
«Prefiero no enterarme de una infidelidad», dice el chico que ganó el Goya al actor revelación por «AzulOscuroCasiNegro». Quim cumple un año como padre con tres panes en cartel. Acaba de estrenar «Historias para no contar»
08 dic 2022 . Actualizado a las 10:31 h.Es un chico de anuncio, que anuncia, aparte de sus películas, cosas interesantes en Instagram: la poesía de momentos cotidianos, obras de Alex Katz o Mary Weatherford, delicados textos sobre pañales, reflexiones sobre el embarazo y el parto, lecturas de Joan Didion, la celebración de su primer año de paternidad. Actor que debutó a los 14 y que hace años le dio un tiempo a su relación con el oficio de interpretar, Goya Revelación por Azuloscurocasinegro, Quim Gutiérrez (Barcelona, 27 de marzo de 1981) es un marido infiel en la nueva película de Cesc Gay, Historias para no contar (en cines desde el viernes 25), en la que los espectadores jugamos a encontrarnos en el espejo del chispeante patetismo de las relaciones de amistad y de pareja en los círculos concéntricos de una rutina más o menos confortable y la hipocresía sentimental. José Coronado, Javier Rey, Antonio de la Torre, Maribel Verdú, Anna Castillo, Chino Darín y Verónica Echegui nos complican y divierten este filme; son solo un puñado de los nombres que componen el reparto de lujo de estos episodios para oír, ver y hablar... por detrás.
-«Historias para no contar», esas son las mejores. ¿Estamos todos un poco hechos de historias que no se pueden contar?
-Sí, las historias que no contamos son aquellas que nos pondrían en una situación incómoda si salieran a la luz. La película va de eso, de aquello que no decimos, que no vemos, de aquello que hemos hecho, que hemos tramado, sospechado y a lo mejor hemos incluso llevado a la práctica y nos avergüenza. Son cinco historias que no tienen conexión entre ellas. En la mía, en la que estoy con Brays Efe y Verónica Echegui, Brays se convierte inicialmente en una especie de confesor, en apariencia, porque es a él al que, como mejor amigo, Edu (mi personaje) le cuenta sus sospechas y sus dudas, pero en realidad Edu pretende un cómplice.
-Sorprende la evolución de la historia, sobre todo el final...
-Prefiero no ser muy explícito, pero es verdad que en esa última llamada que vemos en la historia hay un rizo a lo lamentable, ¿no?
-Pues sí. Esta vez, eres un marido infiel, con un sentido de culpa retroactiva, ¿se puede decir así?
-Sí, está bien eso de culpabilidad retroactiva.
-¿Cómo te sientes en la piel de ese marido infiel pero que va de riquiño?
-Yo deseaba muchísimo trabajar con Cesc Gay desde En la ciudad, de la que tengo un recuerdo buenísimo. Que tantos años después Cesc me llame para hacer una peli es una forma de cerrar un círculo. Dicho esto, el personaje que me propuso me recordó a algunas cosas que yo podía haber hecho ya: un tipo de personaje pringado y ridículo. Buscamos una manera de que esa ridiculez nos permitiera trabajar mimbres que yo no hubiera trabajado todavía. Así que fue una negociación creativa con Cesc muy rica. Fue fantástico.
-Está bien el giro que dan él y la historia cuando ella, Verónica Echegui, le cuenta a él su parte...
-Sí, ese es el gran giro. Toda la historia creo que va de una culpa no bien tratada. Creo que, desde el inicio, hay una sospecha por parte de él de que algo se esconde. En él hay una curiosidad malsana, un querer saber, que tiene mucho que ver al final con la culpa. Los que operan en Edu son impulsos contradictorios.
-¿Tienes algo en común con él, con Edu, te has visto en una situación parecida?
-¡Para nada! Es un ejemplo de inmadurez emocional espectacular y yo creo, o estoy bastante seguro de que, tras años de terapia, me enfrento a mis culpas y mis curiosidades de manera distinta.
-«Mentir me parece de buena educación», le dijo Cesc Gay a la periodista Mara Torres, a la que tú revelaste en «El Faro» que eres una persona altamente sensible, a la que le falta un filtro. Choca con la imagen de tipo equilibrado que nos hemos formado de ti.
-Se lo contaba a Mara; desde los años 90 se empezaron a hacer estudios sobre esa condición de persona altamente sensible. Soy así. Tenemos filtros emocionales que nos protegen de lo que nos rodea. Y cuando te falta uno significa que cosas que otro le parecen muy llevaderas a ti te afectan más. Es decir, no puedes evitar que te afecten, ser interpelado por ellas. Para compensar, necesito ciertos momentos de aislamiento, de silencio, de reducir estímulos... para evitar la crispación y el estrés. ¡Pero una falta de filtros para según qué trabajos está bien! Que pueda empatizar más que otros me ayuda a entender un personaje y a poder expresar cosas que igual a otro le costarían más...
-¿Dónde tienes el Goya al Mejor Actor Revelación por «AzulOscuroCasiNegro?
