Alejandro Martínez: «Cheguei a Croacia cun contrato como profesor de galego na man»

YES

Alejandro é profesor de Universidade en Zadar.
Alejandro é profesor de Universidade en Zadar.

GALEGOS POLO MUNDO. Sinto que en Croacia teño unha oportunidade laboral impensable en Galicia agora», afirma este filólogo de Baiona que chegou a Zadar, na costa dálmata, hai case sete anos 

21 jun 2023 . Actualizado a las 14:18 h.

De costa a costa voou Alejandro Martínez (Baiona, 1986) uns 2.100 quilómetros para ensinar galego tres anos en Zadar, na costa dálmata de Croacia. «Somos o lectorado do mundo con máis estudantes, chegamos a ter 70 persoas formándose en galego cinco cursos», sinala este profesor da Universidade de Zadar, autor da primeira tese en galego presentada nese lugar.

No 2016, Alejandro concorreu á praza de lector (profesor nativo) en lingua galega e logrouna. Así pasou tres anos en Zadar, aos que seguiron despois outros catro nos que seguiu facendo a tese e traballando ata conseguir a praza que ten, dende xaneiro do 2022, na Universidade da cidade.

O interese polo galego en Croacia é notable, di. «Aquí os estudantes que se meten a facer hispanística, estudos ibéricos, teñen como lingua o español, pero han de escoller outra das linguas que ofrecemos (galego, catalán, vasco, portugués...), así que tes un número asegurado de estudantes cada ano», di.

A maioría non coñecen Galicia. «Algúns un pouco polo fútbol ou polo Camiño de Santiago, pero a miña sorpresa foi ver que había estudantes de croata ou italiano interesados en saber que era isto do galego. O número de estudantes empezou a medrar e chegamos a ter ata 70 dende un nivel inicial ata un nivel avanzado, o que sería un Celga 4 ou incluso un Celga 5 en Galicia», destaca Alejandro.

Este ano, están sen lector (co que hai demanda de profesor de galego). A cultura e a poesía galegas, conta, apaixonan onde fai o seu fogar. «Nos meus últimos anos montei un seminario de poesía galega dos séculos XX e XXI e foi bastante popular», afirma.

Como o acolle Croacia? «Estar lonxe dos teus ten moitos inconvenientes, pero eu non me podo queixar moito. Cheguei aquí cun contrato na man para traballar na Universidade e nos primeiros meses tiven moita axuda con temas burocráticos e tiña un salario co que podía vivir tranquilo», valora.

HAI DEMANDA DE LECTORES

O nivel de vida encareceuse os últimos anos. «Esta é unha cidade moi turística; seguramente, a máis cara de Croacia para vivir agora. Pero hai oportunidades laborais. Agora, na Universidade estamos sen lector... Se alguén que ten os requirimentos presenta a solicitude de praza aquí, é posible que a teña. É bo traballo, para tres anos. Hai demanda de lectores», recalca.

Zadar non ten comunidade galega. «Eu levo vai para sete anos aquí e vexo estudantes de Erasmus, coñecín a unha parella galega traballando nunha illa nunha investigación oceanográfica e pouco máis... O que si hai é comunidade de xente de Sudamérica, moitos fillos de emigrantes croatas; volven os netos e os fillos... E ves que algún fillo de Croata vén de Sudamérica casado cunha galega», achega quen bota en falta á familia e os amigos.

«Pero penso que eu teño o meu sitio aquí», revela este profesor de lingüística que volve á casa só dúas veces ao ano. «Sinto que en Croacia teño unha oportunidade laboral impensable en Galicia agora mesmo. Non sei hoxe como está a cousa, pero cando eu facía Filoloxía Galega eramos 10 o primeiro ano, e aquí, se empezamos o curso o ano que vén con lector novo, imos ter 20 ou 30 estudantes», sinala.

Que é o mellor de vivir en Zadar?: «Que sexa en galego!», responde. «Algo que valoro aquí é o moito respecto coa lingua. Cun colega adoito quedar a final do día a falar nun bar, e falamos en galego. Pasan os veciños, que nos ven falar nunha especie de italiano estraño para eles. Contámoslles que falamos galego e parécelles o máis normal do mundo. Ao mellor noutro sitio non hai o mesmo respecto. Esa amabilidade cara á lingua paréceme algo moi bonito, para salientar», conclúe o profesor que difunde Galicia ao tempo que vai mellorando o seu croata.

