Ellas son amigas desde hace más de 30 años: «Pasamos todo juntas, la infancia, los primeros amores y 10 embarazos»
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Están juntas desde hace décadas. Hablamos con varios grupos y «besties» que han estado ahí para todo. «En 30 años nunca nos enfadamos, las peleas están fuera de esta pandilla», cuentan estas superamigas
18 ene 2025 . Actualizado a las 21:53 h.Hay amistades que son familia. La conexión de Luisa, Irma, Diana, Natalia y Ángela se nota a lo lejos. Ellas son la familia que se elige. En una mesa de una cafetería en A Coruña, a las cinco amigas les pasa el tiempo volando. «¿Te acuerdas de cuando Nati se sacó el carné de conducir después de no sé cuántos intentos, le pedimos el coche a mi padre y nos fuimos hasta O Barco para estar contigo?», le recuerda Ángela a Luisa entre risas. «Me acuerdo, me acuerdo, también de que yo iba de copiloto como si fuese la monitora de la autoescuela pisando el acelerador. Al final, ¡llegamos! Eran otros tiempos y nos lo pasamos muy, muy, muy bien», cuenta Luisa.
La amistad de estas cinco gallegas es a prueba de todo: «Hemos pasado ya todas las etapas juntas: la infancia, la adolescencia, los primeros amores y 10 embarazos». Tienen 46, 44 y 42 años y llevan cerca de 30 años siendo amigas. Se conocieron en los scouts. «Somos del grupo 322 de Oza, en A Coruña». Natalia y Ángela son gemelas. Empezaron la pandilla con Irma, que en 1989 se integró en el grupo de las scouts de Natalia y Ángela. «Yo era de otro barrio, de Monte Alto, pero mis padres tenían unos amigos que llevaban a sus hijos allí. En realidad, yo no estaba en el grupo de Natalia y Ángela porque era más pequeña, pero mi hermano sí estaba y yo en ese momento siempre iba con él a todo», recuerda Irma.
Un año después apareció Diana, y Luisa unos años después, cuando su hermana empezó a salir con uno de los monitores de Ángela y Natalia en los scouts de A Coruña y venía con ella desde O Barco. Así fue como empezaron a juntarse todos los sábados por la tarde coincidiendo con las reuniones de los scouts. «Desde 1989, ¡qué lejos suena eso!», exclama Irma mientras recuerda los momentos vividos a través de las fotos que hacía y que guarda por años en carpetas.
«NO HABÍA WHATSAPP»
«Pasábamos todos los fines de semana juntas. Sabía que todos los sábados por la tarde había reunión y que nos íbamos a ver», recuerdan. No había WhatsApp para quedar. Solo teléfono fijo, pero ni hacía falta. Todas sabían que a la reunión de los scouts no se fallaba. Además de los sábados, se veían en los campamentos, que había, al menos, una vez al mes, y también durante la época de vacaciones. «Los campamentos son muy intensos, eran como un Gran Hermano», apunta Ángela. En las tardes de los sábados iban creciendo y haciéndose mayores. «Recuerdo que después de los scouts salíamos de fiesta, nos íbamos de Monelos hasta el Orzán, hasta la playa de San Amaro».
Todas insisten en que se lo pasaban «muy, muy, muy bien» juntas. «Hay cosas que no se pueden contar», se ríen. Juntas fueron pasando por las distintas etapas de la vida. Los scouts fueron el nexo de unión, pero estas cinco amigas ya no se separaron más. «Después de los scouts y cuando acabamos el instituto y nos fuimos a estudiar seguimos manteniendo el contacto. Era ya nuestra pandilla de las amigas de salir», cuenta Irma. Cada una decidió seguir un camino distinto y ninguna de estas amigas estudió lo mismo. Irma hizo Logopedia, Natalia Enfermería, Diana trabaja como administrativa en el Sergas, Luisa es auxiliar de enfermería y Ángela tiene un centro de estética. «Al ir creciendo fueron apareciendo otras pandillas, pero el grupo siempre permanecía. Lo que hacíamos era juntar pandillas».
