Fran triunfa cocinando para grupos a domicilio: «Me suelen pedir paellas hasta que prueban la fideuá»
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A diario se ocupa de los recambios, y los sábados y los domingos cocina allá donde lo reclamen. Eso sí, paella o fideuá. Es un «hobby» que ha encontrado ya de adulto, y que le llena tanto que no puede pasar muchos días sin ponerse el delantal
01 oct 2024 . Actualizado a las 10:56 h.De lunes a viernes desde hace 37 años Fran acude religiosamente a su trabajo. Empezó a los 16, dice que antes se podía incluso a los 15. Atiende las peticiones de los talleres que llaman a AD Grupo Regueira preguntando por recambios. Le gusta lo que hace, y no tiene pensado dejarlo, aunque desde hace seis meses tiene otro trabajo los fines de semana, que no tiene nada que ver con lo suyo, que le apasiona. Sin embargo, su intención es compaginarlo como un hobby más. «Como quien va a pescar», apunta. A pesar de que lleva toda su vida entre piezas de vehículos, su verdadera pasión está en la cocina. Es sincero. Dice que no es algo que le venga de niño, pero ahora, cuando ya ha cruzado la barrera de los 50, no puede vivir muy lejos de ella. «Todo comenzó por los amigos. Al ir de cámping los fines de semana, empecé a cocinar, que si la comida del viernes, del sábado... Una paellita, otra... Y de ser 10-12 personas pasamos a ser 30-40. Ahí es cuando realmente descubrí esta pasión o me aficioné más. De chaval no me tiraba tanto, pero ahora estoy dos semanas sin hacer nada, y ya lo echo de menos», apunta Fran Martínez Conde, más conocido en el mundo de la cocina a domicilio como Paellas del compi.
Entre que cada vez le gustaba más, y que siempre le rondó lo de montar algo, hace unos meses que decidió ir en serio con este proyecto. Pero tan de lleno se ha metido en la cocina que los encargos se suceden unos detrás de otros. Y no se crean que son cosas menores. Ha llegado a cocinar para 200 personas en la fiesta de las peñas del Dépor o en las de A Corveira, en Culleredo. Él marca el límite precisamente en esa cifra. Y con un mínimo de 20 y un máximo de 200 comensales, acude a cuanto evento público o privado lo reclaman. Y aunque crean que su especialidad es la paella, se guarda un as bajo la manga. «A ver, se me da bien toda la cocina de cuchara. Fabadas, guisos, hasta la caza se me da muy bien, o la carne asada, pero lo que me encargan son paellas y fideuás. Si das la opción, suelen pedir paellas, porque la gente es más de paella, pero el que probó mi fideuá quiere repetir», explica Fran. Precisamente, el día en que se tomó la fotografía de la izquierda, en el cumpleaños del hijo de un compañero de trabajo, además de la paella que le encargaron para 26, Fran preparó una fideuá que les regaló para tomar de pincho con el aperitivo. «La gente me vino a decir que la paella muy bien, pero que la fideuá estaba espectacular». «La hago —apunta— de zorza con queso de Arzúa. Según suena puede parecer que es muy fuerte, pero no, porque es una zorza que no está muy aliñada. Es muy suave. La verdad es que está teniendo un tirón tremendo». También las paellas, que le dieron la fama. «Hago la paella mixta de siempre, pero tengo una receta mía particular de pulpo, gambón y anilla de calamar. Con el agua del pulpo y cabezas de rape le hago el fumé, que le da un sabor muy bueno... Pero si me la piden de carne o de pollo, también la hago», dice Fran, que cocina en el lugar donde se celebre el evento por varias razones. «No tengo nada que esconder; a veces la gente te hace preguntas, y sobre todo, que te pueden salir otros encargos. En la fiesta del Dépor dejé varias tarjetas y me salieron varias cosas».
DOS PINCHES
Dice que si manejas los fumés, está media receta hecha, porque «realmente es lo que le da sabor a la paella», pero no le resta importancia al grano. «Normalmente, echas 100 gramos por persona, pero yo le echo 125 porque es un arroz que no hincha, que coge el sabor del fumé, pero no crece. Y después, lo demás va a ojo, como hacían las abuelas». De la suya por parte de padre, pero, sobre todo, de una tía materna aprendió casi todo lo que sabe hoy en día de cocina. «Quizás sea de ella de quien quite lo de la cocina de la abuela, la cocina de antaño... A mí pídeme un churrasco, una carne asada, una parrillada, guisos, conejo... lo que quieras. Lo que no me tira es la cocina de diseño».
Cuando cocina para amigos o particulares en celebraciones privadas en casas o chalés se maneja solo, pero si lo reclaman en fiestas más multitudinarias, como la del Dépor, echa mano de un pinche, un amigo, que tampoco se dedica a esto, pero que le ayuda emplatando. «O, por ejemplo, el otro día que éramos 150, también vino mi mujer. Pero cocinar, cocino yo». También en su casa al 99,9 %.
Lo lleva en la sangre, dice que no puede estar muchos días sin tocar la cocina. A veces, al bar donde para con sus amigos, lleva un lacón o una carne cocinada. «Es que la cocina me puede». De hecho, cuando hablamos está en Cáceres, porque tiene un hijo futbolista de 23 años que juega en el Cacereño, y antes de partir ya recibió las peticiones culinarias de los compañeros de equipo por redes sociales. «Traje la paellera, el pulpo congelado, y algunas cosas mías. Me fui para el estadio y les di de comer a 40».
El grueso de este trabajo es el verano, este dice que ha tenido bastantes peticiones, aunque señala que aún está empezando y prefiere ir paso a paso. «A partir de cien personas, solo cojo una, pero si es una grande y otra pequeña, o dos pequeñas, las cojo. Es que no me quita de nada, voy a las 13 horas, y a las 14.30 están comiendo. Es como quien va a pescar de una a cinco».