Maruxaina en Neuruppin y en la isla de Rügen con su pareja, Raúl.
Maruxaina en Neuruppin y en la isla de Rügen con su pareja, Raúl.

Maruxaina, de Vigo a Brandemburgo: «A mis 46, conseguí en Alemania el trabajo de mis sueños»

«Este es un país que recomiendo, hay muchas oportunidades, pero es duro, es de pico y pala. No es un lugar para todo el mundo», advierte Maruxaina Bóveda, que se mudó de Vigo a Brandemburgo cuando estalló la pandemia del coronavirus

Ana Abelenda

Si hace años América brilló como el destino donde todo el mundo tenía una oportunidad, «hoy ese lugar es Alemania», dice Maruxaina Bóveda (Vigo, 1976), viajera, hoy profesora de instituto a 2.500 kilómetros de su hogar. Su familia lo lleva como puede, pero les compensa que ella está «feliz, cansada de la burocracia, pero feliz», y lo que no puede es todavía procesar la cantidad de cosas buenas que le han pasado en Alemania, adonde llegó en la pandemia. «Pasé catorce días y quinientas noches confinada», dice Maruxaina al modo Sabina sobre su llegada a Brandemburgo en el 2021. En este estado del este de Alemania sigue esta viguesa junto a su pareja, Raúl, dos años después.

 Echa mucho de menos a su sobrina, Gala, a su familia. Y, estando en Alemania, perdió a dos de sus tías. «Eso es lo peor, gestionar el luto a distancia. Estar duro en momentos así es lo peor que he pasado», dice quien, si mira atrás, y se ve de recién llegada al país, se percibe «muy ingenua». «En dos años han pasado mil cosas. Y el resumen es que con esfuerzo, porque cuesta y cuesta mucho, puedes mejorar. Esto no es Italia ni Escocia, donde también viví, pero aquí, a mis 46, he conseguido el trabajo de mis sueños».

Ella se acaba de estrenar como profesora de instituto, de chicos de 12 a 14 años, que compagina con clases de español para adultos. Al aterrizar en Brandemburgo, quedó vacante un puesto en control de calidad en la empresa española donde trabajaba su pareja: «Llegué el 12 de febrero y el 15 ya estaba trabajando. No era el trabajo de mi vida, pero me sirvió para empezar».

Al principio, advierte, puedes llegar a sentirte muy desamparada. «Muchos vuelven a su país y otros se quedan en el gueto, en el círculo conocido», apunta. Al cumplir año y medio en Alemania, esta gallega no renovó su contrato temporal, pero siguió adelante y un mes después ya tenía una oferta como profe de español.

Maruxaina y Raúl terminaron su relación laboral con la empresa en la que comenzaron a trabajar en Alemania y en agosto del 2022 se enfocaron en un objetivo: aprender alemán. «El Estado alemán te ofrece cursos para aprender el idioma. Nosotros empezamos los dos a hacer el curso intensivo de alemán (cuatro días a la semana, cuatro horas al día) con mucha gente de otros países (gente de Ucrania, Eritrea, Guinea, Pakistán, Siria...). Y, además de aprender el idioma, hicimos un grupo majo de auslander (‘extranjeros´ en alemán)». Aprobaron el B1 en febrero: «Fue a dolor, ¡estaba más nerviosa que cuando hice selectividad!», cuenta. Pero el esfuerzo tuvo recompensa. El alemán les abrió puertas y les ayudó a tejer una red multicultural.

«Entender a la cajera del súper, a tu vecino o al señor que te habla en el tranvía te da seguridad, es una satisfacción», dice Maruxaina, que habla seis idiomas.

La gente de Brandemburgo, admite, es cerrada. Y ella no olvida el día que fue a urgencias por una caída de la bici y en recepción la recibieron con un «extranjera de mierda». Fue algo puntual.

La burocracia es uno de los huesos de Alemania. Ella lleva dos años arreglando papeles. Alemania «tiene muchas cosas buenas [hay ayudas para todo: familia, calefacción, transporte, vivienda...], pero diría que es un país para todo el mundo. Es todo pico y pala, pico y pala...», recalca.

