Dani Sánchez-Crespo, divulgador y profesor universitario: «Se puede aprender a ser inteligente»

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Este profesor universitario señala que el punto de partida para ser más inteligente es «recuperar el tiempo». Y una vez que tengamos el control, llenar el cerebro de técnicas que nos permitan hacer conexiones que, «a priori», no son evidentes

23 dic 2023 . Actualizado a las 10:33 h.

Dice Dani Sánchez-Crespo (Barcelona, 1974), autor de Pensar más, pensar mejor, que la parte entrenable de la inteligencia es mucho mayor de la que creemos. Es, según este divulgador y profesor universitario, cuestión de técnica y de práctica. Como tocar el piano. «Con la inteligencia tenemos un cliché cultural muy absurdo, y siempre nos referimos como si fuera un talento, y no es así», asegura quien saltó a la fama con sus hilos de X (antes Twitter), que acumulan millones de visualizaciones.

 —Una motivación clara para leer el libro: al final serás más inteligente.

—Tenemos una especie de cliché mental de que la gente inteligente lo es por arte de magia, y yo intento demostrar que no es así, que realmente la gente inteligente lo es porque usa trucos y técnicas, tiene un entrenamiento, que lo podría tener cualquiera, lo que pasa es que los colegios se han centrado en un aprendizaje de otro tipo, y no se ha priorizado tanto esto, pero si se hiciera, podríamos hacer a la gente más inteligente.

 —¿Se aprende a ser inteligente?

—Absolutamente. Y esto lo digo como profesor de universidad con 20 años de experiencia, fijándome un poco en las conductas de alumnos —he tenido miles a lo largo de los años—, dándome cuenta de que mucha de esa gente inteligente estaba repitiendo sistemas o formas de trabajar, que son absolutamente repetibles.

 —¿Es cuestión de práctica o de técnicas?

—Son dos caras de la misma moneda. Por un lado, tienes que saber cuáles son las técnicas, y por otro, tienes que practicarlas. Es como tocar el piano. Las blancas van así, las negras así, esto es un acorde... Eso sería la técnica, y luego falta la práctica, que tú te tires un rato cada día tocando. Y llegará un momento en que la gente dirá: «Oh, qué talento tiene». Y tú pensarás: «Talento ninguno, lo que hay son mil horas ejercitando». Evidentemente, hay unos condicionantes vitales. Por ejemplo, si tengo los dedos más largos, podré tocar mejor, pero la parte que es aprendible es muy alta. Y con la inteligencia no nos hemos dado cuenta, la parte entrenable es mucho mayor de lo que pensamos.

 —Pero por naturaleza uno puede ser más habilidoso para tocar el piano...

—Sí, pero... Yo cuento mi propio ejemplo. Yo soy asmático y, a pesar de eso, soy buceador de apnea. ¿Por qué? Porque he conseguido superar mis condicionantes a priori a base de entrenamiento. Con la inteligencia tenemos un cliché cultural muy absurdo, y siempre nos referimos como si fuera un talento, «Dani es brillante» o «Perico es tonto», y no es así.

 —¿Qué técnica podríamos aplicar a nuestro día a día para pensar mejor?

—Por ejemplo, la técnica Scamper, no es mía, la inventó un señor en los años 60, y sirve para diseñar nuevos productos o servicios. Cada letra significa una operación. S (sustituir), C (combinar), A (adaptar)... Coges tu producto y le vas aplicando esa letras para imaginarte productos nuevos. No tienes que tener ningún talento para aplicar ese sistema, y estás teniendo ideas. Se lo explicarás a tu jefe, y te dirá: «Esta chica es superinteligente», por dentro te estarás riendo y pensando: «No, no lo soy. Estoy usando un sistema». Otra parte importante de la inteligencia es explicarse bien, saber comunicar nuestras ideas a los demás. En el libro doy un marco con cinco patas, el sistema Baila, cada letra significa un paso, y si la gente lo aplica, se explicará mejor, y otra vez dirán: «Es superinteligente, qué bien se explica». Y de nuevo pensarás: «No es verdad, he aprendido un sistema».

 —Hay gente que no sabe explicarse.

—Esto lo he visto yo, sobre todo, en el mundo universitario, y es una pena. Te encuentras gente que tiene una inteligencia descomunal, y esa inteligencia se ve ofuscada por la incapacidad para explicarse. Profesores brillantes que se explican fatal. Es una de las cosas que tradicionalmente asociamos a la inteligencia. Una persona inteligente, normalmente, debería ser capaz de explicar bien lo que piensa.

 —¿Resta no comunicar bien?

—Hace que no brilles, es como ponerle un cristal tintado a tu inteligencia de forma que no traspase.

 —Cuando alguien destaca por su inteligencia, en realidad, ¿qué nos está llamando la atención?

—Muchas veces la inteligencia se basa en ver lo que otros no ven. Cuando ves que una persona hace una conexión no evidente, que no se le había ocurrido antes a nadie, impresiona. Por ejemplo, un invento inteligente: cuando Apple combinó el móvil Nokia antiguo que teníamos, con la cámara de fotos y con el asistente personal. Lo que intento es enseñar a encontrar estas relaciones no evidentes de forma mecánica.

—Hay una parte innata y otra, muy grande, aprendible. ¿Pero hay que tener predisposición, no?

