La hermana mayor de la «influencer» sevillana, que murió hace dos meses por culpa de un sarcoma de Ewing, asegura que, sin pretenderlo, Elena nos dio muchas lecciones. «Yo aprendí de ella que valoramos muy poco el estar bien simplemente», explica
04 mar 2023 . Actualizado a las 10:09 h.Su compañera de vida. Así definió Elena Huelva, la joven sevillana con sarcoma de Ewing que falleció hace ahora dos meses, a su hermana mayor. Tenían una relación muy estrecha, pero, por desgracia, esta enfermedad las unió aún más. Emi dejó su trabajo para volcarse en su hermana pequeña. Junto a sus padres no se movió de su lado durante los ingresos, pero cuando le daban el alta o se encontraba un poco mejor se convertía en su media mitad para asistir a cuanto evento Elena quisiera acudir. Su fiel escudera, que ahora llora su ausencia, pero que se recompone enseguida para ensalzar todo lo que Elena nos enseñó, porque, de algún modo, sus ganas nos ganaron a todos.
—¿Cómo estás?
—Mal, depende del momento o del día la recuerdas de una forma o de otra. No hay una fórmula para llevarlo mejor, hay que intentar pensar en lo bueno, pero, al final, ella no está aquí, y eso es lo que nos hace estar mal, no poder estar con ella.
—No está aquí, pero sigue muy presente. La recuerdas a diario.
—Sí, sí, en cada cosa que hago siempre la tengo presente, y pienso qué haría ella. Continuamente la tenemos presente, y me dejó muchas cosas que hacer, y todo lo hago por mí y por ella.
—Sus redes siguen abiertas, otra señal de que sigue aquí.
—Muchos seguidores me dicen que se meten a diario a ver sus vídeos, y que les dan fuerza, y eso es otro legado que ha dejado. Es un libro abierto de cómo es ella: los momentos malos, los no tan malos, las buenas noticias, las malas... Todo esto está ahí y seguirá estando ahí, porque sigue ayudando sin estar ella aquí.
—Ha sido un ejemplo de entereza, de positividad, que ha dado la vuelta al país. La huella que ha dejado es enorme. ¿Os llega todo ese cariño?
—A ella le llegaba en su momento, y a nosotros también nos llega ahora. Yo siempre digo que cuántas personas tienen cáncer, cuántas sufren esta enfermedad, y que ella haya calado de esta forma no es casualidad. Ella siempre ha sido así de especial, solo que ahora, por su enfermedad y por mostrarlo en las redes sociales y todo lo que ha conllevado, todo el mundo ha conocido lo especial que es mi hermana.
—Sus ganas nos ganaron a todos.
—Sí, ella le dio la vuelta a su frase («mis ganas ganan»), y al final dijo que sus ganas habían ganado, porque ella había ganado mucho. Y es que la vida se trata de eso, de ganar recuerdos, personas, porque es lo que te llevas, lo demás se queda aquí.
—Te dejó una misión: vivir por las dos.
—Sí, ella lo único que no tenía era salud, todo lo demás lo tenía, y yo tengo lo que ella no tenía, y eso intentaré. De alguna manera lo estoy haciendo, habrá momentos en los que cueste más, otros, menos, pero lo estoy intentando.
—Y ya que recoges de alguna manera su legado, ¿le quedó algún sueño por cumplir que vayas a realizar tú?
—Quedaron muchos, como es normal en una chica de 20 años. Imagínate todos los sueños que tenía. Cumplió muchos, algunos, que, como ella mismo dijo, nunca imaginó. Ella nunca pensaba que iba a escribir un libro, solo que cuando empezó con todo esto, se convirtió en un sueño. Cumplió algunos que pensaba que no iba a cumplir nunca, y otros que quería cumplir, pero le quedaron muchos, por desgracia, igual que quedaron muchos momentos por compartir juntas. Aunque también hemos vivido otras cosas... Ella ha cumplido sueños que muchas personas que viven muchos años no consiguen hacer.
—¿Te has planteado crear una fundación con el nombre de Elena para canalizar todo su legado?
—Sí, lógicamente se me ha pasado por la cabeza, pero ahora mismo no me veo centrada. Hay una beca con su nombre, la beca Elena Huelva, que la abrió la Fundación Juegaterapia. Todo el dinero de su Baby Pelón se va a donar a esta beca que es para el GEIS (Grupo Español de Investigación de Sarcomas), en concreto para la investigación del sarcoma de Ewing. Está abierto tanto para recaudar el dinero a través de la venta de los bebés pelones como para hacer donaciones abiertas, y, de alguna forma, como ella lo abrió en su momento y quería que fuese ahí destinado, por ahora con esto está bien, en un futuro, no sé.
—De todos los aprendizajes que te llevas de Elena, ¿con cuál te quedas? ¿Qué te ha marcado más?
