La Ordenatriz: «La lejía no es lo mejor para desinfectar el baño»

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Sus trucos y consejos se han convertido en temas de interés nacional, y ella en una institución del orden y la limpieza, aunque todavía hay quien le pregunta para qué usa la laca o qué es la fórmula mágica

15 sep 2024 . Actualizado a las 13:38 h.

Las casas de España están más ordenadas y las prendas de ropa más limpias desde hace cinco años, cuando Begoña Pérez, más conocida como La Ordenatriz, decidió abrir una cuenta en Instagram para aportar soluciones a esos pequeños dramas domésticos. La cosa se fue de madre, y hace dos años decidió publicar un libro para recopilar muchas de las dudas por las que le preguntaban diariamente en Instagram, y que ella, a pesar de dedicarle incluso ocho horas al día, no era capaz de contestar. Y sigue sin poder hacerlo. «En mi ánimo está siempre contestar, pero no llego, soy humana», confiesa esta madre de siete hijos y responsable del uso generalizado (siempre aclara que no la inventó ella) de la fórmula mágica, una mezcla de tres ingredientes que lo limpia casi todo. Ahora, aunque muchas de las consultas más repetidas, están colgadas en su exitoso perfil, acaba de publicar Los trucos de La Ordenatriz, donde incluye muchas novedades.

 —En el 2022 recibías más de 1.000 consultas al día… ¿Ahora?

—No ha aumentado tanto, unas 1.500.

 —¿Te ha escrito alguien famoso?

—Sí, gente muy famosa, de quedarme muy sorprendida, pero claro también tienen estos problemas y no saben cómo resolverlos.

 —¿Lo que más te preguntan sigue siendo lo mismo: las manchas de crema solar y, en está época del año, también por cómo blanquear los polos del cole?

—Sí, dejando la pregunta de grasa, que esa es la que más se repite, que siempre es: «Es que es grasa de bici». Y yo les digo: «Es que eso es grasa». Me dicen: «Es negra». Es que para mí no es diferente al aceite. Es grasa, que es lo que he intentado aunar en el libro, igual hay que aplicar más paciencia y repetir más veces.

 —Yo nunca vi a tanta gente como ahora interesada en quitar manchas...

—Sí, yo creo que he abierto una puerta a la esperanza. Antes era o me lo quita mi madre o no lo quito, y ahora saben que hay una puerta que se llama La Ordenatriz. En manchas y limpieza estamos igual, pero ahora sabemos adónde acudir. En general, en España somos ordenados y limpios.

—¿Hay algún truco que hayas descubierto recientemente?

—Sí, quitar los olores con oxígeno activo. Por ejemplo, una nevera que huele fatal porque se nos han ido los plomos, y se nos ha estropeado lo de dentro. Yo antes decía: «Pasa una bayeta empapada en agua oxigenada varias veces», y ahora el truco sigue siendo el mismo, solo que digo: «Limpia primero con el lavavajillas de turno y con oxígeno activo», porque ataca muy bien los olores. Para la nevera, para un armario, para la humedad... va fenomenal. Esto no lo he dicho mucho, porque es relativamente actual.

 —También sirven los polvos de flan, ¿no?

—Sí... Precisamente, para la nevera. Se le ha ido la luz a tanta gente y le huele mal a tanta gente... Es un problema, es un electrodoméstico carísimo para tirarlo, si funciona, solo por el mal olor. Me he dedicado a investigar qué puede quitar el olor lo más rápido posible, y además del oxígeno activo y el agua oxigenada, también los polvos de flan lo absorben muy bien, en menos de 48 horas.

 —El truco para quitar el amarillo de los bañadores también lo has actualizado. Antes era vinagre y ahora añades sal.

—Sin sal también vale, lo normal es que salga igual, pero si le ponemos sal, es más eficaz. En esto de las manchas, todo va evolucionando.

 —Lo de frotar con las nueces para quitar arañazos en la madera ha sido una revolución.

—Sí, sí, la gente estaba como muy loca, y yo pensaba: «Pero si esto es de toda la vida», lo sé desde hace un montón de años.

 —Y el bum de este verano por blanquear los táperes al sol...

—Hay veces que yo tengo cierta responsabilidad en transmitir lo de toda la vida, y ¿qué es? El sol. Pero nos hemos ido a las ciudades, a pisos... «Si no me entra el sol por la ventana, ¿cómo pongo yo el táper?». Al principio, estaba en este proceso de «vamos a blanquear con percarbonato o con crema de agua oxigenada...», pero hay cosas que ni aun así, y dije: «Vámonos a lo de toda la vida del sol». Una hora en el balcón de nuestra ventana, y nos blanquea el biberón, el táper, la silicona de las palomitas... lo deja nuevo.

 —¿Y cuándo dices que nada de sol?

—Es que con esto, la gente piensa: «Ya está, el sol me lo aclara todo». «Voy a echarle mucho jabón, pero como Bego me ha dicho lo del agua oxigenada, pues también, y bicarbonato, y al sol», entonces ya tenemos una mezcla tremenda. Y de repente me he visto solucionando temas de sol, que es más difícil, con el agua oxigenada. «Es que lo he puesto al sol y está superamarillo, lo lavo, lo lavo...». Claro, es que yo digo que no lo pongas al sol. Y hay veces que me enfado, pero porque lo pongo por activa y por pasiva. Y esto lo he intentado poner en el libro para que la gente vea que no vale todo, que no es una receta de cocina que cuanto más aceite, más rico... Es una receta de limpieza: el agua oxigenada con el bicarbonato me va a blanquear, pero no lo pongas al sol, porque si no, va a amarillear, y voy a tener que aplicar doble truco, doble tiempo, y doble producto, para quitar ese amarillo que deja el agua oxigenada al sol.

