Una farmacia única con medicamentos del siglo XIX

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La máquina del tiempo está en Doade. El sorprendente hallazgo de una botica inalterada de finales del siglo XIX descubre usos y costumbres del pasado, como la triaca magna, y abre la puerta a un viaje a través de las medicinas

14 mar 2023 . Actualizado a las 21:57 h.

Si tuviera que quedarse con una sensación, Miguel Álvarez Soaje elegiría el olor. El sentido del olfato tiene la capacidad de trasladarnos en el tiempo y eso es lo que experimentó nada más entrar en aquella estancia, cerrada durante decenios. El aroma de los frascos, de los medicamentos. Fórmulas de las que tenía constancia en algunos casos por los libros, pero que nunca llegó a probar, pues eran de comienzos del siglo pasado. Para un doctor en Historia de la Ciencia y farmacéutico como él, adentrarse en aquel dispensario fue como viajar en una máquina del tiempo. Ahora, la experiencia ya puede ser compartida por todos.

El establecimiento centenario de Doade, en el municipio ourensano de Beariz, ha abierto al público como Casa da Botica. Reconvertida en museo, esta colección visitable, reconocida así por la Axencia de Turismo de Galicia, es una oportunidad única, asegura el farmacéutico, para desplazarnos al pasado. «En Galicia no hay otra igual», destaca el colegiado.

No es la más antigua ni la más espectacular. En Betanzos, la Farmacia Couceiro, abierta en 1719, tiene el título de ser la más longeva de la comunidad, pero sí es la más fiel porque en ella el tiempo se detuvo. «Esto le confiere un valor excepcional. Excepto unos alógenos que se pusieron en el techo para poder ver, no hay ningún elemento que la distorsione cronológicamente. Todo es original, auténtico. No hay ni cables ni ordenadores, sino la máquina de escribir y la caja de puros, además de los medicamentos. Como un reloj que se para. En este local se echó el cerrojo hace 60 años... y nunca se volvió a usar», expresa Miguel.

Aunque sí hay otras boticas más espectaculares, «en Galicia tendremos una docena de gran valor artístico, aquí los muebles son más modestos», continúa, en Doade «es como entrar en otra época. Están los olores de esas maderas antiguas mezcladas con el conjunto de materias primas que han estado más de 50 años evaporándose lentamente. El conglomerado de esencias es sorprendente», traslada. Como farmacéutico, Miguel atiende tras el mostrador de la farmacia de Perbes, en Miño, y como historiador reconoce que esto es un sueño.

«Es la relevancia de encontrarte con mucha materia prima que se conserva en envases originales precintados, no los hemos desprecintado. Sobres, paquetes, cajas de 70 y 80 años sin que nadie los haya abierto. Hay mucha medicación de la época de entreguerras de origen alemán y francés, medicamentos de gran valor histórico», revela. Tan interesante como su contenido es saber por qué este local quedó tantos años en el olvido.

La intrahistoria 

La curiosidad de Miguel, cuando escuchó hablar de este hallazgo a unos colegas farmacéuticos, lo llevó a llamar al Concello de Beariz, que le abrió las puertas de este pequeño tesoro. Con la ayuda de otros dos farmacéuticos, Luis Serantes y Nicanor Floro Andrés, trabajaron de forma desinteresada ayudando a identificar centenares de piezas. En total, se catalogaron 2.178. Un inventario final que incluye objetos personales de los boticarios y que corrió a cargo de la arqueóloga coruñesa, popular por su paso por programas televisivos como Saber y Ganar o Boom!, Victoria Folgueira.

Sobre la historia de este espacio único, se sabe que el fundador de la botica fue el farmacéutico Darío Janeiro. La abrió a finales del XIX, en torno a 1885, aunque no se puede precisar la fecha exacta porque el Colexio Oficial de Farmacéuticos de Ourense se creó en 1918. Los tarros de influencia francesa que conserva son de finales del XIX, y esa es una de las pistas.

Darío se la legó a su hijo, José Janeiro Ramos. Este tuvo cuatro vástagos, los cuatro sin descendencia. De esta forma, José se la dejó en herencia a su hermano, de nombre Darío y que era veterinario. Fue el último que la regentó, hasta que se jubiló. Eso fue por la década de 1960. La verja se bajó y nadie más volvió a regentar la botica.

«Hoy en día hay farmacias en todas las poblaciones, España es de los países con más boticas por habitante. Antiguamente, no era así. Para encontrar otra en esta zona había que trasladarse hasta A Lama, en Pontevedra, o hasta Ribadavia. Por estas farmacias pasaba todo el mundo, aquí también se recogían medicamentos veterinarios. El boticario hacía de todo, y junto con el médico, eran los referentes sociales en una sociedad rural», destaca Miguel. Y los únicos vinculados a la ciencia que tenían al alcance los vecinos.

Visitas guiadas

Entre las más de dos mil unidades inventariadas, hay detallados principios activos, medicamentos y también sus materias primas. Muchas medicinas que hoy se utilizan bajo formatos modernos. Llama la atención la cantidad de inyectables, hoy más en desuso y entonces mayoritarios. Encontraron refuerzos de vitaminas, mucho hierro, y algunas pociones de los años 60. También venenos y elaborados tóxicos, con cierta utilidad a comienzos del siglo XX, pero hoy impensables en una farmacia en la que también se vendían productos para animales.

Y, entre todo esto, para sorpresa de los farmacéuticos Miguel, Luis y Floro, en Doade también suministraban la conocida como triaca magna. «Figura en las farmacopeas desde hace siglos, y desde hace mucho se sabe que su utilidad era nula. Su composición era desconocida y la elaboraban con mucha parafernalia. Nos llamó la atención que una farmacia, en funcionamiento hasta después de la segunda mitad del siglo XX, la tuviera», destaca Miguel.

Para aquellos interesados en visitar este escenario de película, desde el Concello de Beariz ofrecen visitas guiadas. Hay que llamar y acordar una cita, son para grupos reducidos, dadas las dimensiones del lugar y lo delicado de los objetos. Para los que no puedan desplazarse, también hay la posibilidad de hacer un recorrido virtual en 3D con fotos reales del espacio.

«As persoas que xa a visitaron din que é como somerxerse nunha cámara do tempo, cando as farmacias eran un oficio. As boticas eran unha institución nas vilas que sobrepasaba ao que hoxe entendemos por unha farmacia: un lugar onde dispensan fármacos. Antes aquí aconsellaban, elaboraban medicamentos e ata lle escribían as cartas aos veciños», apunta Tomás Sánchez, el teniente de alcalde del concello.

A la familia propietaria, sobrinas de los herederos del fundador, Darío Janeiro, le han dado una concesión de 25 años por el local a cambio de conservar y divulgar su magia.