«Nuestra boda fue como una película de Navidad»

YES

Adrián Colacios

La influencer Laura de Santiago y su marido David brindan hoy por haber cumplido el sueño de casarse en estas fechas. La entrada de la novia con su abuela Coralia la convirtió en la boda más viral

25 dic 2021 . Actualizado a las 13:54 h.

Como un auténtico cuento de Navidad. Así fue la boda de la influencer Laura de Santiago con su marido David, sin duda la más viral de estas fiestas. Ella le pidió matrimonio a él, y también fue ella quien lo esperó en el altar. No llegó sola ni del brazo de ningún padrino. Quien tuvo el honor de llevarla del ganchete fue su abuela Coralia, de 86 años, espléndida con una estola blanca a juego con la novia. Y junto a ambas, su perra Ava.

Esa instantánea revolucionó Instagram. «Mi abuela y mi perra son mis viejiñas, y quería vivir ese momento con ellas, que además son un solo ser. Coralia iba guapísima y muy orgullosa», relata Laura en plena resaca emocional. No fue una boda convencional, pero ella tampoco lo es. Ni lo pretende. «Sí, yo le pedí matrimonio a él. Fue algo con lo que todo el mundo flipaba. Y yo pensaba: ‘¿Pero qué tontería es esta?'», dice la novia, que cuenta que ese arrojo es el resultado de una crianza muy a la gallega: «En casa siempre hubo un matriarcado de mujeres fuertes, y quería reivindicar eso. Nunca fui mucho de cosas demasiado establecidas. ¡Podrás elegir tú cómo quieres hacer las cosas y con qué personas!», señala.

 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 

Una publicación compartida de Lau ? (@lauradesantiago)

¿Qué es lo que siente una novia mientras espera por el novio? «Muchísima ilusión, miras a la gente que quieres, estás tan feliz... Es una ilusión elevada al máximo. Sin embargo, él es un tranquilocho. Pero estaba contentísimo y no se hizo esperar mucho. Entró con su madre y con su hermano», relata. Otra decisión que diferencia a Laura de muchas otras novias fue la elección de sus vestidos. No recurrió a ningún atelier ni firma de novias. Compró dos modelos low cost por Internet que su abuela se encargó de ajustar a su cuerpo para que le quedasen a la medida. A sus 36 años, esta es su segunda boda. Y asegura que no quiso repetir los errores de la primera. «No quería otro vestido de miles de euros. De una boda para otra aprendes muchas cosas. La anterior fue una muy buena experiencia, no se trata de eso. Pero, simplemente, no quería un vestido de 3.000 euros para tener colgado en casa, ¡ni de coña! Se ofreció mucha gente para hacérmelo, y no. Yo pienso arreglar y reutilizar mis dos vestidos de novia. Tenía claro que prefería invertir ese dinero en la propia boda o en el viaje», apunta.

Adrián Colacios

Lo de casarse en fechas inmediatamente anteriores a la Navidad, en su caso el pasado 11 de diciembre, no fue aleatorio. Era su sueño. «A mí siempre me encantó la Navidad, soy muy elfo de luces y de cosas de esas. Además, bodas en verano ya hay un montón y son todas iguales. Entonces pensé, ¿y una boda de invierno? Una amiga mía se casó en Fin de Año y me encantó. Y cuando lo comenté, todo el mundo me dijo: ‘¡Las bodas en invierno son preciosas!'», comenta ella que, seguramente por gajes del oficio, reivindica a las verdaderas pioneras en esto de marcar tendencia: «Las verdaderas influencers fueron nuestras abuelas, y ellas se casaban en Navidad para aprovechar un poco todo, ambas celebraciones. De hecho, mis abuelos se casaron el 30 de diciembre».

La estética —con una decoración a cargo de la firma Wonatti—, la buena predisposición de la gente para las celebraciones en esta época y el deseo de que el enlace se celebrara este mismo año, terminó por convencer a la pareja, que entró en una carpa iluminadísima al ritmo de All I Want For Christmas Is You. Ese espacio tan de fiesta donde posan en la portada de este número forma parte del Hotel Pazo Libunca (grupo Montesqueiro, O Castro), y no fue una elección casual. «Por el covid —tomaron la precaución de pedir certificados y PCR a los asistentes— también queríamos tener esa parte exterior, al aire libre, con pérgola», explican. El detalle con el que obsequiaron a sus invitados, unas bolas de Navidad personalizadas con el nombre de cada uno, vino a poner el toque navideño definitivo.

Adrián Colacios

«AÑOS DESPUÉS, ENCAJÓ»

La historia de amor de Laura y David es de esas segundas oportunidades que surgen cuando el tiempo lo pone todo en su lugar. Ambos son de Viveiro y se conocen desde siempre, pero la vida los fue llevando por distintos caminos. Hasta que esos caminos se cruzaron años después. «Aunque nos conocíamos, nunca tuvimos un trato cercano. Pero de repente, te encuentras en un determinado momento y todo encaja», aseguran. Ese momento se produjo hace un par de años. Él trabajaba en Pamplona y ella en A Coruña, por lo que mantenían una relación a distancia. Pero llegó la pandemia, y lo que a unos les paralizó a otros les sirvió para apostar aún más por la vida. «Para nosotros fue un auténtico regalo de tiempo, nos hizo acelerar las cosas y compartir más momentos juntos. Hasta entonces estábamos a distancia, viéndonos los fines de semana que podíamos, pero con el covid yo me fui con él a Pamplona y nos confinamos en su casa», dice Laura, todavía inmersa en todas las emociones de una boda que define así: «Fue como una película de Navidad, el regalo del año, para nosotros y para todo el mundo».

La verdad es que arrasaron. Y a pesar de que Laura es influencer, jamás imaginaron que su boda tendría tanta repercusión. Para David es la primera vez, y todo apunta a que una de las poquísimas que se animará a publicar algo suyo. Los extremos se atraen, dicen. «Hasta ahora nunca había salido en público y no le gusta hablar de él ni formar parte de esto, pero está feliz con mi trabajo y esto sí comprendió que había que compartirlo. Y lo hace contento», señala ella, que avanza que vamos a tener boda para rato. «Yo veo fotos, vídeos... y flipo. Estoy enganchada a mi propia boda. Lo pasamos tan bien, se nos ve tan nosotros, tan naturales, con tan buen rollo...», insiste.

Hoy ya están de vuelta de su luna de miel en Jordania. Su plan inicial era hacer un viaje por los mercadillos navideños de diferentes capitales europeas terminando en Disneyland París, pero las restricciones les hicieron cambiar de opinión y de destino. Lo que sí tenían claro es que hoy pasarían la noche en casa con los suyos, y así lo harán. «Los dos somos muy familiares, por eso nos fuimos una semana y no queríamos alargar más días el viaje. Además, estas Navidades tenemos mucho que celebrar, muchísimos motivos para brindar... Y somos muy disfrutones», indica esta pareja, literalmente, de revista. Con verlos basta para saber que dicen la verdad.