Las lecciones de sexo de «Los Bridgerton»: triunfa el «slow sex»

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Varias escenas de la primera y segunda temporada de «Los Bridgerton».
Varias escenas de la primera y segunda temporada de «Los Bridgerton».

La tensión erótica en las dosis justas es uno de los atractivos de «Los Bridgerton», ambrosía que triunfa en Netflix desempolvando los códigos del amor romántico. ¿Placer «light» para mujeres ilusas? Qué potente su efecto...

02 jun 2024 . Actualizado a las 15:51 h.

Querido lector, podrá decir lo que quiera Lady Whistledown, la cronista de lengua más afilada y popular de la temporada en streaming. Pero el diamante en la alta ficción que entretiene a esa parte de la sociedad que cena televisión a la carta es, sin duda, Lord Bridgerton, o el desesperante «quiero y no puedo» que el vizconde (que ya nos gustaría ver cabalgando por la campiña galaica) se trae con Kate Sharma en la serie que reinventa (con humor, algunas licencias y trampitas, violines y espléndido gusto) la aristocracia británica del período de la Regencia. El joyón de la temporada en el ámbito erótico es, de la mano de Los Bridgerton, el slow sex, apunta la sexóloga Aránzazu García, que adelanta que la serie número 1 en Netflix «juega con la demora. Y cuanta más demora, más intensidad». La mirada, la palabra elegida y la espera importan, muestra la ficción de Shonda Rhimes, como importan el aspecto, el movimiento, el juego de los bailes y las prendas. Ojo, querido lector, a lo que flota en el ambiente y no se ve del todo hasta que es una explosión. 

1. EL CUERPO IMPORTA

«El cuerpo dice lo que la mente calla, y esto es algo bonito, instintivo. El lenguaje corporal es más importante que el verbal, es un 55 % de la comunicación; el tono, un 38 % y las palabras solo un 7 %. Lo maravilloso del lenguaje corporal es que es consciente e inconsciente. Esta es la parte fascinante. Los gestos, la expresión facial, las miradas, la postura, el movimiento... nos dicen tanto, mucho más que las palabras. Por el tono sabemos lo que alguien nos quiere decir», advierte la psicóloga Alejandra Dotor. Es una de las primeras grandes lecciones que podemos extraer de Los Bridgerton, que han dividido a sus fans entre duque y vizconde, en un duelo de bellezas masculinas en el que la victoria es para la mirada de la espectadora. Hay quien lamenta el fuego lento y sobrio de la segunda temporada y quien, en cambio, arde sin fin con una única escena explosiva entre Kate y Anthony tras una atormentada y larga espera. Lo que las dos grandes pasiones de Los Bridgerton nos han dejado claro es que el cuerpo dice muchas cosas en esta ficción que al más agudo observador no se han de explicar. 

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2. LA BELLEZA (TAMBIÉN) DEBE DE ESTAR EN EL INTERIOR

La serie en la que, dejando a un lado el voltaje erótico, muchos se preguntan «¿Pero qué demonios esnifa la reina de Inglaterra?», es de las mejores para refutar el noble dicho de que «la belleza está en el interior». Nadie pone en duda que el duque de Hastings tenga un alma bella y magnética y el sentido del deber familiar del vizconde Anthony, pero en Los Bridgerton la gran belleza está en los maravillosos vestidos, y en el porte y los atuendos de aquellos con mejor físico. Imagino que ellos, en general, se quedarán antes con Kate que con Edwina o con Eloise, y que ellas, también en general, se decantarán por Hastings, Benedict y Anthony (¡en este orden! Venga... al vizconde me lo quedo yo), olvidando al pequeño Colin. La belleza está en esta ficción entre tejidos, debajo de la camisa. (En especial, de la preciosa camisa chorreante de Anthony cuando sale del lago a lo Darcy -Colin Firth- en la serie Orgullo y prejuicio). Y ese atractivo exterior es un aguijón para el deseo... o cuando menos un zumbido de abeja que no nos deja. 

3. «SLOW», PLEASE...

«El relax es el mejor afrodisíaco», sostiene la sexóloga Martina González Veiga. Así que, frente al cliché «polvomatón» que va tan bien a una parte de la industria y del sistema hiperproductivo, se va abriendo camino, sutilmente, como quien no quiere cualquier cosa, el «sexo lento». «Eso que vemos en la serie no lo he inventado yo ¡ni Los Bridgerton! Se llama slow sex, y va de tomar la relación sexual con calma, sin saltarse un paso. Suele ser una preferencia en mujeres, pero hay hombres que lo disfrutan. Y en hombres con trastorno eréctil, una solución puede ser el slow sex, que consiste en un ‘todo sin prisa', sin prisa para besarse, para desnudarse, para acabar... Todo a fuego lento. La meta no es la penetración. Puede haberla, pero lo importante es disfrutar de cada detalle, prolongar cada momento», dice Aránzazu García. 

