El cartero de las estrellas de A Veiga: «Este paisaje nocturno es único en Galicia»

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El periodista y bloguero de viajes Dani Keral, junto a una imagen del cielo estrellado de A Veiga, facilitada por el Centro Astronómico de Trevinca.
El periodista y bloguero de viajes Dani Keral, junto a una imagen del cielo estrellado de A Veiga, facilitada por el Centro Astronómico de Trevinca. Óscar Blanco

«La mayoría de la gente no ha visto nunca un cielo estrellado de verdad», advierten los observadores de los cielos de Pena Trevinca. Nos asomamos al primer destino Starlight gallego de la mano de un viajero, premio nacional, que anidó en la «terriña» por amor...

12 oct 2023 . Actualizado a las 12:52 h.

Un día, Dani se sintió tan pequeño o incluso más de lo que lo era en su infancia, cuando venía a Galicia con sus padres a veranear. Tan pequeño como cuando uno mira más allá de sus zapatos y de la lamparita de noche, de su trabajo y de sus barrios cotidianos, cuando mira arriba y piensa en millones de años luz. «¿Qué pasaría si perdemos las estrellas?» fue la pregunta que dio pie al reportaje, de la revista Salvaje, que hizo a Dani Keral ganador del Premio Nacional de Periodismo en el Mundo Rural Ainhoa Camino. Un texto centrado en el primer destino Starlight de Galicia, Pena Trevinca, «que básicamente surgió porque Eva es de Valdeorras, al ladito de A Veiga», confiesa compartiendo el premio con su pareja, Eva Abal. «Da la casualidad también —añade este madrileño afincado en Vigo por amor— de que el alcalde de A Veiga, Juan Anta, fue compañero suyo del cole. Así que había un vínculo importante».

Una constelación de personas y azares fue lo que llevó a Dani, director del blog Un viaje creativo, premio internacional de comunicación turística 2017, a guardar la riqueza estelar del cielo de A Veiga. ¿Es el guardián, entonces, del patrimonio de sus cielos estrellados? «Yo diría que soy, más bien, el transmisor del mensaje... Con todo lo que tiene que ver con la observación del cielo nocturno y la prevención de la contaminación lumínica me he ido identificando cada vez más, pero, a través de este reportaje sobre todo, intento ser el mensajero. Los guardianes son más el personal del Concello de A Veiga y el Centro Astronómico Trevinca, que cuidan de este patrimonio natural», señala el autor de Si perdemos las estrellas, que nos atrae la mirada a esos lienzos oscuros de A Veiga, despejados un 50% de las noches, que agujerean con magia las bolas de luz.

Eva Abal, pareja de Dani, ya había estado en A Veiga y conocido a las personas que dirigen el observatorio. «A través de ella, conseguí el contacto para hablar con Óscar Blanco (director del Centro Astronómico) y hacer el reportaje» que ganó el premio. Lo que hace Dani es subrayar el ejemplo de A Veiga como destino Starlight, «como un lugar que apostó en el 2015 por el respeto de su paisaje nocturno». «La de A Veiga es gente muy luchadora por el cuidado del paisaje diurno; por ejemplo, bloquearon la instalación de aerogeneradores en la zona. Su paisaje nocturno es único en Galicia y apostaron por defenderlo también», valora.

LO QUE LA FAROLA ESCONDE

¿El paisaje del día y el de la noche se protegen igual? «Se protegen de forma diferente. En el caso del paisaje nocturno, lo importante son las estrellas (porque el resto está oculto), y ahí lo que supone contaminación es la luz que está mal dirigida o mal gestionada, dependiendo de los núcleos urbanos de la zona. A Veiga tuvo que hacer, precisamente, una reconfiguración de todas sus luminarias, primero para tener esa certificación como destino Starlight, y también para lograr un cielo nocturno con poca contaminación lumínica».

¿Qué es la contaminación lumínica? «Todo el brillo que se genera en el cielo por las farolas, por todas las iluminaciones de monumentos, de casas..., que contaminan la esfera nocturna e impiden que el cielo se pueda ver como se debería ver sin ningún atisbo de humanidad», explica concisamente Dani. «La contaminación lumínica es lo que te impide ver el cielo nocturno. Es fácil llevarse a engaño y creer que en el pueblo se disfrutan las estrellas, pero muy pocos lugares ya en Europa ofrecen este privilegio natural.

