De un 14 en selectividad a 14 matrículas en la carrera: «Nunca me han dado una beca»

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Fuera de serie. Obtuvo la mejor nota en la EBAU de su año y su expediente en la carrera tiene una media de 9,61. Ya ha publicado cuatro libros, trabaja por las tardes dando clases y traduce novelas. ¡Y solo tiene 19 años!

12 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo de María Cuadrado no es normal. Esta joven malagueña, concretamente de Fuengirola, tiene un expediente de diez, en el sentido más literal de la palabra. Desde niña siempre ha sido sobresaliente. Su nota más baja en toda su etapa escolar ha sido un 8 en cuarto de primaria. Nunca ha suspendido ningún examen. Lo único que se le ha resistido ha sido un dictado musical en el conservatorio. Es decir, que mientras la profesora tocaba una pieza al piano, los alumnos tenían que escribir las notas. Pero más allá de este tropiezo, su media siempre ha estado en la excelencia. El año que fue a selectividad sacó un 14, la máxima puntuación: «La tarde antes de que salieran las notas, recibí una llamada desde un número oculto. Creía que me querían vender algo. Preguntó por mí y me dijo que era el vicerrector de la Universidad de Málaga, que me llamaba para decirme que había sacado un 14 en selectividad. Le tuve que pedir que lo repitiera. Luego, me explicó que tenía la costumbre de llamar siempre a la mejor nota de Málaga» y de las mejores de España.

Por si esto fuera poco, María también es escritora. Acaba de publicar su último libro y el primero de poesía Acuérdate de mañana, con la editorial Valparaíso. «Ese es el nombre de uno de los poemas, que es el más representativo. Es un libro sobre el primer amor. Realmente no conoces a la persona, lo que haces es rellenar huecos. Te enamoras casi de una idea. Y es algo que empieza, se desarrolla y termina en tu cabeza. Pero no por ello te hace menos daño. Tú tienes una idea de futuro con esa persona que, en realidad, nunca pasa. Por eso se llama Acuérdate de mañana, acuérdate del futuro que no fue», dice María, en alusión al primer amor que vivió en primero de carrera. Pero este no es su primer libro, hace apenas un año ya publicó otro libro, Todo y nada, nada y todo, que se agotó el primer día en Amazon y en las librerías que lo vendieron. Y anteriormente ya había escrito varios libros en inglés. Ella misma se autoeditó su primera novela, Beyond, en el 2020, y publicó la segunda, también en inglés, con una editorial india, So long as I'm with you (Mientras esté contigo). Fue en el 2021, justo el año en el que se presentó a la selectividad. Ahora tiene en mente publicar también un thriller.

Nota media de 9,61 

Mientras escribe en sus ratos libres, María estudia Traducción e Interpretación en la facultad de Málaga. No hace falta decir que le va de maravilla. Su nota media en la carrera es de 9,61 y entre los dos primeros cursos ya acumula 14 matrículas. Ahora, que está en tercero, todavía está pendiente de conocer el resultado de las notas del primer semestre. Pero no sería aventurado augurar que irán en la misma línea. Eso sí, a pesar de tener un expediente brillante, María se queja de una sola cosa: «Menos mal que con las matrículas de honor me sale más barato estudiar —por cada una de ellas, tiene en el curso siguiente un descuento en las tasas—, porque a mí no me dan becas. Nunca he recibido ninguna beca de ningún tipo». La razón de ello es que el nivel económico de sus padres es superior al estipulado para conceder esta subvención. Pero ella insiste en el que esfuerzo también debería estar recompensado. «Mis padres tienen más del ingreso mínimo que hace falta y nunca me dan nada. La verdad es que me sienta bastante mal porque, para empezar, el dinero de mis padres es de ellos, no mío. Y para seguir, es que a mí me vendría muy bien una beca porque vivo en Fuengirola —son 33 kilómetros por trayecto— y no sabes el dinero que me gasto en gasolina para ir a clase todos los días». Así, el debate está servido: ¿deberían los mejores expedientes de cada promoción obtener una beca por sus brillantes notas?, ¿además de facilitar el acceso a la universidad a aquellos que no tienen posibilidad económica, también se debería premiar la excelencia?

A pesar de ello, María reconoce que intenta sacarse un dinero extra dando clases particulares por la tarde. Lo que la obliga a no tener ni un minuto libre. «Estoy bastante agobiada. Siempre voy mal de tiempo. Pero, últimamente, voy bastante peor, porque cada vez tengo más cosas que hacer y el día sigue teniendo las mismas horas y ese es un problema. Este último semestre ha sido terrible. No he tenido tiempo realmente para hacer las cosas. No me da la vida. Escribo cuando puedo, y estudio también cuando puedo».

Traduce libros

Otra de las cosas que no perdona, además de dar clases particulares, ir a la facultad y escribir libros, es el deporte: «Durante el curso hago tres días a la semana crossfit, pero si estoy de vacaciones cuatro o cinco. Puede parecer frívolo, pero para mí es vital», es una forma de liberar el estrés y de cuidarse. Y encima, también trabaja de traductora para la editorial con la que publica sus libros. «Voy a intentar hacer deporte por la mañana y organizarme las clases de otra manera, porque también me salen trabajos de traducción. Está guay ejercer de lo que estás estudiando».

Con este ritmo de vida, reconoce que no tiene un planning de estudio propiamente, como sí tenía en bachillerato y se define como «desastrosa» en ese aspecto. «Lo voy sacando como puedo y por ahora bien. Pero no tengo horas al día porque mis días son distintos. Y no paran de surgirme cosas. Luego también tienes que vivir. Es complicado», asegura. Porque claro, con casi 20 años, también le toca divertirse. Pero hasta en eso organiza el tiempo: «Me gusta salir, pero no por la noche. Prefiero el día. Ir a merendar o a echar el día en algún lado. Te podría decir un montón de motivos por los que no me gusta la noche. Para empezar, considero que se pierde un montón de tiempo. Entre que te arreglas y te vas, estás allí... luego te acuestas supertarde y al día siguiente también te levantas supertarde... Al final estás perdiendo dos días para un rato. Y, luego, tampoco me gustan las aglomeraciones ni los ruidos».

Por tener un expediente académico tan brillante, más de una persona le criticó que no hubiera escogido otra carrera más difícil a la que podría acceder sin problema, pero en su elección primó, justamente, ese aspecto. Siempre lo tuvo claro cuando llegó el momento de elegir grado: «Yo no quería una carrera difícil. Ya me había matado cuando tocaba. Quería una carrera que me gustase y que me dejase tiempo para escribir, que es lo que quiero». Y lo mismo le sucede con su futuro laboral: «Me gustaría tener un trabajo que me deje tiempo para escribir. Imagino que también haré un máster». Pero ese futuro todavía lo ve a largo plazo y reconoce que no tiene prisa por independizarse porque está muy a gusto viviendo con sus padres. Lo que es seguro es que María conseguirá hacer todo lo que se proponga.