Daniel Dacuña creó un asistente de inteligencia artificial con 26 años: «Es la tercera empresa que monto, y espero que no sea la última»

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Aún no acabó la carrera, pero este vigués ya podría dar clase sobre cómo compagina el emprender con estudiar un grado y ser un veinteañero

27 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Daniel todavía no acabó la carrera. No es informático ni tiene formación tecnológica. Pero a sus 26 años, le sobran las ganas de emprender. Tantas que su asistente de inteligencia artificial para WhatsApp Carina es ya la tercera empresa que funda. El joven empezó a estudiar durante un año INEF, pero rápidamente cambió a Administración y Dirección de Empresas (ADE), «que era mi sector, lo que realmente me emocionaba, el crear y poder generar negocios». En los últimos años, el hecho de estar en contacto directo con la tecnología hizo que se empapase de ella. También aprovecha su tiempo libre —el poco que tiene— para hacer cursos y formaciones relacionados con la tecnología, la programación, el machine learning y todo lo que gira alrededor de la inteligencia artificial.

En su generación, dice, hay dos tipos de personas: «Por un lado está la gente a la que le cuesta mucho encontrar trabajo; y luego, otra que es mucho más curiosa, que tiene este gusanillo de la investigación, de que si no encuentro una cosa que sea mi sueño empiezo por algo, aprendo... Me refiero a esta parte más creativa y de desarrollo personal que te va llevando al punto en el que querías estar».

Los jóvenes no encuentran su sitio porque lo que estudian en el grado no es real, sino un mundo idílico que choca con el que se encuentran fuera

A pesar de su juventud, Carina es su tercer proyecto empresarial. El primero lo erigió con tan solo 18 años, «algo mucho más local, de distribución de vinos». No despuntó, asegura, porque tampoco le dieron demasiada visibilidad. «Compramos un vino que sabíamos que era muy bueno, pero que no tenía tanta visibilidad, y le pusimos nuestra propia marca, con una niña y una vieja para identificar crianza y reserva», indica Daniel, que dice que no les fue demasiado mal, pero tampoco tan bien como les hubiera gustado. Pero recién estrenada la mayoría de edad, este vigués no solo se dedicó a estudiar y a emprender, sino que también empezó a trabajar para generar sus propios ingresos e invertirlos en sus proyectos. Primero lo hizo en la empresa de construcción familiar. «Siempre he vivido el crecimiento de la empresa de mis padres, esa constancia, ese sacrificio. Y ahí es donde vi lo que yo quería ser de mayor: crear algo, construirlo, y poco a poco ir escalándolo, que es el sueño de cualquier emprendedor».

«VALORO EL MUNDO REAL»

En realidad, Daniel pudo haber empezado ADE dando clase, pero le quita hierro al asunto. «No es tanto eso. La carrera es una formación teórica, de utilidad si quieres preparar una oposición, por ejemplo. Pero no te pone en la práctica, en lo que es el mundo real y cómo funcionan las cosas. Y creo que eso es lo que provoca que la gente joven luego no encuentre su sitio, porque realmente lo que estudian no es real, sino un mundo idílico», mantiene.

El vigués dejó la empresa familiar y empezó a trabajar como comercial para una compañía tecnológica. Pronto ascendió a director de ventas, con un equipo de diez personas a su cargo. A partir de ahí, saltó a otras empresas del sector, y empezó a impregnarse de ese mundo. «No me quedaba solo en mi labor, sino que iba investigando». En ese contexto, con 23 años, creó su segunda empresa: una academia de inglés cien por cien online en la que los usuarios, a través de una suscripción mensual, obtenían clases siempre que quisiesen directamente desde el móvil, previa reserva. «Llegamos a tener la aplicación y a tener clientes; funcionamos en cierto modo, pero también cometimos muchos errores. De la primera a la segunda empresa cometí menos, y de la segunda a la actual, muchos menos. Pero al final es eso, el ensayo-error, el equivocarnos, lo que hace que tengamos experiencia».

Mientras, el joven era capaz de seguir estudiando en la universidad y disfrutar del ocio propio de los veintipocos, aunque con cabeza. «Te vas dando cuenta de que es importante tener ocio, quedar con los amigos... Pero creo que de jóvenes es cuando tenemos que experimentar muchas cosas para luego ver lo que realmente queremos. Y empiezas a pensar: ‘Pues igual no tengo que salir todos los fines de semana, sino centrarme en esto para conseguir mis objetivos’. Si quieres que algo funcione bien, y quieres tener ciertos resultados, necesitas poner mucho foco».

Ahora, Daniel lo tiene puesto por completo en Carina. Un proyecto que pudo fundar gracias al apoyo de sus padres. «Yo iba aportando lo que fui cobrando de mis trabajos, pero siempre he tenido desde muy pequeño el apoyo de mis padres para todo. Evidentemente, no me han financiado todas las cosas que se me han ocurrido, porque sería una ruina [se ríe], pero sí que me han asesorado y, en algunos casos en los que vieron que yo le ponía el tiempo y el esfuerzo necesarios, me apoyaron también económicamente», cuenta. Es el caso de Carina. «Pero yo, más que la parte económica, agradezco a mis padres el haberme sabido guiar siempre por las cosas que estaban bien o mal, las que se deben y no se deben hacer».

Su asistente virtual inició su actividad en septiembre del 2023 superando los mil usuarios. Un mes después ya había alcanzado los 40.000, y Daniel planea llegar a los cinco millones este 2024. Hoy cuenta con 600.000. Y siguen creciendo. Carina es hoy un contacto en WhatsApp, aunque a lo largo de este año prevé lanzar una aplicación propia. De momento, puede utilizarse entrando en la web carina.chat. Sale el prototipo de una conversación, y al darle a enter se abre una conversación real. «La hemos intentado hacer lo más fácil posible para que cualquier usuario sepa utilizarla», señala el vigués. Una de las funciones del asistente es responder los mensajes que le enviamos o transcribir notas de audio —«todos tenemos algún amigo que envía un audio de siete minutos que no podemos oír, y Carina lo que hace es transcribirlo con un límite de quince minutos, y hacernos un resumen»—; también se utiliza mucho como buscador, porque afina más y entiende el contexto en el que se le pregunta; también da información sobre las noticias o el clima, por ejemplo.

RESERVAR MESA O UN VUELO

Por supuesto, Daniel tiene en mente otras funcionalidades que irá añadiendo. Una de ellas es que pueda reservar por ti mesa en un restaurante, una habitación de hotel, un vuelo, o que directamente agende en el calendario lo que necesitas. «En definitiva, que sea una asistente virtual de verdad, que te ayude en el día a día». Los usuarios, dice su creador, van desde los 20 hasta los 60 años y se reparten entre Europa, Latinoamérica y Estados Unidos, que para eso Carina es plurilingüe. Hoy Daniel tiene un equipo de cinco personas a su cargo, y espera que crezca muy pronto. Toda una responsabilidad. Pero Carina no es solo el proyecto que le obsesiona. Es también el nombre de su madre. Todo un homenaje. «Cuando tocó decidirlo, mi razonamiento fue: ‘Mi madre siempre me ha ayudado en todos los problemas y retos cotidianos que he tenido a lo largo de mi vida’. Qué menos que ponerle su nombre ahora que Carina puede ayudar a 600.000 personas».

A falta tan solo de unos pocos créditos para obtener el título de graduado en ADE, a Daniel le sobra lo que le falta a la mayoría de los currículos de su generación: experiencia. Le deseamos mucha suerte con su tercera empresa. «Esperemos que no sea la última», dice. Tiene pinta de que no.