Mamás en Acción: «Con 40 euros y cuatro amigas me puse en marcha para que ningún niño estuviera solo en el hospital»

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Majo Gimeno, fundadora de Mamá en Acción, junto a algunos de los voluntarios que son parte de esta organización solidaria.
Majo Gimeno, fundadora de Mamá en Acción, junto a algunos de los voluntarios que son parte de esta organización solidaria.

Están en la lista Forbes de «Las otras cien fortunas de España». Y Galicia, entre los próximos destinos de esta organización, distinguida con el primer premio de la Fundación Rafa Nadal en Innovación Social

27 ago 2023 . Actualizado a las 17:03 h.

Mamás en Acción no es un club para mujeres madres. No discrimina por razón de sexo o hijos a la hora de acompañar a alguno de los niños que ingresan solos en un hospital de España, y nace de una frustración. «Somos una comunidad de personas, chicas y chicos sin hijos, padres, madres, abuelitas, abuelitos..., que nos dedicamos a dar cariño a los niños que están ingresados solos», explica Majo Gimeno, madre y emprendedora, fundadora de esta oenegé que lleva ya diez años, 24/7, a pie de cama. «Son niños que no tienen padres, o no pueden vivir con ellos, pero que enferman igual que los nuestros, y cuando enferman e ingresan no tienen el acompañamiento de un adulto de la familia, de confianza», explica esta emprendedora de Valencia que está con su oenegé en la lista Forbes de Las otras 100 mejores fortunas de España

Vivir es más fácil con los ojos cerrados. Majo los abrió a esta cruda realidad en el 2013, en la que ahora le acompañan voluntarios como Sara o Alfonso, cuando se ofreció como voluntaria en el Hospital La Fe, de Valencia, donde se encontró a un niño solo al que quiso acompañar. Y no pudo. ¿Cómo era ese primer niño que encendió el motor de Mamás en Acción? «Yo a ese niño no pude llegar a acompañarle, no me dejaron acceder a él por no pertenecer a un colectivo. ‘Porque ¿quién dice que eres de fiar para que te dejemos a solas en la habitación con un menor?’. Ahora lo entiendo, pero en aquel momento me indignó mucho. De aquella frustración nació una organización, me puse en marcha con cuatro amigas y 40 euros, con la vocación de que ningún niño esté solo».

Majo tenía un puesto de responsabilidad en una entidad bancaria, llegó la crisis del 2009 y con ella un vendaval de cambios, recuerda. «Despidieron a mi jefe, me hicieron jefa. Parecía que todo iba bien, pero yo estaba pasando un momento muy complicado en lo personal. Un día, iba caminando por la calle y aparecí en una parroquia. El sacerdote de allí me dijo: ‘Tus problemas no son tantos. Estoy acompañando a un niño en el hospital que no tiene a nadie. Échame una mano’. Me quedé en shock, pensé que eso no podía pasar. Pero fui al hospital y allí estaba el niño. Me marcó», revela.

En España, hay tres perfiles de niños que no tienen garantizado acompañamiento hospitalario: el primero es el de los niños que son maltratados en su hogar. «Niños a las que han dado drogas, o con síndrome de abstinencia; o con derrame cerebral por el síndrome del zarandeo; o víctimas de palizas o abusos en sus casas». Un segundo perfil son hijos de padres «en situaciones retadoras, en riesgo de exclusión», «padres que de repente se ven abocados a elegir entre acompañar a su hijo en el hospital y perder sus ingresos; estos padres dejan a sus hijos solos en el hospital no porque quieran, sino porque se van a salvar la situación económica». Y un tercer perfil es el de los niños que no tienen padres o no pueden vivir con ellos.

«DURO, PERO MARAVILLOSO»

Según el Ministerio de Derechos Sociales, hay unas 20.000 denuncias al año por maltrato doméstico a niños. Intermón Oxfam apunta que las denuncias son solo el 10% de los casos de niños que sufren maltrato. «Así que puede haber, en España, 200.000 niños maltratados en su hogar. Cada año hay más niños bajo el sistema de protección de la infancia», advierte la mamá de Mamás en Acción, que ha acompañado ya a 600 niños y niñas en 24 hospitales en estos diez años.

