Neus Moya, podóloga especializada en infantil: «Un niño que da sus primeros pasos no debería llevar calzado»

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En su cuenta de Instagram ofrece a los padres la información necesaria para que puedan identificar el calzado más adecuado y respetuoso para los pies de sus hijos

31 dic 2021 . Actualizado a las 14:25 h.

Llegó a la podología de rebote, cuando empezó a ayudar a su padre con los power points de la carrera en la que se acababa de matricular. Todo lo relacionado con los pies de los más pequeños la atrapó, desde la desinformación que existía hasta el márketing malintencionado de muchas marcas. Neus Moya (Tortosa, 1981) vio en Instagram la herramienta perfecta para divulgar y ayudar a muchos padres que quieren lo mejor para sus hijos a encontrar un calzado que les ayude a empezar a caminar con buen pie.

—Con la de testeos que llevas de calzado, en tu casa tiene que haber más zapatos que en la de Carrie Bradshaw.

—[Risas] No te voy a decir que no. Tengo tres estanterías llenas, pero que conste, que si tengo alguno repetido, lo doy. 

—¿Empiezan los padres a dar importancia al calzado de sus hijos?

—Antes no era fácil encontrar información, pero ahora incluso ya hay algunos pediatras que hacen hincapié para que los niños visiten al podólogo. A mi consulta vienen padres que me siguen y en los que se ha despertado el interés en el respeto al pie, que al final es respetar el desarrollo y la evolución de sus hijos. 

—¿Cuándo debe hacerse la primera visita al podólogo?

—Se aconseja que sea a los tres años, que es cuando se puede realizar una mínima exploración de la marcha, aunque si es un poco después no pasa nada. Ahí podemos observar múltiples factores y decidir si hay que realizar tratamiento, una valoración a los seis meses o una nueva revisión al año. 

—Imagino que habrás visto aberraciones de todo tipo en calzado infantil.

—¡Desde tacones en zapatos de niña a deportivas con suelas de tres centímetros para bebés! Cuando veo cosas así me echo las manos a la cabeza. Suelas tan gruesas además de separarlos del suelo, les impiden recibir estímulos.

—¿Qué hay de cierto en eso de que sin zapatos no aprenderá a andar?

—Todos hemos escuchado esa frase, pero no es cierta. Ya en 1981 el profesor Albiol escribió un artículo en el que decía que era una barbaridad y no tenía sentido calzar a niños preandantes porque necesitan estímulos para alcanzar la madurez de la marcha y el calzado en esa fase inicial es una barrera. 

—Entonces, ¿qué calzado debe usar un niño que empieza a caminar?

—Un niño que acaba de ponerse de pie y da sus primeros diez pasos no debería llevar calzado de ningún tipo, siempre que sea posible. Durante los seis primeros meses caminando, los podemos calzar, pero con zapatos que sean poco más que unos calcetines con una suela mínima, que sean flexibles, que permitan la torsión y con los que el niño sienta el suelo y reciba estímulos. 

—Tus seguidores en Instagram —tiene más de 140.000— lo saben, pero ¿qué debemos buscar en un zapato para que sea respetuoso en la siguiente etapa?

—Cuando un niño lleva más de seis meses caminando llega a la fase de adquisición de la marcha y ahí deberían llevar unos zapatos totalmente flexibles, sobre todo en la zona de los metatarsianos, suela sin drop de unos 3 milímetros (el mismo grosor en la parte delantera que en la trasera), con una puntera amplia que permita el libre movimiento de los dedos, contrafuerte inexistente y plantilla extraíble sin ningún elemento anatómico que interfiera. Ese es el abecé.

—¿Hay que ser estricto o se pueden hacer excepciones?

—Lo que hay que tener es sentido común. A tu hijo no le darías siempre chocolate de postre, ¿no? Pero si un día vas a comer fuera con la familia y le das, no pasa nada. Pues con el calzado, igual. Si siempre utiliza calzado respetuoso y va bien de desarrollo, no pasa nada porque la abuela le regale unas zapatillas con luces. Miras para otro lado y se las pones un par de días. 

—Parte de tu éxito es que enseñas que hay calzado respetuoso caro y barato.

—Los extremistas del calzado minimalista a veces me critican porque apruebo el uso de productos económicos elaborados con materiales no tan buenos. Pero es que no todos los padres pueden permitirse zapatos de 50 euros para sus hijos y eso no pude hacerlos sentir mal. Unos Manolo Blahnik es lo peor que te puedes poner y vas a pagar un montón [ríe]. 

—¿Por qué empezaste a divulgar y hacer los testeos en Instagram?

— Fue un cúmulo de cosas. Al dedicarme a la podología pediátrica observé que había mucho márketing detrás de cierto calzado infantil dirigido a que los padres perdieran la confianza en la capacidad innata del niño en cuanto a su desarrollo y adquisición de la marcha. Eso de que sin zapatos no andará, lo hará peor o más tarde, ha hecho mucho daño. Después llegó la pandemia y aunque me decían que no era buen momento para empezar a publicar, fue lo mejor que me pasó. La gente tenía tiempo de informarse, estaban en casa, yo podía hacer directos, testeos… ¡Fue el momento perfecto!