—Que valoramos muy poco el estar bien simplemente, no se valora hasta que no lo tienes. Y por mucho que alguien diga: «Sí, yo lo valoro», hasta que no lo dejas de tener no se valora al cien por cien. Me ha enseñado que tengo mucha suerte de poder tener salud, de encontrarme bien, de poder ir a algún sitio, de poder andar... Todo eso es la felicidad, y lo demás ayuda, porque hay otros factores que influyen, pero si no tienes eso, el resto, aunque esté, es secundario. Creo que eso es lo más importante, y cuando ella mostraba en las redes sociales cómo se sentía, o las malas noticias, también creo que nos ha dado una lección sin ella pretenderlo. Ella nunca quiso ser un ejemplo, ella empezó a contarlo porque le gustaba y le ayudaba, ella veía que ayudaba, y siguió, pero nunca pretendió nada. Al final, esas lecciones son las más importantes porque son las más reales, ella contó todo cien por cien cómo fue.
—Si ya es duro sufrir una enfermedad como esta, ¿compartirlo no lo hacía más duro aún? ¿O a ella le curaba?
—Sí, porque todo el amor que recibía a través de las redes —que ahora gran parte lo recibo yo, porque me escriben cosas maravillosas— te reconforta. Personas que se preocupan por ti, que se alegran de lo bueno... Todo eso es lo bonito de las redes sociales, y encontrar solo esta parte es muy difícil, y ella lo supo encontrar y lo tuvo. A ella le servía, ella se sentía bien, le distraía, le gustaba, conoció a personas que se han convertido en amigos suyos, y veía que mucha gente le decía: «Desde que te sigo me han diagnosticado...; o tengo menos miedo...; o a mi hermano le ha pasado esto...; gracias por la visibilidad...». Esos son los verdaderos referentes, y el verdadero uso de las redes sociales es ese, aunque hay muchos más, que también están muy bien y son necesarios. Hace un tiempo yo no conocía a nadie que mostrara de esta forma el cáncer cómo lo ha mostrado mi hermana. Yo no sabía muchas cosas de esta enfermedad, casi nada, porque no se hablaba, ahora se habla más gracias a mi hermana y a otras personas, pero Elena ha calado muy fuerte y eso se ha visto.
—Elena ha conseguido algo muy complicado, ese equilibrio entre vivir una situación tan difícil, de las peores que te pueden tocar, y transmitir esas ganas de luchar.
—Sí, es complicado. Ella también decía que había días que estaba mal, que lloraba, que se preocupaba, pero, al final, siempre intentaba sacar la parte buena, buscar una solución, o si había algún problema, decía: «Esto no ha funcionado, entonces ¿ahora qué?»... Ese equilibrio de «vale, voy a estar mal estos días, pero luego voy a estar bien, qué voy a hacer. Voy a aprovechar para estar en casa, para ir a tal sitio...». Ella siempre intentaba sacar lo bueno. Aunque pareciera que no lo había, siempre lo encontraba.
—¿Os ha animado ella muchas veces a vosotros?
—Sí, la mayoría de las veces era así. Suele pasar, porque ella nos ha cuidado mucho a nosotros desde siempre.
—¿Cuando dejaba el móvil la actitud era la misma?
—Por supuesto, ella era así, y quien la conoce lo sabe, y los que la han ido conociendo en el camino también, y lo han corroborado. Si pasaba cualquier cosa, cogía el móvil y lo contaba, le daba igual. Su vida era así: un día me encuentro bien, estoy muy guapa en un evento, pero al día siguiente me están transfundiendo sangre y me encuentro mal. Así es la vida.
—He leído que siempre tuvisteis una relación muy buena, ¿pero el cáncer os unió más?
—Sí, nosotras nos llevábamos superbién y siempre hemos tenido muy buena relación, siempre hemos estado juntas, pero al final ella tenía sus amigos, yo los míos, cada una tenía sus cosas, sus clases. Cuando ella empezó con la enfermedad, yo dejé de trabajar, y era 24/7, todo el día, en las cosas buenas y en las malas. Y eso nos unió mucho más, y nos ha hecho, al final, compartir en unos años muchas cosas. Obviamente, ojalá nunca nos hubiera unido por ese motivo, pero siempre intentamos pensar que el cáncer nos había dado la oportunidad de estar mucho tiempo juntas.
—¿Hasta el final guardasteis esperanzas?
—Sí.
—En Navidades, cuando la situación ya era delicada, hizo un gran esfuerzo para estar todos juntos en familia.
—Sí, pero no solo estas Navidades, ella siempre ha aprovechado los pequeños detalles, las pequeñas reuniones, los pequeños motivos para estar bien y reunirse... Siempre buscaba el momento, estando mejor o peor, ella sacaba fuerzas para lo que le daba vida.
—¿Cómo te gustaría que se recordara a Elena?
—Como se la recuerda. No es un futuro, ahora mismo ya se la está recordando como es ella, con su sonrisa, con sus lecciones sin pretenderlo, con sus frases que son inspiración, con sus bailes, con sus días malos, con sus días mejores... Como ella se mostró, como era ella. Yo estoy contenta porque se le recuerda como ella quiere.