Alvarito y Merceditas, los reyes del carnaval: «Perdimos la vergüenza antes de dejar el chupete»
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Merceditas y Alvarito representan la figura del choqueiro, ese que se disfraza con lo que encuentra en un armario y con el presupuesto de un conejo de monte. Siempre se pavonean solos y atrapan por su ingenioso humor
09 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Hay mil maneras de disfrutar del carnaval. Incluso no está mal visto ir calzado con unos castellanos, vestido con un pantalón de pana beis, un suéter azul marino y abrigado con un Barbour. Porque ir de mirón es también participar de una de las fiestas más queridas e inclusivas de Galicia y del mundo entero. La costumbre de disfrazarse la piel hasta que los gusanos quieran ha estado siempre relacionada con el ser humano: del hombre del Neolítico al de la taberna del puerto, del que actualiza las cartillas del banco al fontanero, de la empresaria exitosa al que arma el andamio. Entre las pestañas y las uñas de los pies cabe todo: un bandullo prominente que lucha por huir de un chaleco que hasta en carnaval es feo, un arcoíris de harapos o fardar de una piernas que parecen tronco de palmera.
Cada pueblo o ciudad vende el entroido a su antojo, anclado en su historia. Las Pantallas de Xinzo, los Cigarróns de Verín, los Peliqueiros de Laza, los Felos de Maceda, Los Boteiros de Vilariño, los Xenerais de Ulla, las damas y Os Galáns de Cobres o las comparsas y los choqueiros en A Coruña, entre muchos otros.
Hoy toca hablar de los choqueiros, que no son mejores ni peores, sino distintos. Estos no tienen un uniforme que usan año tras año. Jamás pueden repetir disfraz. Su uniforme es una locura transitoria. No es que lo elijan un día antes y lancen al aire unos trapos y donde caigan ahí quedan. No es eso. Empiezan a pensar lo que se van a poner el año siguiente cuando llegan a casa después del entroido presente. Como las redacciones en el colegio, el tema es libre. No hay más norma que gastar poco dinero o ninguno, ser original, no llevar más compañía que la de los zapatos y, sobre todo, ser gracioso a rabiar y no tener vergüenza alguna. El que vaya con cara de tojo, por muy bien que vaya vestido, mejor que se quede en casa.
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«No basta el disfraz. Hay que interpretar como actor de peli de risa»
En A Coruña defienden un montón esta forma de vivir y de ser. Cuando se acerca febrero, la ciudad solo pregunta de qué irán disfrazados este año por ejemplo, Mercedes Sánchez Guerra, Merceditas, y Álvaro Segade, Alvarito. YES los juntó hace unos días y les fastidió la sorpresa. Este año, Merceditas irá de bruja adivina y Alvarito de velutina. Son dos de los más brillantes representantes del mundo choqueiro coruñés. Ella, que ahora tiene 69 años, y él, a sus 52, no son capaces de poner fecha a la primera vez que se disfrazaron. De muy pequeñitos, seguro. Presumen de que la vergüenza la perdieron antes de dejar el chupete.
No hace falta ni contarlo. Cuando este hombre que de joven fue un destacado bailarín del Rey de Viana sale a la calle el martes de carnaval es como si entrase un rayo de luz en un callejón lúgubre. Nadie da crédito a lo que ve. No necesita comparsa. Él se lo guisa y él se lo come. En la calle de la Torre, el sambódromo coruñés, los paseantes lo acribillan a fotos y piropos. Él posa lascivo. Siempre saca esos morritos pintados de rojo, meneando el pompis como una dama. Su actuación no tiene pausa ni descanso para los anuncios. Lo único que le pone de mal humor es «ver a gente que va disfrazada con cara seria y caminando como si sacara el perro a hacer pis». Para él, el carnaval, «es pura alegría». Afirma que «no basta con conseguir un buen y trabajado disfraz. Hay que interpretar el papel como el actor de una película de risa». Añade este ilustre choqueiro que solo quiere «hacer reír y que la gente se ría conmigo». ¿Pasó alguna vez vergüenza? «Jamás. El día que la pierda estaré ya en el cajón».
Ni el mal momento personal que está atravesando le borra la sonrisa. Cualquiera en su circunstancia se tomaría un entroido sabático. Pero Álvaro Segade echa tierra a sus problemas con un bañador de mujer, unas alitas a la espalda y un aguijón en el trasero.
