En la piel de Marilyn

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ANDREW KELLY | REUTERS

08 may 2022 . Actualizado a las 08:43 h.

«Hablar de la verdad y de Marilyn es como meterse en la boca del lobo». En los segundos iniciales del documental El misterio de Marilyn: las cintas inéditas (Netflix) el periodista Anthony Summers suelta el primer cebo del último trabajo dedicado a apuntalar la leyenda. Existe todo un género en Estados Unidos empeñado en mantener vivos a una serie de cadáveres exquisitos a base de introducir incertidumbre y conspiración en sus muertes, de manera que su impacto cultural se mantiene vigente e intacto décadas después de su desaparición física. Marilyn Monroe y JFK encabezan la lista con honores, empeñados sus compatriotas en convertirlos en mártires eternos de la verdad tras haber sucumbido a las peores tretas de un sistema que necesita ser cuestionado desde dentro para que desde fuera pensemos que sigue siendo el mejor. Netflix lanzó su documental coincidiendo con el estreno del que Oliver Stone ha dedicado a Kennedy, treinta años después de su icónica película sobre el presidente asesinado en Dallas, un trabajo que echa más leña al fuego de la conspiración perpetrada por las más altas dignidades de un país que Stone considera un «animal asesino y vicioso».

EL MISMO DE MAYO DEL 62

La obsesión que los estadounidenses tienen por Marilyn quedó patente en la gala del MET del lunes. Entre decenas de vestidos-catedrales se deslizó uno minimalista. Lo portaba Kim Kardashian, experta en conceder al pueblo lo que el pueblo quiere. Sobre su cuerpo, un traje sobrio con cientos de pequeños brillantes bordados del color de la piel de Marilyn Monroe. Costaba reconocer la prenda, pero era la misma que el 19 de mayo de 1962 se embutió la actriz para cantarle el cumpleaños a Kennedy en una de las felicitaciones más tórridas que somos capaces de recordar. Hay que reconocer que KK le echó un par porque el mensaje de fondo trasciende el homenaje y la reivindica como la nueva MM, un atrevimiento que no sé si muchos compatriotas le perdonarán por lo que representa de sacrilegio a una de sus grandes santas civiles. Kardashian solo se puso el vestido auténtico para las fotos de su llegada. Lo sustituyó por una copia idéntica cuando accedió a la gala. Toda una metáfora.