Ni mayúsculas ni emoticonos, este el código de la generación Z en WhatsApp

MARTA REY / S.F.

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María Pedreda

¿Te cuesta entender los mensajes que te mandan tus hijos por WhatsApp? Varios expertos en sociología, educación y márketing analizan las diferencias del lenguaje en redes entre los «boomers» y la generación Z. «Los jóvenes son mucho más conscientes de su privacidad», afirman

17 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En palabras de Strauss y Howe, entendemos por generación «un grupo de sujetos nacidos dentro de un período de 20 años o ciclo vital que comparten una ubicación en la historia». Y es que a los boomers —nacidos entre 1946 y 1964— y a los postboomers —también llamados generación X y nacidos entre 1965 y 1974— les cuesta ponerse al día con la jerga que la generación Z —jóvenes que llegaron al mundo entre 1996 y el 2015— emplea a la hora de comunicarse en las redes sociales, en especial por WhatsApp. Montserrat Golías, doctora en Sociología y profesora de Sociología de la Comunicación en la UDC; Alfonso Pérez, experto en márketing digital, y Diana Al Azem, docente y CEO de Adolescencia Positiva, explican las características principales de los nuevos códigos lingüísticos que utilizan los también llamados centennialls.

Llamadas solo para emergencias

A la generación Z ni se le ocurre descolgar el teléfono para hablar. «En mi época, si querías quedar con alguien, llamabas por teléfono. Los millennials, por ejemplo, ya lo hacían por correo electrónico. La generación Z solo llama si no le queda más remedio. Han nacido con el WhatsApp y tienen sus propios códigos lingüísticos dentro de un mundo globalizado, donde todo va más rápido», explica Montserrat. Alfonso coincide. «Solo lo utilizan para una emergencia o un momento muy puntual, como, por ejemplo, cuando han quedado». Diana ha podido comprobarlo de primera mano. «Lo veo en mis hijos y en mis alumnos. Al final, mandar mensajes lleva más tiempo y siempre les digo: ‘¡Pero llamaos!’. Ellos usan la excusa de que igual esa persona con la que quieren hablar está ocupada y es mejor enviar un mensaje. La sociedad parece que también ha impuesto el no llamar, sino utilizar las redes sociales», indica.

Mensajes: cuanto más cortos, mejor

Que tu hijo te responda con monosílabos no significa que esté enfadado, es algo normal. Y si le da al intro cada vez que escribe una palabra o te manda imágenes en lugar de texto, también. «Nosotros no somos nativos digitales y hemos ido adaptando la comunicación tradicional a las nuevas tecnologías. Por eso escribimos mensajes largos, como si fuesen correos electrónicos», explica Montserrat. Además, aunque no llaman por teléfono, sí que usan los audios. «Mandan más notas de voz que texto. Nosotros, al venir del correo electrónico mandamos tochos. Ellos mandan mensajes en varias líneas que pueden llegar a molestar», afirma Alfonso.

«Stickers» frente a emoticonos

Su traducción sería pegatina y son más utilizados que los típicos muñecos amarillos de la era del Messenger. «Los padres utilizamos más los emoticonos porque es lo más rápido a la hora de enviar algo distinto, de tener una comunicación un poco más espontánea en la que se muestren esas emociones que se reflejan en ellos. Los stickers, si te fijas, tienes que buscarlos un poquito más. Para los jóvenes no supone una pérdida de tiempo buscarlos, porque ya de por sí les gusta pasar tiempo frente a la pantalla. Buscan así la eficiencia en esta comunicación, para que el mensaje vaya bien acompañado de algo gracioso relacionado con lo que se está hablando», afirma Diana. «Están mucho más a la última. Ellos mandan stickers y nosotros emoticonos o gifs —imágenes animadas—que ni conocen, de alguna serie de nuestra época», bromea Alfonso.

