Laura Pato, ilustradora gallega: «Prefiero tener una jarrita de Sargadelos para decorar mi salón que un libro de una marca de lujo solo por verle el logo»
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Imagina contratar una empresa de limpieza para dejar perfecto tu piso de alquiler y que el casero no quiera devolverte la fianza. Eso es lo que le pasó a Laura Pato, más conocida como Le Petite Patito en Instagram. Aunque finalmente pudo recuperarla, ahora dibuja y escribe con humor sobre el drama inmobiliario. «De primeras confío en los caseros porque no pienso que todos sean unos sinvergüenzas»
20 nov 2024 . Actualizado a las 10:43 h.Laura Pato —Le Petite Patito en Instagram—, ha conseguido cautivar en las redes a 75.600 «patitos» gracias a sus viñetas que reflejan su particular forma de ver el mundo a través del humor. La diseñadora e ilustradora gallega, que admite que se autocensura un poco, dibuja ahora acerca de la situación del drama inmobiliario que muchas personas —sobre todo jóvenes— están experimentando.
—¿Ves el mundo como lo plasmas en tus viñetas o hay algo de exageración en ellas?
—Lo veo así totalmente, e incluso me bajo una marcha, porque al tener tanta gente opinando y mirando lo que hago me da un poquito de cosa. Pero sí, es mi manera de ver el mundo un poquito censurada.
—En tu descripción de Instagram pones: ‘Con miedo al éxito’. Entonces estarás asustada con 75.600 seguidores...
—Esto viene un poco de que durante un tiempo tuve una biografía que era la típica frase de coach que es: ‘Sin miedo al éxito’. Luego decidí poner lo contrario porque me hace más gracia y me representa más [risas].
—Pero al final has conseguido crear una comunidad...
—Lo mejor que tiene mi cuenta creo que son mis seguidores, porque son activos y tienen un sentido del humor muy parecido al mío, con unas referencias similares. Es como que entre todos hacemos crecer la cuenta.
—Como tú dices, es un troleo mutuo. Veo que a ti también te gusta interactuar con ellos...
—¡Total! A veces se meten un poco conmigo, pero siempre con un humor con el que nos entendemos y que no me afecta. Es como si fueran amigos míos
—¿Crees que se puede reivindicar y denunciar situaciones desde el humor?
—Sí, porque es verdad que cuando veo el típico debate en redes sociales y percibo cierta crispación no me gusta. Entonces, prefiero enfocarlo de esta manera y que las cosas se digan con un toque humorístico, porque pienso que se transmiten mejor. A mí por lo menos me resulta más sencillo. No me gustaría estar reivindicando cosas y recibir comentarios negativos todo el rato.
—¿Cómo surgió la viñeta sobre la devolución de las fianzas de los pisos?
—Pues, por desgracia, por una experiencia personal, porque teníamos un piso alquilado y contratamos un servicio de limpieza para dejarlo perfecto y en ningún momento nos planteamos que no nos fueran a devolver la fianza, pero efectivamente así fue. Al final nos la devolvieron, pero el hecho de tener que estar reivindicando el dinero que es tuyo me afectó bastante.
—Pero tú afirmas que de primeras confías en los caseros...
—Yo de primeras confío, porque mi lema no es que todos los caseros son unos sinvergüenzas o que todos nos quieren sangrar. De hecho, mis padres son caseros y sé que se pueden hacer bien las cosas. Mi casero actual es una persona muy razonable y maravillosa. Pero tener tantas malas experiencias, tanto personales como de gente de mi alrededor, pues da que pensar. No es que yo tenga algún prejuicio, es que son cosas que pasan en realidad.
—¿Pensaste que la viñeta terminaría teniendo tanto «feedback»?
—No esperaba algo así, pero casi todos estamos en la misma situación, alquilando pisos y mudándonos de uno a otro. El tema de la devolución de la fianza es un momento que se pasa con miedo cuando es una cosa que se debería dar por sentada. Si todo está bien, que te la devuelvan. No siempre es así. En los comentarios de la publicación cada uno aporta su experiencia personal.
