Un bar de carretera con estrella Michelin

Marco Soriano de Tejada

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Restaurante La Lobita. En la localidad soriana de Navaleno, la chef Elena Lobo y su marido, Diego, apuestan por una cocina de recuerdos, en homenaje a la abuela que dio de comer a numerosos viajeros en este curioso local

22 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La carretera N-234 transcurre en su mayor parte por la España vaciada. Esta ruta, que une las ciudades de Sagunto con Burgos, que está trazada sobre una antigua vía romana enlazando la costa mediterránea con el centro-norte de la península, era de gran importancia, pues facilitaba el acceso a Francia y conectaba con el Camino de Santiago. Quizás fue por eso por lo que en 1952, Luciana Lobo y Andrés Lucas decidieron abrir una casa de comidas en la localidad soriana de Navaleno, para dar a los viajeros un merecido descanso y un plato caliente. El negocio, en el pequeño pueblo rodeado de inmensos pinares y que no llega al millar de habitantes, salió adelante gracias al esfuerzo y el trabajo de esta pareja. El relevo generacional llegó y esta humilde casa de comidas pasó a las manos de Elena y Jesús, padres de la actual chef. En 1999 le hicieron una remodelación y aproximadamente por esas fechas entró en funcionamiento la autovía A-23 y desapareció prácticamente todo el intenso tráfico que le daba vida a la N-234.

Tercera generación

Cuando arrancó el nuevo siglo, Elena Lucas todavía estaba entusiasmada con las bellas artes y empeñada en ser pintora. Afortunadamente, en el 2001 su pasión artística comenzó a aplicarla en los fogones del negocio que había fundado su abuela, Luciana Lobo, conocida en Navaleno como La Lobita, haciendo referencia a su apellido. Elena, que se había criado entre potas y cazuelas desde muy pequeña, comenzó a darle un cambio a este negocio familiar que había acogido a cientos de viajeros, para reivindicar la riqueza del producto de los bosques que lo rodean y en el 2014 le concedieron una estrella Michelin, siendo una de las pocas mujeres privilegiadas que por esos años podían lucir un galardón de la guía roja.

Elena, junto con su marido Diego, decidieron apostar por una cocina de recuerdos. Los olores de los pinares sorianos junto con los platos especiales navideños, hoy en día hacen que todas esas remembranzas desfilen por la mesa. Elena, con su elegante, sencilla e imaginativa cocina, atrae a los entusiastas gourmets vascos, catalanes, madrileños y del resto de la península, con sus creaciones de temporada de hongos y trufas. Para ello, Diego se esmera en maridar cada plato como si fuera una composición artística, con los grandes vinos que se fueron acumulando en la bodega de La Lobita y que hoy día son las joyas de este gran sumiller.

Cocina del recuerdo. Para esta pareja, los recuerdos son fundamentales a la hora de mostrar sus creaciones con productos autóctonos.
Cocina del recuerdo. Para esta pareja, los recuerdos son fundamentales a la hora de mostrar sus creaciones con productos autóctonos.