—Lo que hay que tener es tiempo. Vivimos en un mundo moderno, que es una maravilla a nivel de medicina, de sanidad, de derechos; en cambio, hemos cedido en otras cosas que no debíamos haberlo hecho, y una de ellas es el control de tiempo. Nuestro tiempo nunca es nuestro. Ya sea por la avalancha continua de propaganda, por las redes sociales... nunca estamos solos con nosotros mismos, y eso es fundamental para poder pensar, y, por tanto, para aprender. Yo abogo por una recuperación del tiempo, yo dedico capítulos enteros a la concentración, lo que yo llamo desconectar del mundo. Ser capaces de cortar todos los estímulos externos, porque quiero dar un paseo y estar solo conmigo mismo, y plantear un problema que me preocupa, tomar alguna decisión... El punto de partida para ser más inteligente es recuperar el tiempo.

 —¿Esos momentos escasean?

—Escasean por voluntad propia, porque hemos cedido el tiempo. No es que nos obliguen a estar en X (antes Twitter) o en Instagram, no, somos nosotros mismos. Lo que tenemos que hacer es dejar el móvil. Yo por las tardes salgo a pasear sin él. Cuando éramos pequeños no había móviles, y no pasaba nada. Esa idea de que a golpe de clic tienes el estímulo, me parece tóxica. Tenemos que poner en valor la soledad, es importantísima para poder reflexionar.

 —¿En qué deberíamos cambiar nuestra forma de pensar?

—Nos hace falta espíritu crítico. Es curioso, porque tenemos más información que nunca, pero la usamos peor que nunca. Me refiero a las fake news, a la manipulación, a los rumores... Para sobrevivir en el 2024 tenemos que ser muy buenos filtrando información, porque nos llega una avalancha descomunal, y ya sea desconectando o diferenciando lo que es verdad y lo que no, tenemos que estar a la altura de los tiempos que corren.

—«Messi no es un genio, es una cuestión de estadística».

—Este caso está muy estudiado. ¿De dónde sale un Messi? Me lo invento: sale de tener mil jugadores de Primera División muy buenos, y estos salen de 50.000 jugadores de Tercera División, y estos a su vez de millones de chavales jugando por la calle. La selección es como una pirámide, en la que arriba están los brillantes, que en este caso sería Messi, pero lo que hay que hacer es nutrir la base. Y esta es una de mis tesis: tenemos que entrenar millones de niños y de adultos para pensar mejor, porque así, por este sistema, realmente generaremos la brillantez. Realmente, es un proceso de estadística. ¿Por qué hay tantos jugadores de fútbol buenos en Brasil? Porque hay una masa de niños jugando en la calle descomunal, lo mismo pasa en España. En cambio, en China no pasa.

 —Propones aplicarlo a la inteligencia.

—Sí, pero el esfuerzo no tiene que ser en ese 1 % más brillante, sino en la totalidad de la población, para intentar que toda suba el nivel, y esto nos genere beneficios.

 —¿Nuestro cerebro funciona tanto en modo manual como en automático?

—Sí, el rápido-automático y lento-manual. Si yo te digo: «¿Cuánto es uno más uno?, ni siquiera tienes consciencia de estar pensando, directamente dices: «Dos». En cambio, si te digo: «¿Cuántas aes hay en ‘Mi mamá me mima'? o «¿Cuánto es 31x21?». En ese momento, tu cerebro se pone a la defensiva, y necesita encenderse porque tiene que pensar. Yo propongo llenar con el máximo número posible de técnicas ese modo manual, porque es donde se aplican. El modo automático es muy peligroso, porque cuando no pensamos de modo consciente, entran los prejuicios y los sesgos.

 —Cuando no encontramos solución a un problema, lo mejor es pensar qué haría Barack Obama.

—Cuando nos obcecamos es porque estamos dando vueltas en círculo. Hay una técnica, que está muy estudiada y que no es mía, la mayoría no lo son. Muchas veces quienes estamos atascados somos nosotros, pero si te pones en la cabeza de otra persona y piensas qué haría, ya sea Barack Obama o un niño pequeño, para resolver el problema, esa técnica de creatividad nos puede ayudar a encontrar otras perspectivas. El pensar que eres otra persona te puede abrir otras posibilidades. Es una forma muy típica de resolver problemas.

 —A estas siglas que últimamente se han puesto de moda Fomo, tú propones Jomo, que es la alegría de ser dueño de nuestro tiempo.

—Todas las redes sociales se basan en un principio que es el Fomo (Fear of Missing Out, ‘miedo a perdernos algo'), y ante eso cada vez más hay una corriente de gente que habla del Jomo (Joy of Missing Out), que quiere decir: «No me entero de lo que está pasando, y, francamente, no me va mal». Por ejemplo, yo no veo series, sigo superpocas. Cuando alguien dice: «¿Has visto el final de Breaking Bad?». Yo respondo: «No tengo ni idea de lo que es». He visto tres o cuatro en mi vida porque me interesaban, no sé lo que es Juegos de tronos, ni Breaking Bad, tengo otras cosas que hacer con mi vida. Todo nace de recuperar el control de nuestro tiempo, y darse cuenta de que en el mundo moderno nos han creado 30.000 estímulos para que no sea nuestro, sino de una campaña de márketing, de una red social o de esa serie... Cuidado, si a alguien le gusta Juego de tronos, que lo disfrute, solo faltaría, la idea es que no hagamos cosas por la inercia del grupo, que no sintamos que nos empujan a hacer algo, porque estamos perdiendo el tiempo. Lo único limitado en la vida es el tiempo. Dinero puedes tener más o menos; amigos, también, pero el tiempo solamente se va. De ahí viene el Jomo, una idea que viene de Estados Unidos, y cada vez más gente lo hace, que es comenzar a desconectar del mundo.