Aina y Berta, autoras de «Manual para la madrastra moderna»: «Una madre puede decir que no soporta a su hijos; una madrastra, no»
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Ni fregar escaleras ni coser vestidos. Tras crear una comunidad, Aina y Berta explican los tabúes y las fases de la «madrastridad» en su primer libro. «Antes no había información sobre las madrastras. Si buscabas la palabra en internet, solo salía porno», apuntan
03 feb 2025 . Actualizado a las 17:52 h.Aina y Berta se convirtieron en madrastras a sus veintitantos, en una época en la que no había información. La imagen que proyectaban las películas y los cuentos de la madrastra malvada tampoco ayudaba. Pero antes de todo eso, también fueron hijastras. Después de crear una comunidad y acompañar a quién pasaba por el mismo proceso, ambas decidieron publicar Manual para la madrastra moderna, una completa guía sobre las fases de la madrastridad llena de consejos y experiencias personales. Eso sí, sin ayuda de animalitos como le pasaba a Cenicienta o a Blancanieves.
—¿Cómo surgió la idea de escribir el libro?
Aina. Llevábamos mucho tiempo acompañando a madrastras y vimos que en nuestra comunidad habían empezado a aparecer padrastros e incluso madres separadas. Nuestra editora también es madrastra y nos escribió para darnos las gracias por haberle salvado la vida. Nos dijo que quería que de ahí saliese un libro para que fuese como un abrazo a todas las mujeres madrastras. Ahí nos pusimos manos a la obra.
—¿Y vosotras dónde os conocisteis?
Aina. Nuestras historias tienen muchos puntos de similitud porque fuimos madrastras muy jóvenes y nos cambiamos de comunidad por nuestra pareja. Berta es catalana y se trasladó a Galicia. Yo soy de Valencia y me trasladé a Madrid. Decidí abrir un blog para hablar de las cosas que estaba viviendo con los hijos de mi pareja y busqué si había otro parecido al mío. Encontré el de ella que se llamaba Ser madrastra. Nos dimos los teléfonos y comenzamos a trabajar juntas.
Berta. Además nos apoyamos la una a la otra. En aquella época no había información, ni psicólogos ni grupos de apoyo. Si buscabas en Google madrastra solamente te salía porno.
—Ambas venís de familias enlazadas, habéis sido hijastras y ahora madrastras. «Jugáis con ventaja» al saber lo que sienten vuestros hijastros hacia vosotras...
Berta. En parte sí y en parte no. Yo tuve dos madrastras, un padrastro y siete hermanastros. He tenido toda la fauna posible y aun así no me esperaba para nada lo que sentí cuando me convertí en madrastra. A ellas las veía muy puntualmente, pero con mi padrastro convivía más y estoy segura de que sintió muchas de las cosas que yo también siento, porque nunca se abordó. Todo se llevó de tapadillo con mi madre interviniendo. Con él he tenido épocas muy duras de rechazo, pero también épocas muy bonitas de acercamiento. Para mí es una persona muy importante. Con mis hermanastros al principio nos pegábamos todo el día y después surgió entre nosotros una relación muy intensa. En la familia enlazada no tiene que ser todo de color de rosas, sino que esas situaciones forman parte del proceso.
Aina. En mi caso sí que me ha ayudado mucho a conectar con mis hijastros, porque la separación de mis padres fue muy conflictiva, como lo está siendo la de los suyos. Esa necesidad de cobijo y de ser escuchados me ha ayudado a crear un vínculo muy especial con los peques. Yo he sido una hijastra de mierda y cuando me he ido haciendo adulta, me fui dando cuenta de las cosas. Y ser madrastra ha rematado con todo, porque fui consciente del papelón que tuvo mi madrastra para adaptarse y lo que tuvo que tragar con cosas que no eran de ella, porque el conflicto de mis padres estaba por el medio.
—Después de leer el libro, te das cuenta de que en los cuentos o en el cine existe la figura de la madrastra malvada, pero del padrastro malvado no hay tantos ejemplos...
