Carlos estudió una carrera, pero es funcionario gracias a la FP: «Mi sueldo se incrementó en un 70 %»

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El ciclo le puntuaba muchísimo más que la carrera para ascender dentro de rama de la Administración. «Compaginé mi trabajo a tiempo completo con los estudios, pero es asequible», asegura
02 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Estudió la carrera convencido de que iba a poder ejercer, pero, de momento, eso no ha pasado. Y es complicado que pase, a juzgar por el camino que ha tomado su vida laboral. Carlos (el nombre con el que quiere preservar su anonimato) estudió Pedagogía, incluso completó su formación con un máster de secundaria, el antiguo CAP, que lo habilitaba para ser profesor. Aunque la opción más viable para hacerse un hueco en el mercado laboral con su formación era la de opositar, confiesa que en el 2015 «la crisis seguía muy encima y las plazas se contaban a cuentagotas». «Salí un poco desilusionado de la carrera, veía pocas salidas, una opción que me planteaba era estudiar una oposición para dar clase en secundaria, pero en ese momento acababa de terminar el máster, y no tenía muchas ganas de seguir estudiando», señala este asturiano de 33 años. Sin oposición, la salida laboral pasaba por un colegio privado o concertado. Optó por enviar algún currículo, pero no hubo suerte. Era consciente de que era complicado, porque buscaba una plaza de orientador, y suele haber una o dos por centro. Enseguida se puso a trabajar. Aunque su futuro acabaría ligado a la Administración, la de su primer trabajo no era pública, sino de loterías. Después estuvo varios años en una compañía de teléfonos, tanto de operador como de comercial. Llegó a tener un contrato indefinido, y aunque no era lo suyo, aspiraba a poder trabajar en el departamento de formación de la empresa. Pero la sombra de la Administración empezó a aparecer por su cabeza. Sus padres son funcionarios y «el tema público siempre le había llamado la atención».
«Así que me puse a estudiar y saqué la oposición de auxiliar administrativo del Estado, una de más bajo nivel que la que me correspondía para ejercer con mi carrera. La saqué, pero es lo que es. El sueldo da lo que da, y aunque estaba contento, porque tenía horarios muy buenos, y mucha estabilidad, un tiempo después empecé a darle vueltas a la idea de progresar», indica Carlos. Si la opción pasaba por la rama de la pedagogía «lo tenía complicado», y sabía que suponía empezar de cero otra vez, pero siempre podía mejorar dentro de la Administración. «El ascenso pasaba por un concurso oposición: unas pruebas y un baremo, en el que me contaban un montón de cosas, pero, por ejemplo, la carrera me contaba muy poquito, y en cambio tener el título de FP de Administración y Finanzas, mucho. Si la carrera me contaba un punto, la FP, nueve, porque era específica para la plaza y la titulación de Pedagogía no. No optaba a un puesto de licenciado o graduado, sino de técnico», explica.
Trabajo y estudios
Hubo poco que pensar. El futuro pasaba por cursar esa titulación que tenía mucha importancia para lograr un puesto mejor. Un amigo suyo le habló de la buena experiencia que había tenido con Ilerna, un centro de formación profesional oficial, pionero en este tipo de titulaciones a distancia. Una posibilidad que sin ninguna duda le despejó el horizonte. «No era el típico centro de FP al que tienes que ir todas las mañanas de lunes a viernes. A mí me cogió justo cuando la pandemia, y lo hice todo online. Los exámenes también. Empecé cogiendo unas pocas asignaturas de primero, y fui poquito a poco. En un año y medio lo saqué», indica Carlos, que se reafirmó en que había sido la mejor opción. «A mí estudiar me resultó muy cómodo, porque podía ir amoldando las asignaturas un poco a lo que yo quería o al tiempo que tenía. Si estaba apurado, me matriculaba de dos, o de una... O si veía que ese semestre tenía más tiempo libre, pues cogía más... Es muy, muy flexible. Además, las clases las puedes ver en directo, pero las suben a la plataforma y las ves cuando quieras. Y a veces ni las necesitas, si te llega con los apuntes. Las prácticas también las van colgando, y las vas haciendo. Eran muchas, eso sí, tenías que estar un poco en el lío y organizarte bien si trabajabas, como era mi caso, porque daban bastante trabajo, y contaban mucho».
