La abuela gallega de 10 nietos que sigue los pasos de Sissi Emperatriz, Heidi y Popeye: «En el pueblo de 'Doctor en los Alpes' volví a vivir»

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Maricarmen Cabanas, que en septiembre hará el primer crucero de su vida, ha perdido la cuenta de los destinos que visitó.
Maricarmen Cabanas, que en septiembre hará el primer crucero de su vida, ha perdido la cuenta de los destinos que visitó. MARCOS MÍGUEZ

70 años, diez nietos y un álbum de viajes de película tiene en su contador esta aventurera coruñesa amante del árabe culto, del cine y de la historia de Europa. Maricarmen nos descubre el pueblo de Heidi escondido en los Picos de Europa, la identidad real de Popeye el marino, el paraíso sin apenas humedad de «Doctor en los Alpes» y los palacios (con gym) de Isabel de Baviera

25 jun 2024 . Actualizado a las 16:12 h.

Galicia es su primer amor, la terriña en la que echó el pie, y que conoció de cabo a rabo de niña con sus padres. Es la declaración que hace de partida Maricarmen Cabanas, madre de cuatro hijas y abuela de diez nietos que, a sus 70 años, ha perdido la cuenta de sus destinos. Sus fines de semana son para moverse con su marido por Galicia (la Ribeira Sacra la visitó «unas 400 veces» y Combarro es la debilidad para ir a comer). Se desplaza sintiendo el aguijón de la morriña por Coruña en cuanto pasa cinco días lejos de su ciudad, «que lo tiene todo, entre otras cosas una gastronomía de primera». «Y eso es algo que en Centroeuropa echo mucho de menos...», deja caer. A Coruña no la cambia por nada, recalca quien vivió en Menorca, en Lérida y en Ceuta

 Cumplidos los 40 años, tras pasar dos décadas difíciles, Maricarmen, que fue enfermera militar y administrativa, empezó a estudiar Derecho. En Ceuta se formó en árabe culto «para entender a los musulmanes que atendía en el hospital» al que fue destinada. Poco después de la experiencia ceutí, se despegó del todo de su miedo a volar para ampliar el mapa y descubrir otros destinos por curiosidad y placer.

«Yo le tenía mucho miedo al avión por un mal vuelo», cuenta. Pero la sed viajera pudo con las turbulencias del temor. La historia y el cine inspiran sus escapadas, a las que echa horas de documentación y que sin faltar a la verdad son «de película». Más de «30 destinos» lleva Maricarmen en una maleta que no se quiere dar por cerrada. «No sé decirte la cifra, ¡pero todo el mundo alucina con los kilómetros que mi marido y yo llevamos encima!», apunta. A veces van con amigos. Otras los hacen en el camino, con facilidad. Y películas y series van inspirando su rodar.

¡HEIDI EN CANTABRIA!

Entre otras rutas y enclaves de película para descubrir, Maricarmen visitó la casa de Heidi en el corazón de los Alpes. Dörfli existe, está entre Liechtenstein y Austria, hoy se conoce con el nombre de Heididorf y se encuentra en Maienfeld. La casa de Heidi está en el techo de la montaña. Para llegar, hay que tomar un delgado camino desde el hotel-restaurante Heididorf. Pero no es necesario moverse tanto para seguir la pista de la niña de los coloretes que corría detrás de Blanquita. En pleno valle de Liébana, en Cantabria, está el lugar perfecto para desconectar al modo Heidi y el abuelito. Mogrovejo, nos guía Maricarmen, fue el pueblo escogido para el rodaje de la película Heidi, la reina de la Montaña (2019). Este filme sobre la serie que asilvestró muchas infancias sacó brillo a Mogrovejo, que tenía ya el subtítulo de «pueblo de película» con títulos como el de bien de interés cultural y conjunto histórico, y el estar incluido en el ránking de los pueblos más bonitos de España.

Los viajes por Austria y Alemania de Maricarmen, gran enamorada de la Selva Negra, la llevaron al lugar en el que se ambienta la serie Doctor en los Alpes. Fue en la pandemia cuando recorrió en coche junto a su marido 7.400 kilómetros por Europa. En esa ocasión la trotamundos coruñesa tuvo la ocasión de entrar en la consulta del doctor Martin Gruber en Ellmau, un pueblo en Tirol (Austria) convertido en estrella del turismo familiar debido a la serie, punto de partida de la preciosa ruta de senderismo Rübezahl.

