Catherine L'Ecuyer: «Los ránkings en educación tienen un efecto perverso»

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La experta en educación Catherine L'Ecuyer advierte que la nueva educación «solo tiene de nuevo el nombre».
La experta en educación Catherine L'Ecuyer advierte que la nueva educación «solo tiene de nuevo el nombre». @AliciaBadia

«La letra no entra ni con sangre ni bailando», advierte la autora del superventas «Educar en el asombro», que acaba de publicar «Conversaciones con mi maestra»

25 oct 2021 . Actualizado a las 09:27 h.

Aprender debería ser algo asombroso, pero muchas veces los modos de enseñar nos dejan pasmados. Si lo innovador en las aulas es tirar de pantallas, comunicarnos por Classroom o acumular apps para reunirnos de medio cuerpo, no tardaremos en apagarnos, ahogados por el estrés digital. Querremos consumir, no saber. Hemos perdido presencia para ganar multipantalla. La curiosidad se ve empachada de estímulos, y es un peligro, porque es el «motor natural» que tiene el niño para aprender, apunta la doctora en Educación y Psicología Catherine L’Ecuyer, autora de los bestsellers Educar en el asombro y Educar en la realidad. Ponente en la Comisión de Educación del Congreso, la experta nos invita a revisar la filosofía y la historia de la educación para examinar, con recorrido y de manera cercana, la historia y los retos de nuestra escuela. ¿Qué hay de malo en los ránkings educativos, y de viejo en «la nueva educación»? ¿Cuál es el poder de los clásicos? ¿Por qué muchos jóvenes no son capaces de identificar una noticia falsa? ¿Por qué pensamos que los niños no pueden concetrarse más de 15 minutos seguidos? son algunas de las preguntas a las que responde L’Ecuyer en el ensayo novelado Conversaciones con mi maestra. Dudas y certezas sobre la educación. Nos asaltan las dudas y se nos caen tantas certezas...

-Creemos que lo más importante se aprende en casa. ¿Es más determinante el cole al que van nuestros hijos que la familia?

-La familia es más determinante cuando cumple con su papel, hay buen ambiente y los padres están presentes y disponibles en casa. Pero, por desgracia, por una serie de factores (dificultad para conciliar, horarios laborales muy largos e incompatibles con el horario escolar, etcétera), la vida parental es hoy una carrera agotadora. Para unos, una carrera para llegar a fin de mes; para otros, para consumir cada vez más. Para los niños que pasan poco tiempo con su familia puede ser más determinante el tiempo fuera de casa en el colegio o… con las pantallas. Eso hace que la tarea de educar sea más ardua. 

-«Adiestrar no es educar». ¿Por qué?

-Hay corrientes educativas que no distinguen entre adiestrar y educar, pero son cosas muy diferentes. Según la visión conductista, que adiestra, el niño es como una caja negra, un ente pasivo que no tiene un deseo innato para conocer. Lo único que le importa al educador conductista, al que adiestra, es «moldear» al niño. El conductismo no solo es propio de la escuela que llamamos «vieja», se da hoy, tan solo hay que pensar en los algoritmos...

-¿Los algoritmos tienen algo en común con la vieja escuela?

-Una educación que se apoya en algoritmos programados para la masa por expertísimos ingenieros tiende a ser conductista, no personal y participante, como debería ser. «Entra tal estímulo» y entonces «sale tal resultado». Si acierta el alumno, se le da un premio; si no, no lo recibe.

-Un concepto que vende hoy muy bien: «nueva educación». ¿No es tan nueva «la nueva educación» como la pintan?

-Lo único nuevo que tiene es su hombre. Casi todo lo que se vende como innovación viene de hace más de un siglo. La educación global viene de Decroly, el trabajo por proyecto de Heard, el aprender haciendo de Dewey, el aprendizaje activo de Ferrière. Todos estos pedagogos nacieron en el XIX...

-No deberíamos fiarnos, adviertes, de los ránkings educativos. ¿Por qué?

-Los ránkings tienen en cuenta criterios que no son científico-educativos, como la dotación tecnológica, el precio, el servicio médico, el transporte, el comedor, las instalaciones deportivas, los planes de innovación... Los ránkings tienen el efecto perverso de homogeneizar la oferta. Si un criterio para estar en el top 10 de los restaurantes es ofrecer carne, los restaurantes vegetarianos se quedarían fuera del ránking o perderían su identidad. Pasa lo mismo con los colegios. Como todos quieren subir en los ránkings, ofrecen cosas muy parecidas y todos venden «innovación». La innovación es una palabra mágica en la educación. Pero la innovación es un concepto comercial, no educativo.

-La letra con sangre no entra...

-Con la sangre no entra, desde luego. La educación mecanicista es un fracaso, porque el ser humano es libre y acaba rebelándose ante cualquier intento de manipularlo. Pero la letra tampoco entra «bailando», como se pretende muchas veces. Hay que saber que muchos de los métodos que se usan hoy en las aulas no están respaldados por las evidencias. La letra no entra. Es el alumno el que sale a conocer la realidad, asombrado, cuando lo que ve tiene sentido y el maestro se lo explica con pasión. Así se enciende la chispa, como decía Platón.

-¿Por qué no deben «estar flipados» a la hora de aprender?

-No hay que confundir la chispa del asombro con «estar flipado». Se enciende la chispa cuando el alumno debate consigo acerca de lo que dijo el maestro y decide hacerlo suyo. Esto es aprendizaje de verdad. Por desgracia, hoy pensamos que el alumno no es capaz de algo tan noble, sino que necesita estar todo el día a remolque de estímulos frecuentes e intermitentes, de novedades. Y no es así. Después de un estímulo de determinada intensidad, no se sorprenderá. Y será necesario subir la intensidad y la novedad para que siga sorprendiéndose, y así sucesivamente.

