María se quedó embarazada a los 47: «Lo conseguí con mis propios óvulos, dije: "Ahora o nunca"»

YES

CARMELA QUEIJEIRO

Siempre tuvo muy presente que quería ser madre, con pareja o sin ella, por ello hace unos años se sometió a un tratamiento para preservar su maternidad

04 nov 2023 . Actualizado a las 10:58 h.

El camino de la maternidad de María comenzó hace siete años cuando su amiga Silvia, junto con Ana y Mariam, la convencieron de que congelara los óvulos. Ellas fueron el impulso, la gasolina para arrancar en esta aventura, pero también el hombro en el que apoyarse en un recorrido que ha tenido rosas y espinas. Tenía 40 años y la idea muy clara de que en algún momento de su vida quería ampliar la familia, fuera sola o acompañada. Los mensajes de sus amigas le calaron, también las dificultades que una de ellas estaba encontrando en el proceso de fertilidad, por lo que decidió preservar su maternidad. En una primera punción le extrajeron 10 óvulos, 9 maduros (óptimos) —«nadie se lo esperaba con mi edad», apunta—, y seis meses después repitió el proceso, aunque no obtuvo el mismo resultado, solo consiguió 4. «Solo unos meses después me bajó muchísimo la reserva ovárica, pero yo lo achaco al estrés. Aun así, el drama que viví.... », señala. «Yo quería ser madre con pareja o sin ella —añade— me daba igual, ya tenía mi banco de óvulos, y si aparecía alguien, bien, y si no, también». Si ese momento no era el adecuado para estrenarse como madre, uno o dos años después, cuando el deseo se combinó con la oportunidad, por problemas familiares se vio obligada a posponerlo. La situación le impedía concentrarse en otros asuntos, y menos en traer a un niño al mundo. «En ese momento me agobié muchísimo, quizás me arrepiento, no fui valiente, a lo mejor tiré para delante y ya está».

Cuando el problema se resolvió, hace ahora un año, lamentablemente con el fallecimiento de su padre, decidió que no lo podía retrasar más. En ese momento compartía su vida con alguien, por lo que no le quedó otra que plantearle la situación. «Le dije: ‘Yo quiero ser madre, tengo esto guardado, de forma natural no lo vamos a conseguir, ya que llevamos tiempo intentándolo, y tenemos una cierta edad, por lo que dijimos: ‘Ahora o nunca'», señala María, que si algo lamenta es no haber tomado un par de años antes la decisión para que su padre hubiera podido disfrutar del bebé que viene en camino.

Pero esa es la única espinita que tiene, por lo demás no le preocupa nada de la edad a la que ha decidido quedarse embarazada. «Absolutamente nada, y a los que puedan pensar que estamos locos les diría que el momento lo decide cada persona. El otro día me encontré con unos vecinos que me dijeron que estaba en una de las mejores edades, porque tenía una tranquilidad que, a lo mejor, ellos no habían tenido, porque fueron padres muy jóvenes. Es verdad que lo estamos viviendo de otra manera, no tenemos tanto nerviosismo. Ni miedo, estamos preparados para lo que sea, porque, además, por mucho que tú te prepares, depende de cómo sea el carácter del bebé», señala, a la vez que confiesa que se siente juzgada por su decisión, de la que ya ha escuchado comentarios nada positivos. «Es que los demás no saben lo que hay detrás para que antes no pudiera ser madre. Me hubiera gustado, pero no pude».

Insiste en que tenía muy claro que había llegado su momento, y la persona adecuada —aunque de no haberla encontrado hubiera tirado para delante igualmente— así que era importante dejar bien claro cuáles eran los pasos a seguir. «Le dije: ‘Si lo hacemos, lo hacemos ya', pero también planteándole que si no me quedaba con los óvulos que tenía congelados, lo iba a intentar con otros donados. Yo iba a respetar la decisión que él tomara». Sin embargo, su novio nunca dudó, su deseo de ser padre era inmenso y estaba totalmente de acuerdo con María de los pasos a dar.

No había tiempo que perder. Enseguida empezaron con las pruebas, y también con los nervios. «Teníamos 13 óvulos congelados, mi pareja estaba superpreocupada por qué íbamos a hacer con los que nos sobraran, pero yo siempre fui con más cautela, de paso a paso, porque venía de un proceso largo, que había empezado hace siete años, y tenía la mente más fría». La intuición no le falló, porque de los 13 solo se salvó uno. Solo había un intento, el que finalmente prendió. «Pero no hay que perder la esperanza, a veces con dos es suficiente», apunta. Señala que en la clínica IVI de Vigo, donde se realizó el tratamiento, fueron muy claros en todo momento. «El doctor Muñoz es un genio, te dice las cosas como son, pero siempre con mucha positividad, y eso te lo acaba transmitiendo», indica María, que solo tiene palabras de agradecimiento para quienes les han ayudado a cumplir su sueño. 

No cierra la puerta

Recuerda que el día que les comunicaron el positivo no podía tragar ni una aceituna. «Fue, sin duda, el más feliz de nuestras vidas», confiesa María, que se tomó un tiempo antes de contarlo para asegurarse que todo marchaba según lo previsto. «Mi pareja estaba que no se aguantaba, le faltó poner una pancarta», dice riéndose. Están felices, deseando que llegue marzo. «Creo que voy a ser más infantil que el bebé. Para mí un bebé te da la vida, te la alarga, te rejuvenece, te hace tirar para delante, no te metes en casa, sino que tienes que estar todo el día en movimiento» opina sobre su futura próxima maternidad. Respecto a cuánto le va a cambiar la vida con la llegada de la criatura, que de momento no tiene nombre, apunta que más que renuncias son elecciones. «Hay que elegir entre tener responsabilidad o no tenerla, pero eso no pasa solo por tener un hijo, también con una pareja, con un trabajo, con tener a alguien a tu cargo... Renunciar sería no haber intentado ser madre, eso sería renunciar a algo que solo puedes hacer una vez en la vida».

Todavía no ha nacido su bebé, pero no cierra la puerta a repetir experiencia más adelante, aunque es consciente de que tendría que recurrir a la ovodonación. «Nunca sabe. Hay mucho tabú con ese tema, pero en mi opinión, quizás soy abierta de más, creo que engendres o no, sea de tu óvulo o no..., el tenerlo dentro de ti crea un vínculo inquebrantable. Pero es como si empiezas con una pareja y tiene un niño pequeño, un niño es un niño siempre, lo vas a acabar queriendo como si fuera tuyo. Yo conozco a una pareja que no tiene hijos propios, pero sí de uno de los dos, los han cogido desde muy pequeños, y los quieren como si lo fueran», señala esta gallega de 47, que insiste en que cada uno elige cuándo es el momento, y «que todo hay que intentarlo».