Darío Grandinetti: «Estoy bastante bien de la cabeza, mejor de lo que creía»

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CEDIDA

Se ha ganado la condición de clásico, ha hecho doblete con Almodóvar, y ahora regresa con «Hierro», donde interpreta a Díaz, esa especie de Indiana Jones canario que se la juega entre el bien y el mal. Pareja de Pastora Vega, argentino y futbolero, es de los afortunados que vio jugar al Trinche

20 feb 2021 . Actualizado a las 10:04 h.

Darío Grandinetti (Rosario, 5 de marzo de 1959) no cumple el tópico de esos argentinos pagados de sí mismos. Con tono pausado, eso sí, es capaz de embaucarte en una conversación de horas y, aunque no diría que es tímido, prefiere reducirse al círculo íntimo. Con su pareja, Pastora Vega, pasó el confinamiento, un tiempo que sobrellevó muy bien porque es casero y le gustan los lugares pequeños. Por eso ha disfrutado tanto de El Hierro, la isla que le ha dado la oportunidad de una serie que ha dejado tanta huella como espectadores. El viernes 19 de febrero se estrenó la segunda parte en Movistar +.

-Tengo que confesarte que, cuando dije que te iba a entrevistar, en mi casa, que son muy futboleros, me dijeron: ‘Pregúntale por el Trinche, que él lo vio jugar’. ¿Es así?

-Sí, sí, sí. Un solo partido, el mítico, porque si nos guiamos por todos los que dicen haberlo visto jugar llenarían el Bernabeu, ja, ja. Pero yo estuve de verdad, con un tío y un primo mío, que íbamos mucho en esa época al estadio en Rosario.

 -¿Era tan fabuloso como se dice?

-Sí, sí. Pero más que por lo que yo pueda recordar, que son ráfagas, era un fenómeno por todo lo que se ha oído hablar, lo que ha dicho gente muy respetable del juego. La mayoría lo hemos visto en ese partido, del cual lamentablemente no hay registro, pero no hace mucho en YouTube vi una imagen de él con más de 40 años y jugaba en una liga pequeña y con esa edad seguía haciendo cosas increíbles, ¡con una facilidad! Era un personaje que trascendió por su personalidad. A él le gustaba la pelota, no el fútbol.

 -Luego se iba a pescar, pasaba, ¿no?

-No, no. Luego ha habido leyendas urbanas. Él se defendió de eso: ‘Dicen que voy a pescar por no ir a jugar y a mí nunca me gustó pescar, no me gusta...’. Hay muchas leyendas tejidas, sí es cierto que no le gustaba entrenar, que estuvo a punto de jugar en un club grande, y que al poco tiempo se fue porque el entrenador le pedía hacer cosas que a él no le iban. Decían que lo iban a buscar al balneario borracho y no, no. Él lo que no quería era ir a correr, a dar veinte vueltas alrededor de la cancha.

 -Tienes y tuviste esa buena pasión futbolística, como buen argentino. ¿Se te daba bien cuando jugabas?

-Sí, bueno, me gustaba más de lo bien que se me daba, ja, ja. Porque dejé de jugar y no pasó nada. Nadie vino desesperado a mi casa porque el fútbol se fuese a perder algo conmigo. Pero me gustaba mucho. Era lo único que yo disfrutaba haciendo. Incluso yo debo decir que no he tenido una vocación temprana por la actuación, fue algo con lo que me encontré y por lo que empaticé. Descubrí que me sentía cómodo.

David Fernandez

 -¿Es verdad que empezaste a actuar de casualidad? ¿Que una amiga te dijo que hacían falta chicos?

-Sí, sí. Mi amiga me insistió y luego supe que era por eso, se les complicaba hacer ejercicios de actuación porque había pocos hombres en el curso, entonces tenían que encontrar escenas de mujeres y no era tan fácil.

 -Arranca la segunda temporada de «Hierro» y yo no sé qué te ha dado este Díaz, pero es un personajón. Me gusta mucho esa parte ambigua que él tiene. ¿Eso te atrajo?

-Sí, sí. Es un malo empático, entonces eso siempre rinde. En este caso, como es un tipo con cierta nobleza, con ciertos códigos, con cierta actitud genuina y está a favor de cosas buenas, facilita la empatía. En esta segunda temporada lo vemos más sensible a «cosas cotidianas». Se preocupa por su hija, profundiza en la relación con la jueza a partir de los niños.