-Pues... en casa, pero no le doy mucha importancia, la verdad. AzulOscuro fue una peli maravillosa por muchísimas cosas. Yo trabajo para hacer buenas películas, buenos personajes y, si luego tienen repercusión, bien, y si no, también. Jamás de los jamases, creo que sea un buen foco profesional el premio y el reconocimiento. Dicho esto, ¡es fantástico cuando lo recibes! Pero no puedes depender de él...
-Tu hijo, Bru, que acaba de cumplir un año, trajo muchos panes, muchos proyectos profesionales para su padre, bajo el brazo.
-Digamos que los panes vienen cuando vienen, con niño o sin niño.
-No has tenido grandes dificultades para mantenerte en este trabajo...
-Hay épocas en las que, por suerte, voluntariamente, he podido rechazar cosas para dirigir mis personajes en una dirección u otra, pero hay épocas en las que no, en las que tú rechazas algo y de pronto no vuelves a tener una propuesta.
-¿Puedes conciliar, volcarte en ser padre a la vez que actor a tope de trabajo?
-Para mí lo más difícil está siendo la conciliación. La idea de ser padre es algo que siempre he tenido yo en cabeza. Me gusta tomármelo en serio, dedicarle a mi hijo todo el tiempo que puedo, y a mi trabajo también... Así que es un conflicto de intereses curioso y de no fácil solución. Como tantos padres y madres, lo hago lo mejor que puedo.
-Tu sensibilidad como padre es singular, revolucionaria esa ternura. Esa manera de enfocar la paternidad como un aprender del hijo, desde el respeto al niño.
-Al final, tiene mucho que ver con lo que tú has vivido, copiar o mejorar eso que viviste. Creo que lo que aplicas con los niños es un poco lo mismo, al final, que aplicas con adultos. La manera de aprender es ponerse en la escucha. Con los niños uno tiene la sensación de que debe enseñarles muchas cosas. Y creo que es al revés: hay que estar al servicio de lo que necesitan. Hay esta sensación como de que tenemos que llenarles la cabeza de cosas, y ellos vienen preparados para llenarse. Se trata de ofrecerles un abanico para que puedan escoger por sí mismos lo que son. Por ejemplo, yo no soy muy futbolero, pero si a mi hijo le gusta el fútbol estaré encantado. Bueno... estaré encantado con la pereza que me dé levantarme el sábado a las 9.00 para ir a los partidos. Pues seguro que también se aprenden cosas en esos partidos...
-Debutaste a los 12 años en «Poblenou», serie que emitió Antena 3 como «Los mejores años». ¿Te han cansado los años, se ha ido desgastando tu pasión por el oficio con el rodaje del tiempo?
-Me encuentro cansado cuando hago semanas con jornadas de doce horas diarias y dándole vueltas a la cabeza para solucionar personajes complejos, pero no, no. Soy enérgico y me siento muy motivado con la vida, cada vez más. Por suerte, profesionalmente, voy encontrando cosas que me estimulan, que me hacen investigar y meterme en terrenos desconocidos. Todo eso me mantiene muy vivo, estimulado.
-¿Qué puedes contar de la serie «Mentiras pasajeras», de la productora de Almodóvar? Ahí estás tú.
-Poca cosa... La produce El Deseo, pero no sé qué puntos puedo contar y cuáles no. Puedo decir que está protagonizada por Elena Anaya, que están Hugo Silva, Pilar Castro y que yo tengo un personaje secundario. Y que está dirigida por Félix Sabroso.
-Eduard Fernández nos reveló que una carrera de cine se construye sobre todo con los noes, que fue así en su caso. ¿Coincides?
-Sí, estoy totalmente de acuerdo. Estaría bien también hacer entrevistas cuando no estás trabajando, cuando estás entre dos proyectos o, sencillamente, al final de uno. Leo muchas entrevistas de actores a los que admiro para aprender recursos interpretativos. Y Meryl Streep, en una, decía que el oficio de actor te obliga a ser muy zen. Porque todos, te dediques a lo que te dediques, estamos expuestos a que nos ocurra una desgracia, a perder el trabajo... porque la vida es así y hay que asumirlo. Pero nosotros, los actores, nos damos cuenta. Ver el vacío cada vez que acabas un trabajo, un proyecto, te hace estar zen en este sentido, como muy consciente de lo que son las cosas.
-¿Perdonarías una infidelidad, la fidelidad es para ti algo esencial en una relación de pareja?
-Para mí la fidelidad es importante, pero esto es algo muy personal. Cada pareja define sus reglas de juego, y es importante estar de acuerdo en esas reglas de juego. También entiendo que en una relación larga, por lo que sea, pueden ocurrir cosas y yo en ese caso de que ocurran prefiero no saberlas. Si es un hecho puntual...
-¿Y tú, lo contarías si te pasase, si fuese un desliz puntual?
-No lo contaría jamás, a no ser que sea algo recurrente y tu relación no funcione, pero entonces el problema ya es otro. Creo que, si se trata de algo puntual, es mejor no contarlo. Y yo prefiero no saberlo.