Beatriz Lema, creadora de la Escuela Gallega de Bienestar: «Yo antes parecía un muerto viviente»

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ANGEL MANSO

Tras una niñez marcada por la enfermedad, un inesperado accidente de tráfico cambió el rumbo de esta funcionaria coruñesa. Pidió una excedencia y se convirtió en instructora de «mindfulness»

20 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Beatriz Lema fue una niña enfermiza. Pasó los primeros años de su vida yendo de doctor en doctor por las más diversas dolencias: asma, colon irritable, anemia, metrorragias, intolerancias, rinitis, sinusitis, meningitis, gastroenteritis… Todas las «itis» las tenía ella. Los problemas digestivos y respiratorios le amargaron el instituto. Su historial médico tenía tantas muescas que parecía el libro de una estudiante de Medicina. Ya no podía más. Estaba harta de encontrarse constantemente mal. «A lo largo de mi infancia he padecido de todo. Siempre he sido una persona muy vulnerable a la salud. En algunos momentos, parecía como un muerto viviente».

Quién le iba a decir a esta coruñesa que, con el tiempo, se acabaría convirtiendo en toda una experta en sentirse bien. Porque, hoy en día, Bea Lema se dedica a ayudar a las personas a mejorar su calidad de vida a través de la Escuela Gallega de Bienestar, que ella misma creó el año pasado. ¿Cómo lo logró? Casualmente, fue la práctica del deporte el punto de inflexión. «A partir de ahí, vi que mi salud mejoraba exponencialmente en poco tiempo. En tres meses engordé cinco kilos». Ella, que no había llegado a pesar nunca ni 45 kilos. Al fin empezaba a sentirse un poquito bien. Tanto, que se puso a estudiar una FP del ramo. «Quería hacer INEF, pero iba con los estudios bastante a rastro y decidí cursar Técnico Superior en Actividades Físicas y Deportivas». Siguió explorando y pronto se dio cuenta de la importancia de la alimentación para sentirse mejor.

Pero aún le quedaba alguna prueba más de dificultad que pasar. Un inesperado accidente de tráfico que sufrió en el polígono de A Grela (A Coruña), en el año 2003, la llevó a reorientar su rumbo profesional. Se sacó unas oposiciones y empezó a trabajar en la Administración del Estado, en el Servicio Público de Empleo Estatal, donde estuvo durante más de 15 años. «Al mismo tiempo, convertí la búsqueda de soluciones para recuperar mi salud y serenidad mental en una travesía de descubrimiento». En el año 2016 conoció el sentido del mindfulness y todas las piezas del puzle empezaron a encajar. «Comprendí que emocionalmente también era vulnerable. Soy sensible, me afectan las cosas como a todo el mundo». Así que decidió formarse como instructora de la atención plena. También se sumergió en otros programas que, al fusionarlos con los hábitos saludables, le permiten ayudar a la gente a identificar los factores que pueden mejorar su vida.

Acabó pidiendo una excedencia, y hoy se dedica de lleno a la formación del bienestar tanto a través de la parte física como mental. Ahora está bien y feliz consigo misma. Siente que, con la actividad física, la alimentación y la mente, ha completado el círculo. Si tiene algún problema, sabe cómo gestionarlo. Después de toda una vida de malestar, al fin ha alcanzado el ansiado bienestar, o eso trata de seguir buscando en su día a día. Su historia personal de superación es muy representativa del trabajo que desarrolla en la actualidad, por eso acepta ponerse en el foco para este reportaje.

EJERCICIO Y DESCANSO

Con sede en el Pazo de Arenaza (Oleiros), la misión principal de la Escuela Gallega de Bienestar que dirige Bea Lema es abordar el estrés, uno de los desafíos más significativos de esta nueva era, que afecta tanto a la salud física como mental, y que, a menudo, conduce nuestras acciones y reacciones. «El ritmo de vida frenético, la imposibilidad de desconectar, la sobreestimulación, el consumismo, la contaminación ambiental, una alimentación cada vez más artificial, nuestras relaciones interpersonales, las dificultades económicas o laborales, son algunos de los hechos causantes de que el estrés se convierta en la actualidad en el mayor desafío para la salud pública en general, que afecta al estado físico y mental de las personas, hasta el punto de llegar a incapacitarnos. La respuesta al estrés es lo que hace nuestro cuerpo de forma innata para volver al orden y, para ello, hace uso de todos los recursos vitales para sobrevivir. Cuando no podemos apagar esta respuesta al estrés, es cuando nos volvemos vulnerables a la enfermedad», explica Lema. La fórmula es sencilla. Frente al caos y los discursos internos negativos, ella aboga por un estilo de vida social y activo, una dieta saludable y el contacto con la naturaleza. Frente al malestar, ella propone nutrición, deporte y una correcta gestión interna de nuestros miedos y preocupaciones para alcanzar mayores cuotas de salud y bienestar y sobrellevar el día a día.

Nuestra protagonista tiene una tabla de «influenciadores» positivos y negativos para mejorar nuestra calidad de vida. «Positivos son la alimentación, el ejercicio y el descanso. A nivel mental podemos entrenar la atención. Si somos conscientes de que nuestros pensamientos tienen una influencia en nuestras emociones, mejorará nuestro bienestar», arguye. Huir de las emociones limitantes y adversas y buscar las más tranquilas, así como saber respirar bien, ayuda. Vivir en un entorno natural, con más oxígeno, también. «En mi caso particular, cuando asumí que la alimentación era importante, que la actividad física ayudaba y que la parte emocional contaba mucho, empecé a mejorar», explica. «Es cuestión de ir entendiendo qué es lo que te sienta mal e ir cambiándolo por aquello que te sienta bien», añade.

«Los estudios científicos han demostrado que, con treinta minutos al día de meditación, durante ocho semanas, todos los días, cambia incluso la estructura cerebral». El entreno de la atención es cuestión de práctica. Tampoco el primer día que vas a un gimnasio eres capaz de hacerlo todo. Y no es tan complicado. «Esto va de ser consciente, de saber lo que estás haciendo deliberadamente». Para Lema, la gestión emocional es la base de todo. «Me parece fundamental que aprendamos a escuchar a nuestro cuerpo y sus necesidades, y a parar cuando sea preciso. Que podamos descubrir cómo reconectar con nosotros mismos, con lo que nos hace sentir bien y lo que no». Y a esto también nos ayuda la meditación.

Bea Lema encontró en el mindfulness y en la neurociencia las respuestas que llevaba toda la vida buscando, y ahora las explica en sus formaciones: «Ser coherentes con lo que pensamos, decimos, sentimos y hacemos resulta pacificador y saludable. Para ello necesitamos una mayor comprensión de nosotros mismos, de nuestro cuerpo y de nuestra mente. Se trata de ser conscientes de que no todo lo que nos contamos es verdad. Reconocer y comprender nuestros miedos es la manera de trascenderlos», afirma la gallega que se hizo experta en el bienestar.