Así fue como, por ejemplo, Ángela conoció a su marido en una fiesta con las amigas del colegio de Irma. «Fue en una cena en casa de su amiga Susana y ahí había otra pandilla, la de Fran. Así fue cómo nos conocimos». «Vas sumando a gente en la carrera y en el trabajo, pero las amigas de toda la vida somos nosotras», asegura Irma. «Esta pandilla permanece, aunque tengamos amigas por otros lados, esto no se rompe», añade Natalia.
Todas vivieron sus primeros amores y fueron madres casi al mismo tiempo. Hay diez niños en esta pandilla. «Tenemos hijos más o menos de la misma edad y también quedan y se llevan bien». La mayor es Laura, la hija de Ángela, que ahora también es scout como lo fue su madre y espera poder tener una pandilla igual 30 años después. «Cuando le dije que íbamos a hacer este reportaje me dijo que ella también quería salir con su pandilla. Le expliqué que primero tenían que llegar hasta los 40 años, como nosotras». No solo las une el vínculo de la infancia. Son casi familia. Ángela fue la primera en ser madre y eligió como madrina de su hija a Irma. Después, cuando fue el turno de ser mamá de Irma, Ángela también fue la elegida como madrina.
«De hecho fue el único momento en el que recuerdo que Ángela se molestó. Yo estaba viviendo en Pontevedra y no sé por qué se le metió en la cabeza que no iba a ser la madrina. Estuvo dos semanas que casi no hablaba, pero pronto se le pasó», recuerda Irma entre risas. «Yo ya no me acuerdo», se ríe también Ángela. Las peleas están fuera de esta pandilla: «Nunca nos enfadamos, puede que hubiese alguna picadita, pero enfadarnos de estar tiempo sin hablarnos, nunca».
Lo que sí les gusta es debatir. «Somos más de hablar y de dialogar que de discutir», apunta Luisa. Reconocen que en política les cuesta ponerse de acuerdo, que cada una tiene su punto de vista, pero hablan, debaten y todo listo. «En la pandilla tenemos todos los palos. Por ejemplo, Nati es la feminista». «Pero no me hacen mucho caso», asegura Natalia. «Yo sí, que me fui contigo a Madrid a un congreso feminista. Yo le hago caso a todo lo que nos pasas por el grupo», cuenta Luisa, que se define como la «cabra loca» del grupo. Las cinco se ríen y disfrutan esta amistad en la que cada una puede ser como es. Cuentan que no tienen ninguna tradición. «Somos más de escribir por el grupo y de quedar en cualquier momento. A veces, por los turnos, es difícil juntarnos todas, pero nos movemos. Por ejemplo, si una dice: ‘¿Os venís a merendar a mi casa?, pues vamos. Que Diana se va al cámping, pues nos vamos al cámping a verla», explican.
«NOS ÍBAMOS A MI ALDEA»
Es algo que llevan haciendo desde pequeñas. «Ya cuando éramos jóvenes, y todavía no teníamos familia, nos íbamos a mi aldea a pasar unos días a una casa en la montaña de Lugo», recuerda Irma. «La suerte que tenemos es que vivimos cerca, entonces cuando alguna puede quedar lo pone por el grupo e intentamos vernos», cuenta Natalia. Tienen pendiente un gran cocido de las cinco familias: «El día que nos juntamos todos lo que parece una reunión pequeña se convierte en una boda».
Lo que sí tienen previsto hacer este 2025 es un viaje de las cinco juntas. «Vamos a hacer el Camino de Santiago en Semana Santa». Es el gran momento del año, su viaje para recordar todo lo vivido de jóvenes en los campamentos de los scouts. «Vamos a hacer la variante espiritual por la costa desde Pontevedra», cuentan. «Bueno, espiritual o espirituosa porque va a ser un camino de comer y beber», se ríen. Ya lo tienen todo listo: en unos meses se colgarán la mochila a la espalda y se echarán al camino para disfrutar de kilómetros y kilómetros solo entre amigas. «Vamos a ir las cinco solas, sin maridos y sin hijos». «No sabemos si vamos a acabar el camino, si aguantaremos más de un día, pero lo que está claro es que nos lo vamos a pasar muy bien», aseguran.