—¿Te sorprendió alguna anécdota que comentasen en la publicación?
—Me sorprendió que varias personas comentaron que habían recurrido a abogados o a amigos abogados. Y es verdad que en su momento, yo me planté llamar a un abogado porque sabía que tenía la razón, pero claro, dudaba hasta qué punto me compensaba. Entonces, esto me hace ver que estamos en una situación de indefensión, porque no tenemos ni la información ni los medios para reivindicar lo que es nuestro.
—Entonces, con las viñetas se puede denunciar, pero también dar información...
—Sí, una especie de red en la que todo el mundo comparta su experiencia o algún sitio donde conseguir información, ya sea en A Coruña o en otra ciudad. En ese sentido puede ser útil.
—Mi casera decía que mi piso no necesitaba reforma y, cuando nos fuimos, lo reformó y lo subió de precio...
—¡Es que se las saben todas!
—Todo empieza y termina en Madrid...
—Siempre pasa. Me encanta que la gente comparta sus experiencias porque es genial, pero no quitándole valor a las de los demás. Al final todos sabemos que en Madrid los pisos están mucho más caros y que la situación es más precaria, pero parece que quieren presumir de ello. Entonces me gusta la contradicción que se genera de presumir de que están peor. Es como: ‘yo más’, todo el rato. Hago un poco de coña con eso.
—¿Cómo sería tu piso ideal?
—Mi piso ideal tendría una galería de madera muy grande como las típicas de A Coruña. Los suelos serían de madera, de alguna noble, y los techos, altos. También me gustaría tener muchísimas estanterías llenas de libros y que además estos estuviesen repartidos por todas partes, como encima de las mesas. Me lo imagino un poco así.
—¿Qué zona coruñesa escogerías?
—Ciudad Vieja, sin duda.
—Pensé que me ibas a decir un primero en Montealto, para poder ver auroras boreales...
—Pues sí, también [risas].
—Espero que no tengas en tu salón ningún libro de Loewe solo como elemento decorativo...
—No, no tengo. Tengo de otros diseñadores que me interesan más, pero lo que es un libro solo por ver el logo todos los días no lo tengo. Es como la gente que también tiene una bolsa vacía de Loewe. Yo ya te digo, prefiero tener alguna jarrita de Sargadelos que algo así.
—Me llama la atención una carpeta en tu perfil de Instagram en la que discutes acerca de los placeres de la vida. Hay uno que pone: ‘Placer 28: Vivir cerca del mar’. Y tú contestas a la publicación con un vídeo de un temporal de Malpica donde una ola arranca una farola...
—Conozco a una chica que escribe textos así como muy idílicos, y la verdad es que a mí me gusta sacarles punta. Aunque pobrecita... [risas]. Es como lo de que es un placer desperezarse por las mañanas cuando realmente te pones la alarma a las siete. Me da la sensación de que todo es un poco Los mundos de Yupi, y entonces me gusta bajarlo a la realidad.
—Qué te da más miedo, ¿Idealista o la Agencia Tributaria?
—La Agencia Tributaria. Al final en Idealista hay cosas en las que te metes si quieres, si no, no hace falta. Pero de la Agencia Tributaria no se puede escapar.
—Se han llegado a tatuar tus dibujos...
—Es verdad que antes pasaba más porque subía más ilustraciones y ahora tiro más de textos. Del primero que supe fue de un chico que se tatuó la foto que tengo de perfil, la del rollo de papel higiénico que pone ‘tu opinión’. Salía en Acapulco Shore, se llamaba Tadeo Jones... —piensa— ¡No, ese no, que ese es un dibujo animado! El chico se llamaba Tadeo no sé qué [risas]. A día de hoy todavía lo tiene.
—Tu público más exigente es tu madre, que te pide que sonrías para las fotos...
—Siempre tiene algo que decir, aunque recomienda todas las publicaciones. Pero, bueno, en historias la tengo bloqueada [risas].