Estrella, 20 años en excedencia: «Estoy estudiando la misma oposición de la plaza fija que dejé en Madrid por mudarme a Galicia»

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RAMON LEIRO

Esta funcionaria lleva dos décadas en excedencia del puesto fijo que dejó en la UNED de Madrid tras mudarse a Poio por amor. Una oposición que volvió a aprobar ahora tras solo un año de estudio. A los 51 y con tres hijos, demuestra que nunca es tarde si la plaza es buena

15 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Ahí te dejo, Madrid», dijo Estrella Paredes del Prado suscribiendo a Shakira hace 20 años, cuando decidió abandonar la ciudad por amor. Y la dejó con todo el paquete, incluyendo su plaza fija como funcionaria de carrera en la UNED tras enamorarse de un gallego guardia civil de morriña incorregible. Tanto es así que le siguió hasta Galicia y se estableció con él en Poio. Estrella cogió la excedencia y cambió de vida. Veinte años y tres hijos después, no se arrepiente. Pero siendo cinco en casa, no es tan fácil llegar a final de mes. Por eso decidió armarse de valor para, a sus 51 años, estudiar de nuevo la misma oposición de auxiliar administrativo para la universidad que dejó en Madrid, pero en lugar de para la UNED, esta vez lucha por acceder a la UVigo.

La madrileña estudió Derecho en la capital y conoció al que hoy es su marido en el País Vasco. «Mi hermana salía con un guardia civil que vivía allí, y muchas veces yo iba a visitarla a Irún. En unas vacaciones, conocí a mi marido, en el 98», recuerda. Estuvieron siete años a distancia, yendo y viniendo. Hasta que en el 2001 Estrella terminó Derecho y empezó a preparar oposiciones. «Aprobé la de la UNED, entré en la bolsa de trabajo y me hicieron funcionaria interina. En el 2004, me quedé embarazada y él se vino a Madrid conmigo».

Tan solo un año después, en el 2005, murió la madre de Estrella y la nombraron funcionaria de carrera. «Aprobé el examen hace justo 20 años», señala. En el 2007, decidió mudarse a Galicia con su marido. «Paré mi carrera profesional y cogí una excedencia, que ahora son infinitas, ya no son de cinco ni de diez años. Él siempre estaba con Galicia, con Galicia… y nos vinimos». Aquí tuvo a su segunda hija en el 2008, y en el 2014 al tercero. «Al principio con un sueldo en casa valía, pero ya siendo una familia numerosa de cinco miembros, después del covid, en el 2021, empecé a pensar en volver a trabajar».

La ansiada reinserción en el mundo laboral no fue posible. «En el tema profesional, fatal. Mira que fui a sitios, me reciclé, hice un tema de almacén y logística con unas prácticas, pero con 50 años nadie te quiere, es la realidad. Vi que en la empresa privada no tenía ninguna opción. Y pensé: ‘Para conseguir un trabajo con 52 años, es más fácil ponerse a opositar, porque en la empresa privada a esta edad ya no te quieren’. Se puso a estudiar y se presentó a tres oposiciones. Fruto de ello, hoy está en tres bolsas de trabajo. En el 2022 entró en la del Concello de Poio, de la que está en espera para ver si la llaman. También lo hizo en la de gestión y tramitación de Justicia —el requisito para entrar en ella por méritos es tener la carrera de Derecho, como es su caso—. Pero su mayor alegría ha sido aprobar los tres exámenes de la oposición para la UVigo, por lo que también figura en su bolsa de trabajo y aguarda con ilusión que la llamen para trabajar como interina.

Tras preparar la de Poio por su cuenta, decidió matricularse en la academia en enero del 2023 para preparar la de la UVigo. Aprobó el primer examen en diciembre. En tan solo un año, Estrella superó con éxito la primera prueba de la oposición —la más complicada— 20 años después de dejar su plaza. Los dos exámenes restantes los aprobó en abril y mayo de este año. No le resulta extraño el hecho de haberlo conseguido tan rápido: «Es que lo tenía superclaro. Eso sí, terminé, y ahora estoy como vacía, pero contenta. Y sorprendida conmigo. Al final, tengo 51 años, hago 52 en septiembre».

