Los Piñeiro, familia sorda «influencer»: «Socialmente, sentimos que tenemos seis hijos en vez de tres»

Ana Abelenda Vázquez
Ana Abelenda REDACCIÓN / LA VOZ

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La familia Piñeiro, que forman los padres Isolina y Raúl y sus tres hijos: Oihana (12 años), Oliver (6) y Olalla (4).
La familia Piñeiro, que forman los padres Isolina y Raúl y sus tres hijos: Oihana (12 años), Oliver (6) y Olalla (4). The Piñeiros

Esta familia numerosa fue la primera en hacer visible en España la lucha diaria de las personas con hijos sordos. «Somos una familia normal, como la tuya, pero nuestra lucha es constante y a veces agotadora», señalan

10 ene 2022 . Actualizado a las 09:23 h.

Son The Piñeiros y se han ganado el corazón de miles de familias con su canal de YouTube y su Instagram. ¿Superpoder? Hacer visible la vida diaria de una familia sorda al completo. Es la primera con hijos sordos en mostrarse en redes sociales en España. «La idea del canal partió de nuestra hija mayor, Oihana. Como padres valoramos y sopesamos la idea y nos pusimos manos a la obra», cuenta por escrito Isolina, de 34 años.

Ella es la matriarca de una familia «como la tuya», un equipo que completan Raúl (33) y sus tres hijos: Oihana (12), Oliver (6) y Olalla (4). Su día a día, dicen, es «como el de cualquier otra familia», con horarios escolares y actividades extraescolares». Y con obstáculos sociales a los que hacen frente como una piña en casa y en la asociación Anpanxoga, para padres y madres de niños sordos de toda Galicia.

«Nuestra sensación, teniendo en cuenta el funcionamiento de la sociedad, es la de tener seis hijos en lugar de tres. Tenemos que luchar doblemente, para criar a nuestra familia numerosa, para enseñarles a nuestros hijos el valor de aceptarse y quererse, el respeto a la diversidad, la importancia de tener autonomía... Vivimos en una sociedad en la que tenemos que luchar doblemente para conseguirlo, porque nuestras metas no dependen únicamente de las enseñanzas y el legado que queramos dejarles, dependen también de la concepción que los demás tengan de nosotros como personas sordas», señalan Isolina y Raúl.

«Tener un hijo o hija supone una gran responsabilidad y en nuestro caso, con tres hijos, la responsabilidad es la misma pero la diferencia estriba en la organización doméstica. ¡Sin una buena organización sería un caos, un desastre! Nuestro día a día es como el de cualquier otra familia. Nos levantamos y Raúl se marcha a trabajar. Isolina prepara a los niños para ir al colegio y por la tarde Raúl se encarga de llevarlos a las actividades extraescolares que tiene cada uno porque Isolina, además de ser madre ha retomado sus estudios, y acude a clase de adultos casi todos los días», cuentan.

¿Lo más complicado del día a día doméstico? «Lo más complicado es cuando no organizamos las compras semanales de manera adecuada o cuando cualquiera de nuestros hijos se pone enfermo. Eso altera nuestro ritmo habitual y la organización se complica; esto nos estresa bastante. A veces cuando alguno de los niños enferma y no tenemos a nadie que pueda echarnos una mano nos vemos un poco superados por la situación. Siempre se habla de las medidas de las empresas para la conciliación, pero en realidad no hay tantas», señalan.

La lucha de los Piñeiro es alegre y comunicativa, y «constante y agotadora» especialmente en el ámbito educativo. «Curso tras curso comprobamos que a los niños no se les cubre todo el horario escolar con recursos especializados. Para nosotros, lo de la escuela inclusiva es utópico, un sueño. En el caso de los niños y niñas con discapacidad auditiva, el desconocimiento de los docentes de las características del colectivo es muy significativo», advierten. Su mayor reivindicación es «una escuela bilingüe, donde la lengua de signos y la oral convivan con armonía. La lengua de signos no interfiere en el proceso educativo, suma».

Los Piñeiro admiten que «tiemblan», sobre todo, cuando se acerca el mes de septiembre «porque, aunque al finalizar el curso escolar nuestros hijos e hijas contaban con una serie de recursos humanos», cuando comienza el nuevo curso ven que en sus horarios que no se les cubren las horas necesarias con recursos especializados. «Entonces tomamos aire y comienza de nuevo la lucha, cartas de solicitud al centro escolar, a inspección educativa, a la prensa, etcétera. Siempre nos vemos obligados a llegar hasta el final para que nos escuchen, con lo fácil que sería todo haciéndolo de otra manera ¡Y todos los años es lo mismo!», denuncian.

En el ámbito social, se mueven entre la comunidad sorda y la comunidad oyente: «Habitualmente participamos más de la primera porque es dónde nos sentimos más cómodos. Nos sentimos apoyados y respaldados. En la comunidad oyente no encontramos dificultades con aquellas personas que ya conocemos, algunos de ellos también usan la lengua de signos y la comunicación es más fácil. Con las personas oyentes que desconocen nuestra lengua la situación se complica porque aparecen las barreras en la comunicación, a veces no comprendemos todo lo que nos quieren decir aunque lo más importante es que ambos tengamos la intención de entendernos, pero no resulta sencillo. Además, en este último año el uso de las mascarillas también nos ha afectado al no poder leer los labios». 

«Somos una familia normal —concluyen—. Al igual que otras heredan el pelo rojo o el azul de los ojos eso ocurre en nuestro caso con el gen de la sordera. Somos la tercera generación». Su movimiento por la visibilidad en YouTube es una escuela. Inclusiva. Necesaria. Divertida. Esta familia sorda influencer que potencia el juego como herramienta de comunicación nunca olvidará la respuesta solidaria que permitió a su hija pequeña, Olalla, contar con unos nuevos implantes cocleares para estimular «sus restos auditivos». «Esa solidaridad marcó nuestra vida para siempre. No lo olvidaremos. Nos apoyaron incluso desde Londres y EE.UU. Todos y todas juntos somos más fuertes».

Esta familia suma... y gana.