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Paula Jorge nació y creció en Burela, un municipio que aglutina habitantes de más de 40 nacionalidades. Eso le permitió a crecer en la diversidad, pero sabe que aún hay un largo camino para acabar con los estereotipos relacionados con las etnias
17 ago 2022 . Actualizado a las 13:49 h.Paula Jorge (33, Burela) comenzó a utilizar las redes sociales desde que surgieron. Primero Tuenti, luego Facebook, después Instagram y, con el tiempo, YouTube y TikTok. Para ella eran espacios donde compartir contenido de su vida diaria, sin ningún interés en particular, pero con la intención de que lo que publicaba pudiera serle de utilidad a alguien en algún momento.
Su cuenta de YouTube, en cambio, la creó a partir de una necesidad propia. «Cuando empecé a salir con 15 o 16 años, todas mis amigas podían maquillarse y comprar muchas cosas para su tipo de piel, pero yo iba a la tienda y no encontraba productos para mí. Entonces, mi hermana tenía que traerme cosméticos; ella vivía fuera de Burela», relata.
Cuenta que sus amigas podían encontrar tutoriales para aprender a maquillarse, pero para su color no había nada en español. «Pasaron los años y abrí el canal, para que otras chicas no tuvieran que pasar lo que yo: no encontrar un mínimo de contenido en castellano. Hay gente que, a día de hoy, sigue sin saber que hay correctores, polvos bronceadores y delineadores adaptados a nuestra piel. Ser negra no implica solo utilizar un maquillaje más oscuro. Debes saber que hay subtonos diferentes: más oliva, más avainillado, frío, cálido... El no prestar atención a estos matices, implica que se te vea la cara verde o gris, porque no usas el tono correcto para ti, pero nadie nos los explica. Me daba mucha lástima», relata.
Tenía la sensación, cuenta, de que el mundo estaba hecho para personas blancas. Las cremas para el cabello o los polvos adecuados no existían o costaban tres veces más de lo que pagaban las otras chicas por sus cosméticos.
Paula no se sintió excluida o maltratada durante su infancia. Dice que puede estar relacionado con el hecho de que en Burela haya más de cuarenta nacionalidades y estén acostumbrados a la diversidad. Aun así, reconoce que todavía queda un largo camino por recorrer en lo que respecta a la discriminación en el mundo. «Políticamente hay ideales que no favorecen a cierto tipo de personas. Eso es el racismo, escoger la raza que tú quieres a tu lado y denigrar a la otra», dice de manera contundente.
Los estereotipos de muchos siguen colándose en el día a día de Paula. «Al ver que soy negra, dan por hecho que no voy a saber hablar gallego, y cuando lo hablo y les digo que nací aquí, se sorprenden mucho. La gente es muy incrédula. Se asombran de que no tenga acento de un país africano. Si la pregunta fuera de dónde son mis padres, claro, les digo que son de Cabo Verde, pero es que yo soy de aquí, nací aquí, pero es como si no pudiera ser así», reflexiona.
También aclara que el racismo va mucho más allá de los prejuicios negativos. «Hace poco, en redes, hubo una tendencia de hombres hablando de que nunca habían tenido relaciones sexuales con una mujer negra. Cómo si fuéramos la perla del Adriático. También hablan de nuestro cuerpo, de cómo tenemos el culo... O me dicen: ‘¡Seguro que bailas muy bien!’, y yo parezco un pato mareado», cuenta con ironía.
Por eso insiste en la necesidad de derribar creencias obsoletas, en que las personas abran la mente, respeten las diferencias y no encasillen a los otros por su color de piel. «Cuando atribuyes, por decir algo, el éxito deportivo de alguien a ‘porque es negro’, también le estás restando importancia al esfuerzo que ha hecho», ejemplifica.
Otros escenarios
Ahondar en la realidad de las personas racializadas implica también hablar de la representación en los medios de comunicación. «En una sociedad donde los peldaños se construyen desde que eres niño, ver a alguien de tu color en televisión te hace pensar que hay más gente como tú y que puedes triunfar, trabajar en más cosas que la hostelería (si eres mujer) o el mar (si eres hombre). Eso enciende una llama», reflexiona. Por su parte, no solo tuvo varios referentes como Naomi Campbell o Lucrecia, sino también la claridad de que sería profesora, incluso se imaginaba fundando una escuela en Cabo Verde. De niña le enseñó gallego a su madre, e incluso ponía sus juguetes frente a ella para que aprendieran la lección.
Hoy, esta joven que cursó un ciclo de Educación Infantil y luego estudió Magisterio, trabaja como camarera mientras se prepara para volver a presentar las oposiciones.
Por el trabajo que implicaba, dejó de producir vídeos para YouTube, donde llegó a tener más de 3.000 suscriptores. En cambio, sigue utilizando Instagram y TikTok (donde cuenta con 3.000 y 10.000 seguidores respectivamente) para conversar sobre ropa, maquillaje, estilos de vida y algunas temáticas relacionadas con Galicia. También utiliza sus redes para compartir contenido en gallego y hablar sobre sus experiencias en esta tierra de meigas y pandeireteiras, así a más de uno le llame la atención. Al fin y al cabo, esta tierra del norte es el hogar de esta hija de caboverdianos.