«El examen de legislación, que era muy complicado, lo aprobé todo. De hecho, lo aprobamos todos los que nos presentamos en el grupo de Academia Postal 3», apunta. También superó la parte informática, de la que se tuvo que examinar por un error burocrático a pesar de estar exenta. En su día, Estrella completó con éxito un curso de Word y otro de Excel en la Universidad Complutense de Madrid. Solo tenía que subirlos a la plataforma online, pero se equivocó al hacerlo. «Subí dos veces el de Excel por error, y el de Word no. Fue culpa mía, pero te da un poco de rabia. Pensé que me daba un telele». Los nervios y las prisas le jugaron una mala pasada. Es lo que tiene el día a día con tres hijos y sin abuelos cerca. «Mi familia está en Madrid y la de mi marido en Vigo, no aquí en Poio. Entonces, el día a día es muy intenso. Pero lo hice. Hice un curso intensivo de un mes en la academia, y además tuve un profesor particular». No solo aprobó, sino que consiguió la máxima nota.

«Me molestó un poco el hecho de que podían haber dicho: ‘Esta mujer subió el mismo curso dos veces, vamos a decirle al menos que está mal’. Pero no te dicen nada, y te obligan a volver a presentarte». Con la Administración hemos topado. Y una funcionaria de carrera como ella lo sabe mejor que nadie. La madrileña también tuvo que enfrentarse al examen de gallego. «Estoy en la Escuela Oficial de Idiomas estudiándolo, pero tuve que ir a examen, porque aún no tengo el Celga». Otro reto que superó sin problema.

MUCHO ASPIRANTE DE 50

Hay mucha gente opositando en torno a los 50 años, asegura, como consecuencia de un mercado laboral privado en el que la edad penaliza hasta el punto de volverse impenetrable. Aun así, la madrileña no deja de sorprenderse por el hecho de haber dado un volantazo a su vida a estas alturas. «Estoy estudiando la misma oposición que ya tenía en Madrid, pero 20 años después. Si me dices hace unos años que me iba a poner a estudiar, te contestaría: ‘Ni de broma’. Nunca puedes decir ‘de este agua no beberé’», apunta la opositora, que asegura que a los 50 cunden más las horas de estudio, «porque te ajustas muchísimo para poder estar con la familia y estudiar». Hincar los codos con tres hijos y sin abuelos cerca tiene, sin duda, una dificultad añadida. «Yo aprovechaba la mañana. Mi hijo va a la UVigo a estudiar —el mayor tiene 19, la mediana 15 y el pequeño 10—, entonces lo acercaba al autobús, después llevaba al cole a los otros y, al llegar, me ponía a estudiar toda la mañana», explica.

No le fue mal el plan de estudio, y para prueba su triple aprobado en tiempo récord. Ahora espera que la llamen de las listas, especialmente de la de la UVigo. «Si me llaman y trabajo, ganaré puntos. En tres años tienen que convocar las oposiciones de nuevo, entonces sí que intentaré ir a por la plaza fija, que es lo que yo tenía en Madrid. Hace 20 años, cuando aprobé el examen de la UNED, era el de interina. Después, cuando convocaron de nuevo, entre los puntos que fui ganando al trabajar y la nota del examen, que me salió muy bien, gané la plaza fija», cuenta. La vida da muchas vueltas, pero hay casos como el de Estrella en que lo hace para volver a la casilla de salida. «Ahora estoy contentísima. Terminé el examen y espero que me llamen para trabajar. En los procesos me encontré a muchas mujeres de 40 o 45 años en adelante. Somos mayoría, y eso pasa por algo».