Arropado por sus amigos
Eso sí, cuando se acuesta por las noches está muy triste. Se acaba de separar. Se ha tenido que ir de casa «sin nada, ni ropa, y sin trabajo». Las últimas semanas lo ha pasado «muy mal». Aliviado por ese ejército de salvación que son los amigos que tiene. Tantos, que unos le abrieron la puerta de casa para darle una cama, otros le ponen un plato en la mesa y lo reciben como si el que invitara fuera él. Este carnaval, sabiendo que Alvarito anda muy mal de cuartos, la propiedad del bar Raxo, en el 24 de la ronda de Outeiro, y unas clientas se ofrecieron a hacerle el disfraz y comprar los abalorios oportunos para convertirlo en la velutina más coqueta. Son Asunción Bahamonde, Yolanda García y María Carreño. Durante días, cosieron, le hicieron pruebas y maquillaron. Pero como tiene más amigos que lo quieren que pelos la peluca que lleva, un taxista llamado Donato lo llevará gratis a la calle de la Torre y lo devolverá a casa por la noche. El pasado sábado estaba ya más contento después de posar para el YES y abrazarse a Merceditas.
Fue el broche a una llamada que le hicieron hace unos días para ofrecerle un trabajo como cuidador de personas mayores, que es su profesión. Será interno y, sobre todo, cariñoso. Tener a Alvarito al lado, día y noche, es una bendición. Su fama en A Coruña lo llevó a tener placa propia en la calle San José, uno de los más grandes choqueiros de la historia de la ciudad y promotor como nadie del carnaval.
Segade fue uno de los que tomó el relevo. Pero no uno cualquiera. Él es el más provocador, el que menos se disfraza llevando muchas veces el mejor disfraz. Porque le han llovido premios. Porque para los choqueiros, la gracia no está en lo laborioso de un traje o en lo imaginativo, sino en lo desvergonzado, en el poder de despertar más carcajadas. Y Alvarito, como Merceditas y muchos otros, van muchos pasos por delante.
Choqueira del año 2023
Merceditas es encantadora. De esas mujeres que todo el mundo querría de vecina y amiga. No es choqueira en febrero, es choqueira todo el año. Dice que, sea lunes o jueves, en cualquier estación de año, está viendo la tele o leyendo un libro y de pronto le apetece disfrazarse. Frente al espejo, coge una pañoleta en un cajón, una falda en un rincón y un abrigo en el perchero, se pinta y se ríe sola. «Voy comprando en mercadillos cuando veo cosas que me pueden servir», cuenta. Este año trabajó un traje de adivina. Tras los festejos, será guardado con el resto de su colección. Presume de tener «tres trasteros para poder guardar todos los disfraces. Los conocidos me llaman siempre para pedirme alguno». Además de comprar, hay diseños que realiza ella misma. «Cuando fuimos a Disney, en París, me hice la falda de Minnie Mouse con unas cortinas de la furgoneta de mi hijo. Fui vestida así en el avión», comenta Merceditas, que dice: «Yo no tengo vergüenza, me encanta que me miren y se hagan fotos conmigo». Sin duda, este martes acaparará todas las miradas.
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«Pedí a mi familia que me entierren con un disfraz»
Confiesa que conoció a su marido estando él vestido de mujer. «Yo iba de gatita, con los bigotes y todo», rememora, mientras revuelve en el armario de su móvil disfraces y más disfraces. Esta mujer que ostenta el título de choqueira del año 2023 solo fue en comparsas dos veces en su vida. Dice que no le gusta, porque su alma es choqueira. «A mí me gusta ir sola, prepararme con lo que tengo en casa», dice Merceditas, subida a sus zapatos rojos y tecleando al aire sus uñas de postín y un anillo con arañas de plástico.
De la tela de una cortina de lunares, Mercedes Sánchez elabora un disfraz con el que recorrer las calles de A Coruña. De Minnie, gaseosa Revoltosa, torera —incluso durante la pandemia— o viuda, la choqueira del año cuenta con una larga lista de disfraces a sus espaldas, pero lo que la ha llevado hasta lograr ese reconocimiento es su espíritu alegre: «El día que me muera le dije a mi familia que quiero que me entierren con un disfraz puesto».