homenaje a Montepinar”

 

-El amor es eterno (mientras dura, dicen. ¿Crees que una relación amorosa puede ser para toda la vida?

-Sí, yo quiero pensar que sí. Hay etapas, ciclos de vida... Lo bonito es intentar que la pareja vaya evolucionando contigo. Yo, cuando estoy con alguien, intento pensar así el amor, aunque luego las circunstancias te lleven a otra cosa diferente. Pero, cuando estoy, pienso que la persona será mi amor para toda la vida.

-No has tenido crisis de los 40, según he leído...

-Sí, yo la tuve a los 39, ¡una adelantada! A los 39 tuve una crisis gorda, de ¿cómo quiero vivir?, ¿cómo me planteo mi existencia? Entré en una crisis existencial interesante, de muchas dudas, pero creo que es en los momentos de crisis cuando más aprendes de ti y de la vida. Es importante enfrentarse a eso, hay que remangarse y meterse de lleno en lo que a una le duele, para seguir evolucionando y creciendo. Yo es lo que intento: aprender cada día, ser cada día mejor persona y también mejor en mi trabajo. De eso va vivir, ¿no?

-¿Con los 40, después de la tempestad, llega la calma?

-Sí, llega esa madurez, un asentamiento, quizá eso que te da el paso de los años, el entender que todo llega a su debido momento. Yo miro hacia atrás y pienso en la Vanesa de antes, en la jovencita, en su ansiedad, desde un momento de seguridad, de dirigir mi vida, que es el que estoy viviendo ahora.

-Tienes un «feeling» especial con Eva Isanta...

-Sí, sí, con Eva, con la prima, con Macarena... Aunque en el confinamiento, por el covid, solo he podido compartir camerino con Eva. En camerinos, las chicas nos ponemos a hablar, a arreglar el mundo y pasamos horas y horas. He pasado más tiempo allí que en mi propia casa. Montepinar ha sido mi segunda casa.

-«Música para Sara», que has publicado en mayo, es la prueba de tu amor por las historias. La novela tiene incluso una canción propia...

-Sí, es mi primera novela, y estoy muy contenta. El primer libro que escribí fue un libro de autocrecimiento, para mostrar las herramientas que he usado hasta ser la persona que soy. Esta ha sido una experiencia y un viaje increíble, en el que he disfrutado, y en el que me he enfrentado a mis miedos. Como la protagonista, he reído y he llorado.

-¿Fue terapéutico para ti? ¿Es la escritura tu refugio?

-Sí, yo encuentro un refugio en la escritura. Más que terapéutico, escribir fue asumir un reto personal.

-Te devuelvo la pregunta de la novela. ¿Cómo se empieza de nuevo si no sabes por dónde empezar?

-¡Ahí está la historia! En el caso de Sara, la protagonista, se trata de dar un paso hacia adelante y sentir su corazón. Quizá de apartar un poco la mente y hacerle más caso a su corazón. A partir de ahí, la vida cambia radicalmente para ella. Decide irse a Madrid en busca de respuestas, de eso que llaman felicidad y ella no siente. Para eso, debe cerrar un episodio en su vida, dejar atrás familia y amigos.

-¿Tiene mucho que ver contigo?

-Sí, hay una parte que sí. Hay cosas que para mí son familiares, hablo del mundo de la fotografía, del de los actores... El hecho de dejar todo atrás y venirse a Madrid es algo que a mí también me pasó. Pero en la novela todo está ficcionado.

-¿Viajaste a Madrid para romper y hacer caso a lo que el corazón decía?

-Sí. Mi familia me apoyó cien por cien en la decisión de venirme a Madrid. A Sara no, a ella todo el mundo le dice: «¡Estás loca!». Pero decide dar un paso hacia adelante, tener esa valentía de ir a por las respuestas que va buscando.

-¿Cuál ha sido el verano más especial de tu vida, o esa sensación de verano que no olvidas, que siempre te hace sentirte bien?

-¡No tiene por qué ser verano! Los últimos veranos los he pasado trabajando y siempre disfruto mucho de mi trabajo. Quizás mis períodos de desconexión, de no trabajar, coinciden con otras épocas del año. El año pasado me quedé sin vacaciones. Llevo muchos años sin vacaciones. Para mí el hecho de quedarme en casa, escribiendo, alimentándome a nivel personal, quizá son mis vacaciones.