 -Haces de contrapunto de la jueza (Candela Peña): mientras a ella la ponen de tía dura, tú vas rebajando.

-Sí, bueno. En una serie hay cuestiones que tienen que ver con el desarrollo del personaje, pero también con la historia que estamos contando. Yo le decía a Jorge Coira, el director, que su hermano Pepe, el guionista, conoce a Díaz al dedillo. Me gusta mucho el recorrido del personaje, porque los cambios no son increíbles, todo lo que hace forma parte de la contradicción del ser humano. Yo no he tenido más que hacer lo que estaba escrito.

 

 -Te veo en forma y te veo cortando plátanos que ¡vamos!

-Ja, ja, ja. Nooo, la verdad es que me hubiera gustado más. No es tan fácil cortar plátanos como parece, el plátano da fruto una sola vez, y ese corte no es tan sencillo como parece que me salió a mí. Es muy difícil.

 -Yo te veía un poco Indiana Jones, allí en Canarias.

-Ja, ja. Sí, me rebotaba la hoz bastante.

-¿Tienes un lado muy aventurero?

-Más o menos. Cada vez menos, con el paso del tiempo; pero igual hay cosas que me gusta hacer yo mismo. Por eso me hubiera gustado tener más tiempo para lo de los plátanos, la pandemia tampoco colaboró.

-¿Os pilló allí el confinamiento? ¿Lo viviste en El Hierro?

-No, no. Yo volví a Madrid, tenía ganas de quedarme, eh. Pero finalmente allí iba a quedarme solo, y fue un momento en que no sabía cuánto podía durar eso y con las limitaciones sanitarias de una isla. Podía ser complicado, así que finalmente decidí volver a Madrid. Los compañeros que se quedaron lo pasaron mejor que nosotros, porque al poco tiempo en El Hierro dejó de circular el virus y la gente pudo hacer vida casi normal.

 -El confinamiento nos ha puesto a prueba a todos. ¿Cómo te llevas contigo mismo?

-Bastante bien. Yo lo pasé con mi pareja [Pastora Vega] y su hijo pequeño en Madrid. Y creo que estoy bastante bien de la cabeza, mejor de lo que creía, ja, ja.

 -Hay gente muy inquieta, otra estuvo encantada en el aburrimiento.

-Yo tengo por costumbre estar solo y en casa. Cuando estoy en Argentina, estoy en mi casa. Mis hijos mayores viven acá en España, mi hija pequeña en Buenos Aires, pero ya no vive conmigo, así que estoy solo. Para mí no es un problema, claro que cambia todo cuando no te dejan hacer algo. Pareciera que uno necesitase tener una vida social mayor que la que tiene habitualmente.

-¿Eres de vida social?

--No mucha. No esta que involucra el oficio, de estrenos. Sí amigos con los que me junto a comer y tengo a mi familia, pero me gusta el grupo reducido. En este oficio tienes la fortuna de pasar mucho tiempo con mucha gente, muchas horas cada día, y bueno, un poco de tranquilidad y soledad no viene mal. O de compañía limitada. A eso yo me adapto con facilidad.

En argentina había un personaje que decía: 'La experiencia es un peine que te dan cuando ya estás calvo

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 -Supongo que es una cuestión de etapas. En los inicios, la vida del teatro sería de mucho ajetreo, de la noche.

-Sí, sí. El teatro te altera, ahora un poco menos. Pero antes uno no salía antes de las 11 o 12 de la noche, y en Buenos Aires a esa hora se puede cenar con facilidad, hay muchos sitios abiertos, entonces la noche se alargaba más. Ahora uno sale del teatro y se va corriendo a casita, sí. Ya en Buenos Aires no hay esos sitios en los que te encontrabas a cuatro o cinco compañeros.

 -¿Pero tú eras de liarte después?

-Exactamente, sí.

 -Los 60 te sientan bien, entonces.

-Sí, sí. El otro día sacaba conclusiones con mi mujer y la verdad es que estamos bien para la edad que tenemos. Muy bien.

 -Sobre todo cuando uno se compara con los amigos y dice: ‘Este está bastante jodido’.