Aun así señala que no le resultó complicado compaginar su trabajo a jornada completa con los estudios. Le dedicaba un tiempo todos los días, un par de horas, sobre todo para realizar las prácticas. «Depende de la persona, yo también venía de una licenciatura, y no diría que la FP era fácil, porque había muchas prácticas y exámenes, pero era asequible. Se podía asumir perfectamente con el trabajo». Cuando consiguió la titulación, al cabo de un año y medio —las prácticas se las convalidaron con su trabajo— se pudo presentar. «La FP me dio muchos puntos, y junto con la prueba y otras titulaciones, más antigüedad, conseguí ascender». Pasó de ser personal laboral a funcionario, y esto se tradujo en una mejora notable de sus condiciones. «Más estabilidad y mejor sueldo; no lo duplico, pero casi, se ha incrementado en un 70 %. Pero no solo es eso, es la subida de todo, del salario base, de los complementos, en los trienios... Subí de categoría, pasé de ser funcionario de grupo C a B».
Carlos está muy contento con su actual puesto de trabajo en la Administración Pública, le gusta lo que hace, y aunque no pretende denostar lo que ha conseguido, no oculta que le queda la espinita de no poder trabajar en algo relacionado con su formación, algo que no descarta hacer en el futuro. «No es fácil, Pedagogía es parecido a Magisterio. Es una carrera superior, muy teórica, un estilo Filosofía o Historia, que puedes optar a departamentos de Recursos Humanos o de Atención Temprana, aunque lo más obvio es ejercer en secundaria de orientador laboral, y aquí las plazas son muy limitadas, en los institutos hay alguno, pero no varios, así que si no opositas, nada. Salí al mercado en un momento complicado, es verdad que en los últimos años se han aumentado las plazas, pero en aquel momento eran muy poquitas», señala. Ahora, con la perspectiva que da el tiempo y la experiencia que lleva en el cuerpo, si volviera a sus 18 quizás «habría empezado por una FP o por algo con más salida, por ejemplo, relacionado con la Ingeniería Informática». «No soy una persona a la que le guste arrepentirse, y creo que la carrera me ha servido de mucho, en otros sentidos, aunque no te lo sepa explicar», apunta.
Cambio de mentalidad
En muchos casos, asegura, la principal opción tras finalizar el bachillerato es matricularse en la universidad. «Es una cosa cultural de este país, a mí en mi casa no me dieron ‘elección‘, me dijeron: ‘Estudia una carrera, ya que puedes'. Y piensas: ‘Qué tontería, no tengo que estar cerrado a estudiar la carrera en el futuro y antes la FP'. Lo veo muy diferente ahora a como lo veía entonces. Si tuviera 18 me plantearía una FP, y luego qué sé yo... pero quizás seguir estudiando. Tienes convenios con otras universidades, yo ahora podría convalidar un año de ADE, hay mil opciones...». Carlos no se arrepiente de estudiar aquello que en su momento vio como mejor opción, solo que lamenta no haberse incorporado antes al mercado laboral. «Hubiera tenido más dinero, y me hubiera permitido formarme más. Al final, son cinco años más el máster. Yo sí que fui cogiendo trabajos mientras era estudiante, de árbitro de fútbol, daba clases particulares, pero dan para lo que dan... ».
Afortunadamente, cree que esta mentalidad de tener que estudiar una carrera sí o sí está cambiando, aunque a nivel de opinión pública, de la calle, opina que sigue estando no muy bien visto el no pasar por la universidad. «Hay otras opciones que no están tan mal, no todo el mundo tiene que tener una carrera, hay ciclos muy prácticos para ganarse la vida. A mí me parece una tontería, hay muchos títulos de FP que son más prácticos que una carrera. E independientemente de lo que te aporte la titulación universitaria, muchas veces sales con una mano delante y otra detrás».
Él está muy satisfecho de la decisión que tomó en su día, y anima a los que no sepan qué hacer o tengan un trabajo que no les llena a dar el paso. «Creo que cuesta, sobre todo tomar la decisión, porque ves todo el ciclo por delante, pero puedes empezar poco a poco, coger unas cuantas asignaturas y ver cómo te va. ¿Qué pierdes? Un poco de dinero, solo. Enseguida ves que va pasando el tiempo, que pasa muy rápido, y una vez que estás metido en el curso, todo va volando. Lo gordo es decidirte, luego vas viendo que apruebas, y te parece asequible. Y si se va a traducir en un trabajo más estable, y mejor sueldo, merece la pena».