«La mayoría de la gente, en realidad, no ha vivido nunca la experiencia de ver el cielo estrellado de verdad», advierte Óscar Blanco, director del Centro Astronómico Trevinca, uno de esos «guardianes» del firmamento de A Veiga a los que apunta Keral. Óscar, que empezó a pasmar mirando los cielos de la noche con 5 o 6 años en sus verano en Arillo, ha perdido hoy, como todos, esos cielos estrellados de la infancia en Oleiros y teme que, si no se cuida este patrimonio, en un período de unos diez o veinte años perdamos esa visión de las estrellas que hoy podemos disfrutar en A Veiga, donde el observatorio está abierto a visitas escolares y familiares, y acoge 40 telescopios en remoto no solo de Europa, de todo el mundo. «Ahora, la contaminación lumínica no ocurre solo en las ciudades, crece también en el medio rural. Así que de lo que se trata es de que queden esas islas de oscuridad en el campo», dice Óscar. ¿Cómo? «Iluminando con criterio, cumpliendo el reglamento», añade.

No, no siempre se cumple. El destino Starlight de las Cíes, por poner un ejemplo, está en peligro por las luces de mentira que convierten Vigo en destino top cada Navidad. Facturas de la luz aparte, los millones de estrellitas artificiales que enciende Vigo en la campaña navideña suponen perder unas 2.800 estrellas de verdad, señalaba en un artículo en La Voz, en el 2019, Antón Lois.

«El problema no es puntual, también está en la iluminación de los concellos todo el año, en luminarias mal orientadas. Lo ideal es alumbrar hacia el suelo, que no haya un haz de luz que vaya hacia el cielo. A Veiga tuvo que corregirlo, y esa es la línea que debe seguirse», según Dani Keral.

UN TURISTA ESPECIAL

La Fundación Starlight, en marcha para la difusión cultural de la astronomía, turismo de las estrellas, y la iluminación inteligente y ahorro energético, concede sus certificaciones con una serie de asesores, astrofísicos, que hacen auditorías para detectar esas circunstancias que deberían cambiar. Además del desconocimiento, a la contra del cuidado del patrimonio de nuestros cielos estrellados juegan intereses. Ojo a los led, que han disparado la contaminación lumínica global casi un cincuenta por ciento en 25 años. «Las led de luz azul son muy eficientes, pero contaminan bastante más que las anaranjadas, menos eficientes pero ideales para prevenir la contaminación lumínica», puntualiza Dani.

Cumplir para favorecer el turismo Starlight es fácil siguiendo los requisitos de la fundación que guía a los turistas estelares: adecuación lumínica, instalaciones para interpretar el territorio y guías Starlight que puedan hacer una buena divulgación del cielo nocturno. Así se certifica un destino Starlight. En Galicia, hoy tienen este distintivo las Illas Atlánticas, Muras, Costa da Morte y Mariñas Coruñesas y Terras do Mandeo, aparte de Trevinca.

¿Unas vacaciones al uso? Pues no, esta clase de destinos son para un turista especial, «que requiere ya un esfuerzo por ese horario nocturno y la manera. Hay que ir con cuidado, porque hay animales, y se debe respetar ese ambiente en que se mueven, esa parte de oscuridad. No podemos ir armando jaleo y con muchas luces, así no disfrutamos del destino», advierte Dani.

La riqueza de los cielos gallegos es grande y clara para este viajero enamorado da terriña: «Lo que se ve desde aquí, desde A Veiga, no difiere mucho de lo que podemos ver en otros cielos en destinos Starlight. Pero aquí hay algo muy especial. Lo especial de Galicia es que cada territorio aporta unos extras. En Trevinca, por ejemplo, estás en una zona de alta montaña, donde la fauna cambia, los sonidos nocturnos cambian, y eso lo hace muy diferente a otros territorios. El paraíso verde que tenemos en este rinconcito de la Península aporta un valor extraordinario al destino Starlight».

¿Qué pasa, entonces, si perdemos las estrellas?, aparte de desaprovechar un motor de turismo singular... «Que podemos perder la conciencia de que el nuestro es un planeta infinitesimal en el universo, la conciencia de que tenemos una repercusión sobre la naturaleza. Si perdemos esta cosa que nos lleva a ver el universo y quitarnos ese ego de creernos el centro del universo, ¡no podemos salir a la estratosfera! Nosotros, que no somos astronautas, tenemos en las estrellas ese punto de conexión con el universo», ilumina Dani, que heredó de su padre, coruñés, la costumbre de venir a Galicia a veranear. «Para mí, Galicia era de niño la segunda casa, especialmente Coruña —cuenta este viajero creativo—. Al conocer a Eva y decidir hacer nuestro camino juntos, la decisión fue: ‘Vamos a vivir aquí’. La forma que tiene Galicia va muy con mi forma de ser, de naturaleza, de mar... Hay muchas circunstancias culturales y tradicionales de Galicia con las que conecto. Y es otro de los tesoros que me hacen estar muy enamorado de Galicia», se declara el cartero de los cielos de A Veiga, que solo escriben a quien los quiere leer.