-Ja, ja. Y con uno mismo también. Con lo que uno pensaba de cómo sería a esta edad, y ver que uno aún sigue teniendo rasgos vitales fuertes. Eso está muy bien.

 -¿Te cuidas mucho?

-No, no me cuido nada, tengo esa línea delgada de familia. Todos somos flacos, sí jugué al fútbol mucho tiempo, siempre he intentado hacer algo de ejercicio, pero nada más. No soy de ir al gimnasio y estar tres años yendo. No he podido, pero en períodos cortos sí, alguna vez tomé clases de natación, de tenis, de boxeo, yo qué sé.

 -Dices que envejecer no tiene nada de bueno.

-No, no.

 -¿Querrías volver atrás?

-Teniendo en cuenta cuál es la alternativa, sí, envejezcamos, obviamente.

 -Ante la muerte, mejor envejecer...

-Sí, sí. Pero yo no sé si querría volver atrás, por algunas cosas puntuales: me gustaría volver a tener a mis hijos pequeños en brazos, eso sí me gustaría. Más por eso que por mí. Para disfrutarlos yo, a mí no me importaría tener 60, pero sí tenerlos a ellos en aquella edad.

Me gustaría volver a atrás solo para tener a mis hijos pequeños en brazos, me daría igual seguir teniendo yo 60"

 -Uno echa de menos a aquellos niños que correteaban con el pañal.

-Jolín, sí. Con el paso del tiempo uno se da cuenta, como cuando ellos crecen y luego echan de menos la universidad o el cole, pero cuando iban lo sufrían. Y después dicen: ‘Pucha, qué linda época aquella’. Había un personaje en la Argentina que decía: ‘La experiencia es un peine que te dan cuando ya estás calvo’.

 -Qué buena frase. Como argentino, ¿en qué no cumples el tópico?

-Mmm. En ciertas cosas de gueto que yo veo de los argentinos que andan por el mundo y solo se juntan entre ellos.

 -¿Pero te tomas el matecito?

-Sí, sí. Hoy me levanté pronto, me tomé dos mates muy rápido, y cuando volví me hice otra tanda de mates, sí. Son cosas que yo qué sé. Pero no me muero por comer carne ni dulce de leche. Hay muchas costumbres españolas que yo echo de menos cuando estoy allí.

 -¿Por ejemplo?

-El aperitivo, meterme en cualquier sitio, tomar una caña y seguir. Esas cosas en Argentina te las tienes que proponer, no hay tantos bares de cañas al paso.

"Candela Peña es muy directa, pero yo también"

-Pero tú siempre has estado trabajando en los dos sitios, te recordamos de toda la vida.

-Sí, sí. Yo vengo a rodar aquí desde el 2001, con Hable con ella, pero antes de eso yo hacía coproducciones que se rodaban en Argentina. Por eso aparecía en pelis españolas.

-Tú hiciste doblete con Pedro Almodóvar, «Hable con ella» y «Julieta». No todos repiten, te entendiste bien con él.

-Sí, claro. Si no, no hubiera hecho la segunda ni él me hubiese llamado. Yo he repetido con muchos directores, pero porque me he llevado bien con ellos, yo me lo paso muy bien, siento que me pongo a prueba porque es un desafío estar a la altura de ese señor.

-En esa dinámica, ¿te dejas llevar por el director sin problema?

-Sí, básicamente. Pero también uno se da cuenta cuando el director necesita opinión, cuando hay un momento que está más claro lo que piensa el actor. No es siempre lo mismo, uno puede tener una idea pero a mí me gusta terminar el trabajo con el director y el compañero o compañera.

-Almodóvar tiene fama de difícil, pero contigo no.

-No, no, no. Yo me he entendido muy bien, he trabajado sin problemas.

 -Te ha dado hombres que lloran.

-Sí, eso me gusta.

"Me gustan los lugares pequeños, las rutinas, eso de 'Pueblo chico, infierno grande' lo comprendo bien'

 -En una entrevista Almodóvar dijo: «Con Grandinetti, menos es más».

-Ja, ja, él fue muy elogioso conmigo y eso nunca terminaré de agradecérselo porque que hable bien de tu trabajo un director como él, abre puertas y te pone en consideración en buena manera. Uno como actor se reta constantemente, en cada tarea uno se expone para ser opinado por los demás, por el público. Eso está siempre.

