María von Touceda, autora de «Cinco lorzas metafísicas»: «Conmigo utilizan gorda como insulto porque no me pueden llamar tonta»
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La gallega María von Touceda publica un irreverente y necesario ensayo sobre la presión que ejerce el capitalismo en los individuos, especialmente sobre las mujeres, en torno a su aspecto físico. Con su libro propone menos pesas y más cabeza
27 ene 2025 . Actualizado a las 16:29 h.Se considera, a todas luces, una persona romántica. «Y nada me da más paz que visitar cementerios. Siempre que puedo acudo a uno. A veces ya directamente me lo pide el cuerpo. Son lugares perfectos para reflexionar y en ellos se sale una de la rueda del capitalismo», cuenta desde Cantabria, en concreto, desde los Valles Pasiegos, donde reside, la crítica de arte y escritora compostelana María Von Touceda (Santiago, 1979).
Su cuenta de Instagram expone estas curiosas e interesantes peregrinaciones. Autora a contracorriente, punk y para muchos underground, hace activismo contra la gordofobia. Una reivindicación que ha llevado a su ensayo Cinco lorzas metafísicas (H&O Editores), donde clama por el derecho y la libertad de amarse a una misma. De querer nuestra silueta, sea como sea. Un grito tan incisivo como necesario, lleno de inteligencia, donde va directa al grano.
Con sentido del humor y sin tapujos. Así es la autora que, en la era de las redes sociales, lo inmediato y las apariencias, se posiciona en defensa de la educación y el respeto al prójimo. En el libro, con prólogo de Natalia Zarco y portada de Juan Francisco Casas, habla de michelines y sexo, drogas, redes sociales, arte y salud mental.
Con ella la carcajada está asegurada, pero también la reflexión. En su análisis no faltan la crítica al negocio capitalista que se ha desarrollado alrededor de la dieta. Una «presión neoliberal», define, que se refleja incluso en cómo nos exponemos en nuestros perfiles sociales.
Más lorzas y menos abdominales es el grito que resuena en una escritura desobediente y cabreada que esta semana ha recibido una buena noticia. El ensayo vuelve a la imprenta tras confirmarse la segunda edición.
—Desde que recuerdas, ¿tu primer trauma tenía que ver con el aspecto físico?
—Para nada, mi padre me abandonó cuando yo tenía 4 años, eso sí que me afectó. Cuando era pequeña era nadadora, no tenía problemas con mi aspecto físico.
—¿Y ya adulta, tuvo complejo?
—La verdad es que no. Crecí en una familia de mujeres donde mi abuela, mi madre y mis tías me enseñaron a ser una mujer fuerte y también me dieron todo el cariño del mundo, así que siempre he tenido una autoestima de acero toledano.
—¿Qué te llevó a escribir «Cinco lorzas metafísicas», el ensayo que ha alcanzado la segunda edición?
—Pues fue un encargo de la editorial. Anteriormente, solo había escrito novela erótica, además de crítica de arte. Me licencié en Historia del Arte en la Universidade de Santiago (USC), pero completé mis estudios en la Facultade de Filosofía. Entre otras muchas asignaturas, estudié Retórica y Argumentación, así que creí que ya era hora de escribir un ensayo. No está bien que yo lo diga, es el feedback de los lectores, que apuntan este libro como absolutamente necesario y de obligada lectura.
—¿Llegará algún momento en el que dejemos de medirnos por el peso? ¿Sería esa la auténtica liberación?
—Vista la deriva que llevan las redes sociales, creo que la apariencia va a continuar como problema principal de aquellos que no se quieren forjar como seres pensantes. La auténtica liberación sería no dejarse llevar por la rueda del capitalismo y que los filósofos volviesen a ser los verdaderos influencers, no la gentuza que reina en las redes sociales, sin dos dedos de frente.
—Tras la Navidad, la dieta está en boca de todos. ¿Qué te dice esa palabra tan manida?
—Pues cuando la oigo pienso directamente en la lista de la compra. Desde luego, no es una palabra que me infunda miedo ni terror. Todos hacemos una, con más o menos calorías. En mi casa cocino yo y llevamos una dieta bastante equilibrada. Sin restricciones, claro.
—Si preguntásemos a un grupo de gente por una artista elegante, seguramente muchos responderían Audrey Hepburn, que era muy delgada. ¿Todo se reduce a los kilos?
—La elegancia se mide en el trato hacia los demás. Por lo menos, en mi círculo.
—¿Cuándo se impuso la delgadez como norma?
—Hay varios períodos en la historia donde oscilan los diferentes tipos de cánones, según la época. Lo que nos llega ahora viene del siglo XIX, por esa apariencia de enfermedad que se puso de moda. La idea de fragilidad asociada a la feminidad también tiene bastante culpa.
—¿Seríamos todos algo más felices si la Venus de Willendorf fuera el canon?
—No sé si seríamos más felices si estuviese impuesto ese canon, pero desde luego, sí sé que el que hay ahora hace infeliz a mucha gente.
—¿Afecta igual la gordofobia a hombres que a mujeres, o se castiga más a ellas, como sucede con la edad?
—A las mujeres se las castiga por todo mucho más. Se las critica en cada una de sus facetas. Lo importante es crearles inseguridades para que gasten dinero en solucionar «problemas». El capitalismo se nutre de esto.
—La culpa o la vergüenza. ¿Qué sentimiento pesa más?
—En España venimos de una tradición cristiana, por lo que pesa más la culpa, desde luego.
—Lalachús fue la revolución de estas Navidades con las campanadas. ¿Qué les diría a los que la cuestionaron por su aspecto?
—Lo hizo como se tienen que hacer las cosas, que es sudándotela lo que digan los demás. Los haters que atacan a una persona por su apariencia se retratan a ellos mismos como auténticos subnormales. Conmigo utilizan «gorda» como insulto porque no me pueden llamar «tonta».
—Otros personajes populares, como Ibai Llanos, han sido cuestionados tanto por estar muy gordos como por intentar perder peso, incluso cuando lo hacen por su salud, como explicó el creador de contenido digital.
—Entiendo que cuando un referente cede a las presiones sociales, sus seguidores pueden sentirse decepcionados. Creo que lo verdaderamente importante es preocuparse por otras cosas que no sean los cuerpos de los demás.
—¿Donde está la frontera entre la gordofobia y el bienestar físico?
— Cada uno tendrá sus límites. El mío, por ejemplo, sería que la gordura me impidiese hacer las tareas de mi día a día.
—¿Cuál es la solución para la gordofobia? ¿La educación?
— Sí. Es importante que a las nuevas generaciones se les inculque que lo esencial de una persona es cómo piensa y cómo se comporta, no su apariencia. Todo lo contrario de lo que se ve en las redes, donde la apariencia se asocia al éxito y el éxito al dinero.
—En casa, ¿tiene báscula?
—Sí, una pequeña para la hierba. Creo que es el único peso que merece mi control.
—¿Sacarle una hora al gimnasio y dársela a la lectura sería una recomendación médica necesaria?
—Siempre se habla de la lectura como algo que enriquece, pero no todos los libros que se leen lo hacen. Conozco personas que leen muchísimo, pero son unas completas analfabetas.
—Entonces, además de ser selectivos con lo que se come, como indican los nutricionistas, ¿también hay que serlo con lo que se lee?
—Así como hay deportes mucho más interesantes y saludables que hacer pesas, como la natación, por poner un ejemplo, también hay lecturas que sí transforman al lector en una persona con espíritu crítico. Quizá sea lo que más necesite la sociedad actual.