-¿Un viaje más interior?

-Sí. Como estoy todo el rato dando dando dando, las vacaciones significan tener un momento para mí, un momento de calma. Lo necesito, es fundamental para recuperar.

-Has dicho tú, en la vida real: «¡Aquí no hay quien viva!

-¡Buf! Pues sí, sí ha habido momentos de «¡Tierra, trágame!» y de «¡Aquí no hay quien viva!». Ahora no, ahora la vida que tengo me hace feliz, he logrado encontrar ese equilibrio y a día de hoy me siento satisfecha. Hoy en día ya no diría: «Aquí no hay quien viva»; ya estaría buscando una solución.

-¿Has tenido que interpretar muchos papeles antes de ser tú y de ser feliz?

-Uno mismo no se puede cambiar. Una tiene que ser lo que es, pero siempre sacando su mejor versión.

-¿Qué te ayuda o quién a sacar esa versión?

-Mi familia, mis amigos, mi pareja, mis animales...

-¿Pechy? Ese perrito al que miras enamorada en Instagram...

-Jajaja, sí, Pechy, ¡es tan bonito! Los animales sacan mi lado más tierno, la ternura, la compasión. Los amigos, la parte de la comunicación, la diversión. En el confinamiento todos nos hemos dado cuenta de que necesitamos de alguna manera el comunicarnos con la gente. Es una parte esencial del ser humano.

-La cocina y las mandalas fueron dos de tus «hobbies» salvavidas durante la cuarentena.

-Sí. No tenía mucha fuerza, por el covid... Cuando me encontraba con un poquito de ganas, de fuerzas, me ponía a pintar, a escuchar música, a meditar y a darle a la cocina.

-Pero a la cocina sana...

-Sí, en este plan: «Tengo una receta de siempre, voy a darle la vuelta para que sea saludable, con los ingredientes que puedo tomar. Era mi pequeño reto. Esa parte creativa en la cocina la he sacado fuera, que lo necesitaba. He descubierto esa parte de mí que no sabía que existía, la que disfruta cocinando. Disfruto dándole la vuelta a la tortilla haciendo mis recetas.

-¿A qué suena «Música para Sara»?

-Música para Sara invita a no conformarse, a no conformarte con tu vida si no te hace feliz. Es un camino acompañado de música, ¡y la música es vida! Todo está enlazado en la novela para que la música sea una protagonista.

-¿A qué tienes miedo?

-A la muerte, a que la gente que quiero se vaya. Es ley de vida, pero es algo que me cuesta, que no sé encajar.

-Verónica Echegui soñaba con ser la niña del anuncio de Cola-Cao. ¿Tú?

-Soñaba que era muchas cosas. Jugaba a ser profesora, a ser policía... y al final tengo una profesión donde puedo ser muchas cosas. Y luego me llama la atención que de pequeña escribía, hacía cuentos encerrada en mi habitación. A esos instintos que tenemos de niños a veces no les hacemos mucho caso, porque la vida te va llevando por otros derroteros, pero tienes que escuchar lo que hay innato en ti. Nunca pensé que escribiría una novela, y la novela ha llegado. A veces, solo hay que esperar esa palabra, el momento en que alguien te diga: «Confío en ti», para que tú digas: «Puede ser».

-Fuiste Miss Alicante 1998. ¿Te ha pesado en algún momento la belleza?

-No lo sé... Yo he tenido mis objetivos claros y he ido siempre en busca de lo que quería. No me gusta juzgar esa parte desde fuera, quizá algunos dirán: «Ah, pues esta chica tampoco es tan guapa». Al final, es solo algo físico, y la gente ve más allá. Hoy en día a través de mi canal de YouTube y de mis redes la gente me conoce. Soy lo que veis. Yo soy así, la que sale en mi canal de YouTube. Tenía la necesidad de que me conociesen como Vanesa, como la persona que soy.

-¿Qué te hace reír?

-¡Muchas cosas! Mis animales, el ingenio, las salidas que a veces tiene la gente. Considero que soy alguien que intenta ver la vida con humor, porque se vive mejor. Me río de mí misma. No me veo sin sentido del humor.