Su hogar hoy es un pueblo «muy verde, con mucho bosque. A nivel de naturaleza está muy bien, pero en comida no hay color con Galicia, claro...». Las comidas y las ferias y fiestas gallegas son de lo que más extraña esta pareja en Brandemburgo.

La cesta de la compra es allí más asequible, afirma Maruxaina, hay muchas oportunidades laborales y ayudas a la conciliación laboral y familiar.

«Aquí el tema de la titulitis importa menos. Lo que cuenta es que tengas ganas y que sepas hacerlo. Yo mandé un mail y a los cuatro días me pidieron empezar. Empecé con dos cursos de español. Y ahora tengo seis», detalla.

Esta profe de español en Brandemburgo avanza haciendo patria entre sus alumnos, que ya saben qué se celebra el 17 de mayo y quiénes son Rosalía, Carlos Núñez y Manuel Rivas.

¿En qué país del mundo viven hoy más gallegos?

Argentina es el país extranjero en el que residen más personas de Galicia, que avanza en Alemania y hace patria en un barrio de Nueva Jersey. En Europa, la favorita sigue siendo la misma que hace décadas...

 

Más de 529.000 gallegos viven hoy repartidos por el mundo, según los últimos datos sobre población española residente en otros países que aporta el Instituto Nacional de Estadística. Si hacemos un dibujo a modo de retrato robot con los datos del INE, el gallego que vive hoy fuera es mujer y tiene entre 16 y 64 años (de ese más de medio millón de gallegos repartidos por el mundo, 312.612 tienen entre 16 y 64 años y 166.912 cuentan 65 o más), aunque las diferencias en el perfil de quien se muda hoy de Galicia y España a vivir a otro país y el que lo hacía años atrás son notables en formación y tipo de empleo.

Un alto porcentaje de expatriados que proceden de Galicia suelen tener un alto nivel adquisitivo en los países de acogida, según permite concluir una encuesta elaborada por este periódico hace tres años. Quien emigra ahora tiene, en general, un nivel de estudios alto, habitualmente formación universitaria. Y a los países que aglutinan la mayor parte de la emigración gallega (Argentina, Brasil, Cuba, Uruguay) se va imponiendo la preferencia por otras latitudes. Los que se van, se van más a Asia (aunque menos que hace un año), al norte de Europa o a Australia, destino atractivo para el viajero joven con ventajas como el Work and Holiday Visa (firmado en el 2014 entre España y Australia), que permite irse a las antíopodas de vacaciones, a trabajar y estudiar durante 12 meses.

De ese medio millón de gallegos que están repartidos por el mundo, un total de 410.591 viven en América. Y en Europa, que sube entre las preferencias de los españoles para emigrar, están sobre todo en Francia (19.514) y Alemania (17.717), después, por supuesto, de Suiza, que se lleva la palma en Europa con más de 40.000 gallegos en su territorio, que suponen el 60 % del total de los españoles presentes en el país y está entre los lugares del mundo que más gallegos de segundas y terceras generaciones suman. Atrás quedan esos años que retrata la película Un franco, catorce pesetas, y atrás la España de 1960, aunque en oportunidades laborales vayamos a la zaga de los vecinos del norte, pero entre las embajadas populares que cuidan el sentimiento de galleguidad en el mundo resiste como pocas A Irmandade Galega na Suiza.

Nueva York, Nueva Jersey, Florida y Miami son los cuatro estados norteamericanos que concentran mayor cantidad de gallegos en el país. Galicia tiene Casa en Nueva York desde 1940, pero como colonia gallega en Estados Unidos arrasa Ironbound, barrio gallego bautizado como «Little Galicia», donde puedes comer pulpo á feira y disfrutar de romerías y foliadas. El Centro Orensano de Nueva Jersey es punto de encuentro entre gallegos en América.

Pero los lazos se estrechan cada vez más en internet. A través de las redes se refuerza desde el extranjero el orgullo gallego, con grupos de Facebook que ofrecen información de utilidad en lo laboral y lo social, para situarse y no perderse. Gallegos y Descendientes de Gallegos en Argentina, Gallegos en Suiza, Gallegos en Holanda y Galegos en Escocia son algunos de estos grupos de Facebook que tejen las Galicias del mundo.