La Baader-Meinhof y los penes

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

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En la imagen, el actor Nacho Vidal
En la imagen, el actor Nacho Vidal A. Pérez Meca | EUROPAPRESS

18 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Un día aprendes una palabra nueva o descubres la existencia de algo que desconocías o se activa una bronca pública en torno a un concepto, y a partir de ese momento la palabra o el concepto te los encuentras en cada esquina. En 1986 se le puso nombre al fenómeno gracias a una carta al director que un lector alemán envió a un periódico local. En la misiva reconocía que pocos días antes había escuchado por vez primera el nombre de la Baader-Meinhof, el grupo terrorista alemán Fracción del Ejército Rojo más conocido por el nombre de sus dos líderes. En la carta,Terry Mullen dejaba constancia de su asombro: un nombre que no conocía hasta entonces empezó a aparecérsele en todas partes. Muchos lectores compartieron la experiencia de Mullen y recibieron enseguida una explicación psicológica en virtud de la cual a las personas nos chiflan los patrones y para encontrarlos sesgamos la realidad.

El efecto Baader-Meinhof sobrevuela estos días sobre la palabra pene después de que la particular secretaria de Estado de Igualdad culpara al patriarcado de la afición que las mujeres heterosexuales tenemos por la penetración en menoscabo de la autoestimulación. Aunque no lo mencionó expresamente, sobre las palabras de Ángela Rodríguez sobrevolaba la imagen de un pene, ese pene que enseguida empezamos a ver por todas partes. El primero fue el de Nacho Vidal en lo que puede ser el primer cameo fálico de la historia de la televisión. Lo acomete en la serie que protagoniza Martiño Rivas quien con gran lucidez ha estado estos días encajando con soltura la certeza de que hablar de Vidal es hablar del pene total.

Para confirmar el efecto Baader-Meinhof, la Universidad de Stanford publicaba un estudio con una conclusión impresionante: el tamaño medio del miembro viril ha aumentado un 24 por ciento en los últimos treinta años, el equivalente a tres centímetros entre los años 1992 y 2021. Una progresión notable cuya explicación es todavía una incógnita, pero que preocupa a los científicos, porque detrás de este relevante crecimiento podría estar la exposición a productos químicos que estén alterando el equilibrio hormonal de los señores.

El último pene nos lo servía hace unos días una farmacia de Pontevedra que entre amoxicilinas y lorazepanes dispensa exvotos con forma de pito. «Se están llevando mucho», le confesó el boticario Eduardo Esteban a López Penide en La Voz. «No solo para reclamar y pedir virilidad, sino por operaciones de próstata». Y todo por culpa de la Baader-Meinhof.