Dani Rovira: «El cáncer no se 'supera', si consigues salvarte, te cambia el prisma, ves que la felicidad es otra cosa»

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Dani Rovira ha visitado Galicia con el show «Vale la pena», y este verano estrena en cines «El bus de la vida» y «Cuerpo escombro».
Dani Rovira ha visitado Galicia con el show «Vale la pena», y este verano estrena en cines «El bus de la vida» y «Cuerpo escombro». J. P. GANDUL | EFE

A los dos días de declararse en España la pandemia del coronavirus, el actor que revivió la gala de los Goya recibía el peor diagnóstico. Bregó con un linfoma de Hodgkin, se salvó, cambió la perspectiva y este julio te invita a subir a «El bus de la vida»... Este verano, el andaluz de los ocho apellidos vascos hace doblete en cines y le saca brillo a la pena sobre las tablas

03 jul 2024 . Actualizado a las 13:44 h.

Muchos aún no lo sabemos, pero nos lo cuenta Dani Rovira (Málaga, 1 de noviembre de 1980) con conocimiento de causa, tras haber afrontado uno de esos momentos para los que no hay guion que venga dado, ni actitud que sostenga la película: «En la vida, la pena también vale». El actor, cómico y presentador andaluz que se ganó a pulso ocho apellidos vascos, y el corazón de toda España, vuelve a la gran pantalla con El bus de la vida (5 de julio). Para él, el presentador de la gala de los Goya más refrescante de la historia reciente, fue duro leer el guion de esta peli de Ibon Cormenzana que le ha llevado a ponerse en la piel de un profesor que, con los 40 cumplidos, y un sueño grande por cumplir, sufre un desmayo el primer día de clase a causa de un pitido en el oído: es cáncer. «Me daba mucho miedo hacer esta película, porque significaba remover miedos de la enfermedad, cicatrices de heridas que no sé si están curadas del todo, pero ha sido terapéutico», revela este «cómico, actor, activista, lecturista y animalista» (así se presenta en Instagram) que acaba de inaugurar online el veranito, «con olor a chancla, olor a café y foto con filtro, recién hechos a ultimísima hora de la mañana». «Veranote sanote pa ti, que ojalá hayas hecho los deberes de fuera y sobre todo, los de dentro», interpela.

Dani sigue sobre las tablas con Vale la pena -ha vistado Vigo en junio con este monólogo- y este verano estrena en la gran pantalla El bus de la vida y Cuerpo Escombro.

—En gallego, de alguien como tú diríamos «este non ten parada!».

—Parar sí que paro, pero es que tengo una profesión que es a veces de cara a la galería y puede dar la sensación de que no paramos nunca. Trabajo mucho, pero soy muy celoso también de mi tiempo libre, de mi solaz, de mi ocio. ¡No os preocupéis por mí! Busco huecos para el recreo.

—Triunfando sobre las tablas con «Vale la pena» y a puntito de estreno en cines de «El bus de la vida», este día 5. Aparte, estás en una maratón de lecturas en la que es difícil seguirte el ritmo...

—¡Es parte del recreo! Siempre me ha gustado leer, pero desde hace unos años me dio por eso de incluir en mis redes sociales libros y recomendaciones. Me mola, porque cuando haces una recomendación literaria siempre hay alguien que te escribe. ¡En los huequitos que tengas, en vez de estar enchufao al móvil léete un par de páginas! Eso va creando buenos hábitos.

—Podemos empezar por un poema de Gioconda Belli, de «Escándalo de miel», que vale por un bollo.

—Oooh, Gioconda Belli, qué debilidad. Te lees un poema en un minutito y te puedes quedar ahí dándole vueltas y vueltas y vueltas. Maravilla. Es una mujer patriota, megarreivindicativa, acojonante todos los espectros que concierta. La admiro mucho. ¡Qué capacidad de todo!

—El día 5 arranca «El bus de la vida». En él eres Andrés, un profesor de música que, a los 40, siente que se le va a ir la vida sin cumplir su sueño. ¿Adónde nos llevará este bus?

El bus de la vida cierra una especie de trilogía de películas que decidió hacer el director [Ibon Cormenzana] a lo largo de un periplo emocional. Este es el cierre de un conjunto. Son Alegría, tristeza; La cima y El bus de la vida. Si me preguntas por El bus de la vida, si me dices: «¿De qué género es esta peli?», yo te preguntaría: «¿Y tú de qué género dirías que es tu vida?». La peli pasa por muchos filtros y emociones. Es una feel good movie, un canto a la vida. Tiene un poquito de comedia, que trata esa lacra mundial que es el cáncer. De eso se puede hacer comedia también. Pero pienso que la peli demuestra que se puede hacer comedia sin caer en la frivolidad. Hay emoción sin caer en la pornografía emocional. Ha surfeado una ola muy delicada y yo, que he visto el resultado, creo que lo ha hecho bien. Es una película real. Y consigue es que digas: «¡Qué guay es estar vivo, qué guay!».