4. LO SEXUAL ES AFECTIVO

Esta ficción que reinventa y pervierte el molde de los cuentos de hadas (con punch feminista y alguna estimulante machistada) «nos engancha con trocitos, a pinceladas. Esa manera de establecer la conexión va generando mayor atracción a nivel cerebral», apunta la sexóloga Raquel Graña, autora del canal Íntimas Conexiones, que valora cómo en Los Bridgerton se «trabaja la parte afectiva, no se desgaja lo sexual de lo afectivo. Es importante recuperar esa cosa que a veces hemos perdido. Es importante comenzar así, con esas miradas, con ese tiempo. Que la conexión se dilate es algo que la hace apasionante». En la serie hay sexo sin amor y amor sin sexo. Pero la combinación de ambos es irresistible... aunque sea algo que aún ignore Lady Whistledown. 

5. ARRIBA EL CORTEJO

Se han alzado voces (y coros) en contra del cortejo, pero hay pocas ceremonias más vistosas, naturales y sofisticadas a la vez, naífs y grotescas. Reír teatralmente, levantar la ceja, caerse, desviar la mirada o mirar furtivamente cuando no se debe son señales típicas. A la pasión le gusta el cuento, cuanto más largo mejor. En Los Bridgerton los caballeros halagan lo justo al gran objeto de sus desvelos. El desafío inteligente se impone al mediocre baboseo. Aunque habrá que vencer la presión social, poderosa como una reina inglesa... Como en Los Bridgerton, ocurre en la vida real que «donde vaya un pretendiente los demás irán detrás», ¿o no? Y que la traición es una señora muy tentadora... también en el siglo XXI.  

6. EL PLACER (AL FIN) ES DE ELLAS

«Esta es una serie que prioriza el placer femenino», sostiene Raquel Graña, que ve en el enfoque un «superacierto» de esta ficción que «apuesta por la conexión emocional, por la sutileza frente a lo explícito; por eso debe de gustar, en general, más a mujeres que a hombres». Los desnudos son masculinos (el torso de Anthony, esos brazos...) y el placer se refleja, sobre todo, en los rostros de ellas. «‘No todo es coito' es una de las grandes lecciones sexuales de Los Bridgerton, «una serie de época con puntos progres». «Ese modelo de conquista es bonito. A la persona hay que conocerla, ir conociéndola en el tiempo. La relación debería llegar después».  

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7. LO ROMÁNTICO NOS PONE

Los bailes de salón del XIX tienen un código que seduce sin palabras, señala Alejandra Dotor. «Este código existe aún, aunque no le demos valor». «En Los Bridgerton brilla el mito del amor romántico, hay una idealización», sostiene Aránzazu García. Este romanticismo es excitante, en especial si el How Deep Is Your Love suena a ritmo de violines heridos. El amor en Los Bridgerton es arrebatador, pero no eterno, y este es otro de sus encantos. «Es una pasión real, pero temporal. Como el orgasmo, dura poco, ¡pero no por ello vamos a renunciar a él! Ese amor idealizado puede ser curativo cuando lo vivimos bien, es decir, cuando entendemos que es pasajero y que se basa en la idealización». 

8. MENOS ES MÁS 

«No esperes el erotismo de la primera», advierten algunos de los avezados fans de la serie de Netflix, que advierten que en la segunda temporada Los Bridgerton ofrecen menos escenas de sexo. Son menos, pero algunos las consideramos perfectas, no falta nada. La tensión entre Anthony Bridgerton y Kate Sharma crece cada vez que aparecen juntos, se nota en sus miradas, en su irritación, en ese lenguaje corporal del que habla la psicóloga Alejandra Dotor, que nos delata. Esa sutileza, la resistencia y los contratiempos que afronta la pasión contenida de Anthony y Kate hace que su encuentro sea más vivo, más excitante, el deseo como dura montaña le da altura a la cima. Ver media pierna de la señorita Sharma puede ser tan sugerente como ver medio brazo de Anthony. Lo demás, mejor intuido, con ayuda (eso sí) de algún flashback. Quizá estas recetas de Los Bridgerton nos ayuden, querido lector, con eso que llaman brecha orgásmica... De ello podríamos hablar con las viudas de la serie, que son los diamantes que no acusan el declive de la pasión ni el paso de las temporadas.