 —Pero si no le echas nada de eso, los puedes poner.

—No solo los táperes, también las manchas. Por ejemplo, una mancha de tomate frito que no hay manera, que no sale ni con agua oxigenada y bicarbonato a la sombra, y además, como me da miedo, porque me puedo cargar el color de darle tantas veces, ponla al sol con jabón. Esto es de toda la vida, tú que eres gallega, el ponerlo a clareo, o a solear para mí. Un truco que tendrá entre 100 y 200 años, pero hay que aplicarlo bien.

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 —¿Qué es lo más difícil de sacar?

—Tengo como un top-3 de manchas: una es la lejía, si decolora, decolora... la única solución es teñir, si se puede; otra es la mancha de pompero, hay que quitarlo de la vida de los niños o asumir que vayan hechos una porra con las manchas; me está resultando superdifícil, aunque ahora se me ha iluminado y voy a probar con otra cosa, y a lo mejor damos con el asunto. Y otra que no doy eliminado es el rotulador de pizarra. Ha habido cosas que no he conseguido ni con laca, ni con alcohol... increíble.

 —La fórmula mágica, la laca y el vinagre... ¿siguen siendo tus aliados?

—He cambiado un poquito. Estoy intentando simplificar. La fórmula mágica, la laca... que nos ha dado unas alegrías que no hubiera pensado yo nunca. Y un día pensando, digo: «Estamos todo el rato pensando que si la fórmula mágica, que si laca... », y tenemos lo más fácil y que tiene todo el mundo: un poco de jabón.

 —¿Qué jabón?

—Cualquiera, me da igual que se llame taco, de Fairy, de Mistol... o de detergente. El jabón es nuestro megaproducto estrella.

 —¿Hay algún producto que te haya desencantado? Aunque tú eres de tener pocos...

—De hecho, me da rabia, porque voy descubriendo usos nuevos de cosas y comprando mogollón, que me parece innecesario, pero también hay veces que las soluciones son distintas. Por ejemplo, el oxígeno activo, no pensé yo que fuera a ser necesario, pero me parece muy guay poder limpiar el baño con un producto que tenga oxígeno activo y que a la vez ataque los olores, sobre todo, de gente mayor o de niños pequeños.

 —El baño, telita para que quede impoluto.

—El baño para que esté perfecto necesita mucha dedicación, y eso a veces nos falta. Dices: «Es que tiene cal», «es que las gotitas»... Es que todos los días tendríamos que pasar nada más terminar el limpiador de cristales, e igual no estamos dispuestos a hacerlo.

 —Te veo limpiar el colchón y parece fácil, pero creo que no lo es tanto...

—De hecho, en el libro lo he cambiado. Era un buen truco, pero veía que no, porque a la gente le quedaba cerco o lo mojaba muchísimo... Lo he cambiado por el actual, que era para sangre, pero también va muy bien para color. Al final, el pis tiene color. Bicarbonato y unas gotitas de agua oxigenada sin empapar, ya no es el flu-flu del vinagre, dejamos media hora y cepillamos. Podemos aplicarlo tanto en viscoelástica como en un colchón normal y corriente, y evitar esos cercos. El truco que pongo lo he grabado yo misma, les he dicho a amigas que lo hagan, y cuando ellas lo prueban, entonces ya les digo a los seguidores. Y una vez que lo han probado, y más o menos, porque esto no es una ciencia exacta ni pretende serlo, veo que les está saliendo, ya digo: «Es motivo de post».

 —¿Qué mito no te cansarás de desmentir: el de que el amoníaco no come el color?

—Tiene muy mala prensa, yo lo entiendo, es un gas líquido, pero es un desengrasante estupendo, pero la gente cree que destiñe como si fuera lejía, y no. Yo le he usado millones y millones de veces, véase la fórmula mágica, y no destiñe. A mí no me apasiona, me espanta el olor, pero a la vez me puede facilitar muchísimo limpiar cosas que no se pueden lavar. Prefiero no tener que tirar el sofá de 3.000 euros ni estar con la mancha todo el día ahí. Pero más que mito, hay gente que se ha dedicado toda la vida a la limpieza, no necesariamente como limpiadoras, sino como amas de casa, que se creen que por limpiar todo con lejía lo tienen todo limpísimo y fenomenal.

 —¿Y no es así?

—Me gustaría aclarar que usar tanta lejía no es bueno, en una casa no necesitamos esa desinfección, y me atrevería a decir que la gente no la usa como hay que hacerlo. Para desinfectar, mínimo necesitamos diez minutos de aplicación. Esto es un riesgo, la lejía destiñe todo, me decolora la ropa... y si quiero desinfectar, la aplico diez minutos en la cocina o en el baño... ¿Me compensa correr el riesgo de mancharme? Además, tengo que retirar esa lejía, y desde ese momento, empieza a estar infectado... Vámonos a lo normal y corriente, que es limpiar una taza con agua y jabón, y como mucho, una bayeta de microfibra que, con la capacidad electrostática que tiene, limpia fenomenal.

 —Esto dio para mucho en redes...

—Es que hay gente que me dice que estoy equivocada, pero por ahora públicamente nadie me lleva la contraria.

 —Es una falsa sensación de desinfección.

—Eso es, y viendo lo que me transmite la gente, creo que hay mucho camino por recorrer. Igual que me siguen preguntando por la fórmula mágica... y no me lo puedo creer. O cuando les digo de usar laca, ¿qué laca?, ¿la del pelo?