—¿Se nos olvida a menudo lo bueno que es vivir?

—Sí. Yo digo que lo bueno que es obvio muchas veces se obvia. Y lo acompaño de una fábula chiquitita... Dos peces que son muy chiquititos van por el río y se cruzan con un pez muy muy muy mayor. Y el mayor les dice a los jóvenes: «Buenos días, ¿qué tal? ¿Habéis visto qué fresquita y qué clara y qué buena está el agua? Y le dicen los jóvenes: «¿Qué agua?». Seguramente, ese pez mayor tuvo que sobrevivir sin agua o en unas aguas de mierda, muy turbias... Cuando hay agua y está limpia, lo adora. Hay que valorar las cosas que hemos tenido siempre. Puede que un día dejemos de tenerlas.

—Quizá hay que vivir esas pérdidas en primera persona para entender, para valorar lo importante...

—Sí. Como dice mi madre: «Nadie escarmienta con cabeza ajena». Es una mierda tener que vivir experiencias duras, pero muchas veces son esas las que te hacen aprender. La vida es el libro que mejor entra.

 «Una enfermedad es una mierda, pero puede ser una oportunidad para aprender algo»

—¿El dolor nos hace más fuertes?

—Sí. Están esas frases de «el dolor es inevitable, el sufrimiento opcional». La vida es un poco de todo. Son subes y bajas, placeres y dolores, y aprender a surfear con las olas que te vengan ese día. No puedes dejar de salir a surfear. «Es que hoy no hay olas». Hay que ir igual, porque es la vida. Es, al final, un trabajo de aceptación diario.

—¿Hay una felicidad escondida en los días normales? ¿Esos días normales son los extraordinarios?

—Pues sí, yo he llegado a esa reflexión, cuando pasaron unos meses (de ser diagnosticado de linfoma de Hodgkin) empecé a pensar: «Igual la felicidad no es que te pasen cosas buenas, la felicidad es que no te pase nada muy malo».

—A ese bus de la vida al que te subes en la piel de ese profe se sube gente muy conocida, como Morris, arrimando el ascua a la «sardiña» de Galicia...

—¡Morris es pa comérselo! Qué personajazo. Ha sido muy guay trabajar con él, he aprendido mucho. Para mí, currar con él, con Elena Irureta, y con actores nuevos, con chavales como Pablo Scapigliati... ha sido una maravilla. Luego, la experiencia en Orduña, que son ese tipo de lugares en los que se hacen pelis inmersivas. Se crea una familia en el rodaje.

—¿Qué tienes tú de Andrés, de ese profe con vocación de músico al que le da un vuelco la vida?

—Me he visto reflejado en muchas cosas, obviamente. Me daba mucho miedo hacer la película, porque significaba remover miedos, cicatrices de heridas que no sé si están curadas del todo. Pero al final ha sido terapéutico. Cuando leí el guion fue cuando lo pasé peor. Pero pude rodarlo desde un lugar de cierta calma. Y, obviamente, la experiencia que tuve me facilitó entender al personaje. Pero si hay algo con lo que, realmente, me siento identificado con esta historia es que, al final, Andrés no era un tipo muy feliz. Me voy a poner ñoñis, era un poco como El alquimista de Coelho, que ha tenido que vivir un duro periplo, una enfermedad, es estar vivo, aferrarte a las pequeñas cosas... ¡y bailar!

—¿Eso sentiste tú?

—Sí, pasar una experiencia así te cambia el prisma, las prioridades, te hace enfocarte en otras cosas. Una experiencia así es una mierda, pero si no aprovechas la oportunidad para aprender y para crecer y revisarte un poco, es una oportunidad perdida. Piensas: «Ya que me ha pasado esta mierda, vamos a ver que aprendemos». Una vez que consigues salvarte... salvarte, porque esto no va de superarlo. El cáncer no se supera. No soporto ese vocabulario: «Lo has superado». Si consigues salvarte, te cambia el prisma. En algún momento la ficha te cae. Ponerle esa energía a Andrés me resultó fácil, es una energía con la que yo venía.

—Es como si nos hicieras ver que en el peor momento puede llegar el mejor momento. Es extraño.

—¡Porque la vida es la hostia! Para lo bueno y para lo malo, a veces es una lotería macabra y otras veces es una maravilla. La vida a veces hace que te caiga un rayo dos veces y otras hace que te cruces con alguien que te lo cambia todo. A Andrés, en la peli, le llega lo que llevaba deseando toda su vida justo en el peor momento de su vida. Pero a lo mejor eso lo que hace es que te des cuenta de que eso no era lo que querías. En mi caso, me lo diagnosticaron a los dos días de la pandemia. Fíjate qué caprichoso es todo... Pero nada tiene sentido y todo lo tiene, dependiendo de cómo tú quieres ver lo que te pasa.

—¿El humor suaviza el dolor?

—El humor es un bálsamo, es lo que te saca a flote. Como los amigos.