-¿Es como un bucle, una «droga»?

-Sí, y ese bucle crea una dependencia hacia el estímulo externo, pues estos generan descargas de dopamina en el cerebro del niño que producen un placer efímero, es un placer al que se acostumbra y del que depende. El niño, saturado por estos estímulos rápidos e intensos, se empacha. Y acaba oscilando con tristeza entre el aburrimiento y la ansiedad.

-¿Hay mucho bluf en educación emocional? Suena a producto y muchas veces se resuelve de manera fácil o artificiosa, con películas y recursos audiovisuales que suenan a cómodo.

-En la etapa infantil se dice que todo lo que llega a la mente primero ha de pasar por el corazón, ahí la relación interpersonal es clave. Pero en el libro advierto de una tendencia cada vez más presente en el discurso de la educación emocional. Consiste en manipular al alumno mediante estímulos para provocar emociones de felicidad e ilusión para potenciar el aprendizaje, emocionando con una tecnología rápida o con realidad virtual. Esos elementos se venden como motivadores para el aprendizaje. Pero «flipar» al alumno para que aprenda no es sostenible en el tiempo. La verdadera motivación, la que dura, es la motivación interna, como te decía.

-¿Valoras la última reforma educativa?

- Bajo el barniz de un eclecticismo educativo adornado de palabras de moda, se intuye una postura romántica-idealista (no compartida por todos los padres y los maestros). Parece que se han enturbiado las aguas para que parezcan más profundas.

-¿Cómo valoras la decisión de introducir la perspectiva de género y lo emocional en Matemáticas?

-Me parece bien que expliquemos que hay mujeres matemáticas que han marcado el curso de la historia, pero hemos de ser cuidadosos con la narrativa que plantea las relaciones en términos de poder y de opresión. Lo de empoderar siempre me ha parecido un lenguaje paternalista. Asume que, si la mujer escoge un trabajo de servicio, siempre será el resultado de unos estereotipos construidos socialmente y se le da un suplemento de fuerza, asumiendo que es débil, para que se autopresione para escoger otra cosa, que le dé más poder y estatus. Ser madre a tiempo completo (lo hice durante años), maestra, enfermera, taxista, es tan digno como ser matemática o médica. Y hay personas que lo eligen libremente porque les gustan esos trabajos. Si atendemos una brecha de género en un sentido, habrá que atender a todas las brechas en todos los sentidos. Y no nos olvidemos de los chicos. La tasa de repetición es más alta en alumnos que en alumnas (60 frente a 40% en el 2020) y la tasa de abandono escolar siempre ha sido más alta en los varones (21 frente a 13% en el 2019).

-¿Pero hay o no hay brecha de género, como dicen, en Matemáticas?

-En los 80 y en los 90 hay tantas alumnas como alumnos matriculados en Matemáticas. En el año 94 hay un 5% más alumnas que alumnos en esa carrera en España, una tendencia que se mantiene hasta el 2004. Pero, a partir del 2007, las chicas se matriculan menos en esa carrera y se abre una brecha. Quizás encontremos alguna clave de lectura para esa situación en lo que se conoce como la «paradoja de género»: se observan más mujeres en carreras científicas en los países menos igualitarios que en los países que llevan años impulsando políticas de igualdad. Quiero decir, hay más mujeres que hombres en carreras informáticas en Arabia Saudí, a pesar de ser el país con mayor brecha de genero. ¿Cómo se explica esa paradoja? Los expertos aportan hipótesis distintas. Algunos dicen que hay más estereotipos en las sociedades supuestamente igualitarias. Otros dicen que la mujer necesita compensar su desigualdad en un contexto de discriminación sistémica con una formación superior a la del hombre, para no depender de él. En cambio, en los países en los que hay más igualdad, no siente esa presión y escoge «lo que les da la gana». Detrás de todas estas hipótesis, hay mucho ruido ideológico.

-Casilda, la maestra, dice a Matías, el alumno: «Ojalá los niños fuesen nativos lectores, en vez de nativos digitales». ¿Por qué es más interesante leer que ver?

-La lectura ayuda a recuperar el placer de la concentración, que solo es posible en la intimidad y la calma. Es importante, porque el aprendizaje no ocurre en un ambiente ruidoso. Y por eso la educación ha de respetar el ritmo del alumno. La lectura personal siempre se hace al ritmo del que lee. Leemos a nuestro propio ritmo modulando la velocidad. Eso es distinto de la información nerviosa que nos bombardea, nos embota y nos convierte en presas fáciles e irreflexivas en la Red.

-Casilda recomienda que los niños lean las versiones originales de los clásicos. ¿Por qué?

-Hoy los niños leen adaptaciones de los textos clásicos, porque dicen que las adaptaciones están hechas para no aburrir. Se da por supuesto que la literatura es algo fastidioso. Se asume que los niños no son capaces de aspirar a más, que no cuentan con el deseo de conocer. En realidad, esa postura es una sentencia de muerte para los alumnos culturalmente más necesitados, que pertenecen a familias desfavorecidas en las que hay pocos libros, pocas conversaciones en la mesa, pocas oportunidades… Nivelar por la base no ayuda en absoluto a alcanzar la igualdad, sino todo lo contrario. Contribuye a engrandecer aún más la brecha cultural, social y económica que existe. Intentamos adaptar todo a los niños con cosas facilonas, en vez de ayudarles a crecer buscando retos que se ajustan a sus capacidades