-¿Cómo te influyó ese paisaje de Canarias? ¿Te ha hecho ver otra realidad?

-A mí me gustan los lugares pequeños, no las grandes ciudades. Yo sabía que me iba a adaptar bien al lugar. Lo que vi fueron cosas que había visto hacía muchos años. Y es que yo viví siendo adolescente en una ciudad de 14.000 habitantes, con lo cual, ese dicho de «pueblo chico, infierno grande», de que todos se conozcan, de saber quién es quién, eso lo sabía.

 -¿Y te gusta?

-Sí, me gusta, me gusta. Cuando estoy en una ciudad grande me gusta ir a los mismos sitios, repito. Me gusta esa rutina de ir a un bar y charlar con el mozo, compro el periódico en el mismo sitio, voy a la misma carnicería, esas cosas a mí me gustan, de barrio, de ciudad pequeña. A todo eso me adapté fácil en El Hierro, es un sitio precioso, muy diverso también. A lo largo de 30 kilómetros, puede cambiar de clima varias veces. Pero cambiar, cambiar. Con siete grados de diferencia, del frío al sol, de la niebla a la lluvia.

 -Entiendo que podrías vivir aislado así, con tu familia, llevando una vida tranquila.

-Sí, creo que sí. No sé qué pasaría si tuviera que hacerlo.

 -A lo mejor acababas matando a alguien, como en la serie.

-Ja, ja, a lo mejor. Con nuestro oficio es complicado, pero tampoco me cuesta imaginarme sin actuar.

 -¿Te ves dedicado a otra cosa?

-No, dedicado a otra cosa no, porque no sé hacer nada. No se me ocurre qué podría hacer para ganarme la vida, me parece más fácil pensar que ya no tendría que trabajar, pero aún falta.

 -¿Sigues con ánimo?

-Sí, sí. Uno escucha mucho: ‘Yo tengo que seguir trabajando, si no, no sabría qué hacer’. Yo sí sabría qué hacer [risas].

 -Verías el partido del Barça con el Atlétic de Bilbao del otro día…

-Lo vi, lo vi, con mi hijo, con el hijo de mi mujer, que es del Atletic, sí, sí.

 -¿Eres del Barça?

-Sí, pero en ese partido preferí que ganara el Atletic, este Barça está muy lejos de disfrutar.

 -¿Eres muy fan de Messi?

-Sí, pero yo soy fan del Barça desde Cruyff, yo vi jugar a Guardiola, y ese Barça jugaba muy lindo. Yo iba entonces mucho a Barcelona y lo iba a ver.

 -¿Para irte de farra eres el primero o hay que tirar de ti?

-Ya no, hay que tirar de mí. Hace unos años no me costaba mucho, pero ya sí.

 -Decías en un titular: «No me angustia lograr ser la mejor versión de mí mismo».

-¡Es que no sé cuál es lamejor versión de mí mismo! Como actor jugamos a eso, a engañar. Fernán Gómez decía: «La verdadera vocación del actor no es actuar, sino que se sepa que está actuando». A los actores se nos paga para eso, la gente que viene a vernos sabe que estamos mintiendo, sabe que actuamos. La diferencia del ser humano de a pie es que actúa pero no quiere que se sepa.

 -Me daba la sensación viendo esta serie, que en ti hay mucho de hierro, pero mucho de volcán.

-Sí, me gustaría ser más tranquilo de lo que soy. La gente me dice: ‘Pareces muy tranquilo’, pero no, yo creo que me enojo demasiado con algunas cosas aún.

 -¿Cómo fue ese duelo con Candela, te entendiste bien?, ella es muy directa…

-Sí, sí, eso me va bien a mí, yo también lo soy, así que por eso cuando la relación es fácil es más fácil. También cuando la relación es difícil es más difícil, ja, ja. Pero por eso hemos repetido todos, la primera temporada fue fantástica y por eso volvemos.

 -¿En qué dirías que Díaz y tú no encajáis en nada?

-Bueno yo no traficaría para ganarme la vida; en el cuidado a su hija no fue difícil imaginármelo.

-Pero él tiene un fuerte instinto de supervivencia…

-Yo también lo tengo, sí. En eso sí nos parecemos.