Sara Abad, madre de dos adolescentes, es otra de estas Mamás en Acción, una red de cuidados que avanza en España. Ella se lanzó cuando empezó a tener un poco de tiempo libre. Fue cuando sus hijos se soltaron de su mano y comenzaron a crecer por su cuenta, superando lo que Samanta Schweblin llama la distancia de rescate. «Empiezo a tener más tiempo libre y decido que quiero darle una vuelta a mi vida», explica Sara, que un día vio en la tele una entrevista a Majo Gimeno y «fue un flechazo, ¡amor a primera vista!». «Los niños siempre me han gustado muchísimo. Solicité la inscripción [en Mamás en Acción] hará casi dos años». Hace poco más de un año, pudo al fin ponerse en marcha. «Caí rendida a los pies de esta labor. No me podía imaginar que pudiera haber niños en los hospitales que estuvieran solos. Te dices: ‘¿Pero de verdad pasan estas cosas?’. Sí, sí pasan. Acompañar a esos niños es maravilloso. Duro, pero maravilloso», asegura. Sara busca el encaje con su horario laboral. Y el resto, todo bienvenido: «Me vale que el niño tenga 3 días como 17 años. Yo creé un kit básico con juguetes. Lo tengo un armarito en casa con mis camisetas y mi acreditación. Te tienes que adaptar al niño. A lo mejor, llegas con tu kit de juegos para el niño de 7 años, y le han dado una sesión de quimio, y está destrozado. A lo mejor, solo tienes que darle la mano y decirle: ‘Cariño, no estás solo’». Sara no olvidará a su «primer paliativo. Era un bebé, lo tenía en brazos y se me saltaban las lágrimas. Pensaba: ‘Sara, es aquí donde tienes que estar, si no estás este niño está solo en la cuna, y no puede ser’».

Sara Abad, con otros voluntarios de Mamás en Acción.
Sara Abad, con otros voluntarios de Mamás en Acción.

¿Qué haces si un niño no te quiere a su lado? «Me ha pasado una sola vez de 50 o 60 —cuenta—. Ha sido hace poquísimo. Para hacer este tipo de voluntariado tienes que estar preparado. Era un niño de 7 años con un enfado tremebundo. Respiré y pensé que su enfado no era contra mí. Ahí hay que sacar todas las armas emocionales del mundo para empatizar. A lo mejor, solo te deja estar a su lado sentadita. Suficiente. Él no quiso más, pero cuando me vinieron a dar el relevo estaba más tranquilo. El siguiente turno no fue ya tan complicado».

Sara recuerda a otra niña con parálisis cerebral. «Según veía nuestra camiseta [de Mamás en Acción] sonreía. Te quieres morir de emoción... Llegas con muchas ganas, con energía. Somos gente a la que nos gustan mucho los niños. Tienen que gustarte. Si no te gustan, este no es tu sitio», asegura quien ha querido ser madre desde que nació. «Mi madre me llamaba Susanita, yo era la Susanita de Mafalda», confiesa quien es hoy un orgullo para sus dos adolescentes.

Como acompañante, a veces se juega, otras se habla, o se cuenta un cuento o se da una mano. O solo se está. Saber estar es mucho. «Les quieres. ‘¿Cómo puedo querer a este niño sin conocerle?’. Pues es así, les quieres».

Entre estas Mamás en Acción se cuenta también Alfonso, padre cuatro hijos, y separado. «Cuando mis hijos no están conmigo, puedo aprovechar y acompañar a algún niño que lo necesita. Mi primer acompañamiento fue magia. Fue una niña, bebé, abandonada. Ponérmela en el pecho y notar como se relajaba y se quedaba dormida, no se me olvidará nunca», cuenta.

Mamás en Acción coordina a más 3.000 de voluntarios, que hacen turnos de acompañamiento los siete días de la semana, las 24 horas del día. Su reto es llegar este año a 15 hospitales, hasta sumar 39, en Madrid, Cataluña, Aragón, Valencia, País Vasco y Galicia.

Su objetivo, dice su fundadora, es ser esa «mamá que está contigo a pie de cama». Hombres y mujeres que cuidan, que acompañando curan. «Todas nuestras historias acaban bien —advierte Sara—, porque, acaben como acaben, esos niños no acaban solos».

Mamás en Acción ha recibido el Premio de la Fundación Rafa Nadal en la categoría de Innovación Social. En Galicia tienen a día de hoy una comunidad de prevoluntarios. «Estamos deseando decir a estos cientos de voluntarios de Galicia que pueden ponerse en marcha», concluye Majo Gimeno, que comparte y multiplica la riqueza.