Uso de abreviaturas

No, «XD» no significa «¡Por Dios!», sino que representa una cara riéndose y se utiliza cuando algo hace gracia o es surrealista. «Pec», «Npc», «Lol», «Pq»... Son algunas de las abreviaturas más utilizadas por esta generación. «Priorizan lo que están contando, no cómo lo están contando. Es una manera de comunicarse más rápida, donde la estructura del discurso o lo que se quiere transmitir es correcto, porque la otra persona de su edad lo está entendiendo. El problema es cuando se comunican con otra generación como la nuestra, que no los entendemos», cuenta Montserrat. Sobre las faltas de ortografía que puede provocar esta costumbre, lo tiene claro. «A veces se dice que por culpa de estas cosas se puede escribir peor. Pero ya te digo que en los exámenes que corrijo no ocurre. Ellos saben cómo escribir en cada contexto. Si en WhatsApp no ponen tildes o hacen esas abreviaciones, en el terreno académico se controlan», recalca.

Adiós a las mayúsculas

No sabemos el tipo de aversión que la generación Z le tiene a las mayúsculas, pero en muchos teclados de sus teléfonos ya está desactivada la opción para que se coloquen automáticamente cuando comienzan a escribir. Alfonso hasta lo comprueba en su propio chat familiar. «La pequeña, que es del 2003, siempre empieza las frases con minúscula», confiesa.

Más privacidad y fotos «de un segundo»

Aunque parezca increíble, los jóvenes son mucho más conscientes de su privacidad. «Ya no me refiero al WhatsApp en concreto, sino en otras redes como en Instagram. La mayor parte tienen sus cuentas privadas», dice Alfonso. Sin embargo, es importante recalcar los riesgos desde casa. «Si esos chicos han recibido educación digital, es bastante probable que cuiden más ese aspecto. Por lo que veo en las aulas, a muchos les han dado un móvil sin más», explica Diana. Una de las novedades que introdujo la red social de mensajería ha sido la de fotos que solo se pueden ver una vez y que se han convertido en las favoritas de los Z. «Así se preserva más el anonimato. Es lo que llamamos intimidad de burbuja y que también se hace, por ejemplo, en Instagram cuando suben fotos a mejores amigos. Es decir, a un grupo reducido. Mandan foto de dónde están o un selfi cuando están tristes. Aquí ya no hay palabras, son otros códigos lingüísticos. Da igual que le envíen esa foto a un amigo de A Coruña o de Corea. La expresión de la cara y el mensaje se van a entender igual», afirma Montserrat. Además, pueden servir para huir del control parental. «Quizás se empezó poniendo de moda para que los padres no vieran lo que estaban haciendo, pero también es un arma de doble filo. Es decir, mis padres no ven lo que yo estoy haciendo, y por otro lado nadie más va a ver lo que estoy haciendo, solo la persona que lo abrió», detalla Diana.

Ya no se liga como antes

Lo de llamar al fijo de casa y rezar para que no cogiese el teléfono alguno de los padres del chico o chica que te gustaba parece algo de la antigua Grecia. «En nuestra época, porque no había otra forma, pero las nuevas generaciones se piden los perfiles de Instagram o TikTok», explica Alfonso. Esto tiene un punto positivo. «Así también tienes una referencia de la persona, porque puedes ver los seguidores en común. Espías el perfil y si no te interesa entablar la relación, es tan fácil como ignorar el mensaje directo», apunta Montserrat. Para Diana, todo está en constante cambio. «Hasta la forma de buscar trabajo ha cambiado. Creo que las empresas ya no miran tanto los currículos, sino que miran las redes sociales. Al final, un currículo está muy preparado y el tema de las redes es algo más espontáneo, va a decir mucho más. En la forma de ligar sucede un poco lo mismo. Si tú me das un teléfono, voy a conocerte a partir de que me des el teléfono, pero si me das tus redes, sabré con quién sales, tus amigos... Es una forma de tener más detalles de esa persona en un solo clic», indica.