Harry, Sally y la fiesta de Fin de Año más icónica del cine

YES

Tenías que ser tú. Salvo el brillo de labios de Meg Ryan, que no tiene remedio, el resto de la escena es la recreación del Fin de Año perfecto. No sobra ni una coma en el diálogo que Nora Ephron escribió para culminar la historia de Harry y Sally en medio de un cotillón

31 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Habría que pedir permiso a los Corleone antes de afirmar que la mejor escena de una fiesta de Fin de Año no es la de El Padrino II. Que me perdonen los Coppola de este mundo, pero a pesar del beso que Michael estampa a Fredo, pocas cosas pueden superar esa noche ochentera en la que Billy Cristal recorre Manhattan a la carrera para empezar el resto de su vida cuanto antes. Y es que han pasado 35 años desde que se estrenó Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner, 1989), y esta icónica comedia romántica, clásico moderno por derecho propio, puede servir como ejemplo para casi todo. ¿El mejor falso orgasmo de la historia del cine? Lo tiene. ¿La mejor peor cita doble? La tiene. ¿El otoño más bonito en Nueva York? También. Así que por mucho que aquel 31 de diciembre de 1958 en La Habana nos fascine, por mucho que la traición de Fredo Corleone nos deje tan helados como a su hermano, si queremos empezar el año 2025 con una sonrisa, qué mejor que recordar esa fiesta a la que Sally no quiere ir, pero que terminará con una de las mejores declaraciones de amor. Porque sí, también la tiene. Y es que la escribió Nora Ephron, con lo que está todo dicho.

«Auld Lang Syne»

Cuando el próximo día 31 suene la última campanada, besaremos o abrazaremos a quien tengamos más cerca. Que suele ser una pareja, un hijo, unos hermanos, unos padres, unos amigos… Pero en el cine, ese primer beso del año nuevo se le da al desconocido que tenemos al lado, y suele llegar envuelto en serpentinas, en un salón de baile, y con los acordes de la antigua canción escocesa Auld Lang Syne. Años antes de que Billy Cristal y Meg Ryan trataran de entender la letra de la canción, Meryl Streep y Robert Redford se besaban, con esa misma melodía de fondo, en su propia fiesta de Fin de Año. En Memorias de África (Sidney Pollack, 1985), comparten dos besos fugaces, pero cargados de intención, justo antes de que alguien rompa la magia para cambiar Auld Lang Syne por God Save The King. Muchos, muchos antes, los acordes de la vieja canción escocesa hacen despertar a Shirley MacLaine en El apartamento (Billy Wilder, 1960), para echar a correr y llegar a tiempo de jugar una partida de cartas (y algo más) con Jack Lemmon. Y sí, muchos, muchos años antes, Frank Capra cerraba Qué bello es vivir con la misma canción… pero no era 31 de diciembre, sino 24. Así que no cuenta, porque no había serpentinas, ni baile.

Solo en el mundo anglosajón esta canción es sinónimo de cambio de año. Por muy insistente que se haya puesto Hollywood, aquí somos más de Mecano. Y además, como diría Harry-Billy Cristal, ¿qué significa? «Quiero decir, ¿deben olvidarse los viejos conocidos? ¿Significa que debemos olvidarlos, o significa que si los hemos olvidado, deberíamos recordarlos, lo que no es posible porque los hemos olvidado ya?» Como responde Sally: «Quizá signifique que debemos recordar que los hemos olvidado, o algo así». Habla de viejos amigos. Y acompaña esta última frase con una sonrisa. Porque sabe de lo que habla. De los amigos, que es de lo que va esta película que, curiosamente, estuvo a punto de no terminar así, ni mucho menos. Y es que según contaban el director, Rob Reiner, y la guionista, Nora Ephron, si la película iba de los amigos que estropean su amistad por tener sexo... entonces así tendría que terminar: con Harry y Sally arruinando su amistad. Pero entonces Reiner conoció a su futura mujer, y de alguna manera decidió que aquello tenía que terminar bien.

Finales menos felices 

En el concurso de besos que el propio Rob Reiner estableció en La princesa prometida, unos años antes, se podría haber colado en los primeros puestos ese beso entre Harry y Sally rodeados de gente, en plena fiesta. Aunque de todos los besos para saludar al año nuevo, pocos puedan competir con el de Ralph Fiennes y Angela Bassett en el enloquecido cambio de milenio que dirigió Kathryn Bigelow en Días extraños (1995). No, no suena música escocesa, pero cae confeti y serpentinas, y a aquel jovencísimo Lenny-Fiennes no le hace falta más que una mirada marca de la casa para causar el mismo efecto en otra jovencísima Bassett.

Todas estas fiestas tienen en común un final feliz, aunque si pudiéramos ver a los protagonistas de El apartamento o Días extraños unos años más tarde, no nos sorprendería mucho saber que ya no están juntos.

Otra cosa es el melodrama de Memorias de África, que no hay confeti que lo arregle… y por supuesto, otra cosa es esa fiesta en La Habana en la que Michael Corleone sella su destino y el de su hermano mientras el régimen de Batista hace mutis por el foro al ritmo de Guantanamera. Mientras los rebeldes se hacen con el poder en Cuba, Fredo se deshace como puede del abrazo de su hermano y huye, con el rostro de perdedor impecable que nos regaló John Cazale en su interpretación. Michael-Pacino, sabe que ese beso es una condena a muerte. A nadie engañan las serpentinas y los trajes de gala. El nuevo año solo puede traer muerte, como siempre que los Corleone celebran una fiesta.

Las fiestas, en Cuando Harry encontró a Sally, son otra cosa. Aunque la boda de los mejores amigos de la pareja termine con una bronca monumental y una ruptura, cuando Harry echa a correr, mientras suena It Had to Be you, lo único que queremos es que llegue a tiempo, antes de que Sally se vaya de esa fiesta a la que ha ido prácticamente arrastrada. Y allí, con Meg Ryan tratando de mantener su cabreo, mientras de fondo suenan las risas y las conversaciones, la cuenta atrás para el nuevo año, y de pronto, la dichosa canción escocesa, Billy Cristal lanza su discurso: «Amo que tengas frío cuando hay 20 grados afuera, amo que te lleve una hora y media pedir un sándwich, amo que te aparezca una pequeña arruga sobre la nariz cuando me miras como si estuviera loco. Amo oler tu perfume en mi ropa después de pasar el día contigo, y amo que seas la última persona con la que quiero hablar antes de dormir. Y no es porque me sienta solo, y no es porque sea Fin de Año. Vine esta noche, porque cuando te das cuenta de que quieres pasar el resto de tu vida con alguien, quieres que el resto de tu vida empiece lo antes posible». ¿Cursi? Es una comedia romántica, no esperamos otra cosa, pero este guion nos trata como adultos, y en las líneas de Nora Ephron siempre hay una dosis de ironía. Todos sabemos que sí, Harry, se siente solo. Sally también lo sabe. Pero si a ella no le importa, a nosotros tampoco. Al fin y al cabo, el año nuevo acaba de empezar y queremos unirnos a la fiesta y creer que, efectivamente, el resto de la vida acaba de empezar en ese preciso momento.