EN EL «GYM» DE SISSI

Pero si un personaje de cine reina indomable en esos sueños viajeros que Maricarmen convierte en experiencias, es Sissi. La emperatriz de Austria y Hungría que inmortalizó en pantalla Romy Schneider y que manda en streaming con formatos como Sissi y La emperatriz rebelde sigue dando mucho que hablar, conjeturar y fabular. «Tenemos una visión de la emperatriz de mujer muy enamorada, que tuvo una vida fácil, y es todo lo contrario. Sissi no se llevaba bien con su marido. Nunca tuvo tuberculosis, sí tuvo anorexia (la carne no la comía, dicen que la chupaba), se llevaba muy bien con sus hermanas y cuidó de la suegra hasta el final», comenta Maricarmen.

Ha trascendido de Sissi —con una personalidad y una ristra de desgracias que el cine no deja de exprimir— que podía caminar hasta la extenuación ¡y que tenía gimnasio!, un gym que se hizo en palacio, y que nuestra viajera vio en su escapada vienesa.

Isabel de Baviera vivió y veraneó en los palacios y castillos más impresionantes de la época. Imprescindible es la visita a los apartamentos imperiales (Kaiserappartements) y el Museo de Sissi. Maricarmen aprovechó esa ocasión para darse la oportunidad de entrar en el castillo de Luis II de Baviera, conocido como «el Rey Loco», primo de Sissi. El de Neuschwanstein, uno de los más visitados de Europa, inspiró a Walt Disney para hacer varias películas. Y el de Linderhof, una réplica de Versalles, que la coruñesa también visitó, era el palacio preferido de ese rey loco con el que Sissi tuvo una estrecha relación. Dicen de los primos que eran almas gemelas y que compartían numerosas aficiones, como la pasión por los caballos, por la literatura y por las montañas.

Una de las últimas debilidades audiovisuales de Maricarmen son, confiesa, las series turcas, entre ellas Tierra amarga, «basada en una historia real». «Aún existe la casona en Çukurova», región en la costa sur de Turquía a la que la coruñesa sueña con viajar «algún día». Ese paisaje es un atractivo para Maricarmen, que aplacará este septiembre su sed aventurera con un crucero (el primero que hará) que la llevará a disfrutar de unas vacaciones en el mar con su marido.

RUMBO A POPEYE’S VILLAGE

En Malta, ese lagrimón del Mediterráneo central, tienen previsto visitar el pueblecito de Popeye, en Anchor Bay, cerca de la ciudad de Mellieha. Ojo al dato, señala Maricarmen, que la existencia del marino que se hacía fuerte a base de espinacas está documentada, fue real. Según nos cuenta la coruñesa, Popeye se llamaba Frank Rocky Fiegel, nació en 1868 en Polonia y se trasladó de niño a EE.UU. Allí se ganó la vida como marino en Chester (Illinois) y, una vez retirado de la mar, se curtió en suelos y peleas en una taberna a la que iba a poner orden y limpiar. Era conocido por su ojo saltón, la pipa que llevaba en boca a toda vela y esas historias que le gustaba contar a los clientes del local. Allí le conoció el historietista Elzie Crisler Segar, que decidió rendirle homenaje en el personaje que da nombre al Popeye’s Village. Este es el pueblecito al que irá Maricarmen, en su próximo viaje a la vista, con su marido, un parque de atracciones que fue en el 80 el escenario donde se rodó la peli sobre el marino de Robert Altman protagonizada por Robin Williams.

Hollywood no despierta tanto su interés como los lugares de cine con historia. Gran lectora, Maricarmen ha recorrido en Alemania la ruta de los hermanos Grimm, todos esos escenarios que inspiraron los cuentos que ayudaron a dormir (¡o se llevaron el sueño!) a un río lleno de generaciones.

Uno de los viajes que no deja de recordar una y otra vez es el que hizo al pueblo de Doctor en los Alpes. «Allí supe lo que era volver a vivir, apenas había humedad. Supe lo que era no tener dolor», comparte esta abuela de 10 que a las penas de la fibromialgia que padece les echa viajes de película. Ella el 14 de septiembre partirá en crucero desde Catania a conocer las islas griegas y a Malta. Eso sí, le va a quedar por visitar, se lamenta, Corfú, que tiene su literatura y su serie gracias a la familia Durrell. El paraíso de la costa jónica puede esperar...