Aina. Y si los hay son ejemplos muy feos. En la pelea social entre padrastro y madrastra nadie gana. Me estoy acordando de una película en la que sale un padrastro y lo que ocurre con él es que abusa del niño. El fantasma que sobrevuela sobre ellos es el del abuso sexual. ¿Qué pasa? Que es mucho menos frecuente y estamos hablando de casos muy extremos. El cuento de la madrastra malvada está mucho más extendido.
Berta. Las madrastras de las pelis que son buenas, muchas veces llegan a ocupar el lugar de la madre porque muere o desaparece. Se da la visión de que ellas van a dar una estabilidad emocional a los niños. Pero no tenemos ejemplos de lo que es la madrastra real que lo está pasando mal porque le cuesta adaptarse y que convive con la figura de la madre. Este es otro de los grandes puntos de dolor.
—Porque tú estás intentando hacer tu vida, pero es que tu pareja tiene una paralela...
Aina. Claro. Imagínate la presencia de la ex de tu pareja constantemente en tu vida porque cualquier cosa tiene que negociarla con ella.
Berta. Vacaciones, extraescolares... Para todo hay que mantener esa relación no deseada, tanto para la madre como para la madrastra. También a veces el padre no termina de ubicarse bien porque no saben cómo gestionarlo. Menos mal que todo está cambiando y cada vez hay más hombres que buscan la manera de ocupar esos lugares a nivel emocional, pero otros se retiran y no son conscientes de que deben hacer una gestión para facilitar esa convivencia. Puede llegar a ser muy difícil.
—¿Tuvisteis claro desde el principio lo de escribir vuestras experiencias personales?
Aina. En un principio pensamos en ampliar el libro con experiencias de otras madrastras, pero había que pedir permiso y muchas igual no estaban preparadas para compartir esa intimidad. Berta y yo pensamos que cuando tú trabajas con personas también hay una parte humana de poder decirles que las comprendes porque has pasado por eso. No solo explicarles que se sale, sino mostrarles cómo lo hemos hecho nosotras en ciertas situaciones. Algunas han salido regular y otras bien. Quizás a ti no te sirvan, pero por lo menos sabes que no estás loca.
—¿Os dio algo de miedo?
Berta. Sí, porque cuando una madrastra comparte que tiene una dificultad o un sentimiento desagradable en la relación con sus hijastros se continúa cayendo en los cuentos y todo se reduce a que eres mala y que no tratas bien a los niños. Tú como madre puedes decir que no soportas a tu hijo y nadie va a pensar que le vas a dañar, se entiende que estás sobrepasada por la maternidad. Como madrastra no puedes decirlo y si lo dices es cuando llevas diez años y te da todo igual. La gente te plantea: ‘¿Cómo puedes decir esto con todo lo que están pasando? Tú eres la adulta y tienes que entenderlos’. En el libro compartimos eso. A mí me da miedo la reacción que pueda tener mi familia porque no sé si van a entender que no es nada en contra del niño. De hecho, hoy tengo una relación mucho más pacífica con él. Mi dificultad fue con el rol que tenía en relación con ese niño y cómo yo me ubicaba ahí. No fue una decisión fácil.
Aina. Yo también tuve ese temor. Mis hijastros quieren leer el libro y todavía hay cosas que es como: ‘Esto vamos a saltarlo’. No porque estés diciendo nada feo, sino porque remueve.
—Las dos habéis sido madres. ¿Cómo se gestiona la llegada de un nuevo bebé?¿Sería hermano o hermanastro?
Berta. Hermanastro es cuando no hay vínculo de sangre, pero si lo hay, aunque sea solo por parte de un progenitor, ya son hermanos. Esto es también una confusión muy habitual.
Aina. Los que no aceptan la figura de la madrastra, el hecho de que ella tenga un hijo lo ven como una nueva amenaza. Entonces intentan separar y tú tienes que hacer esa pedagogía. A mí esto me pasó de pequeña. Tuve una amiga que sus padres también estaban separados y su padre se volvió a casar y tuvo un hijo. Yo le pregunté: '¿Es tu hermanastro?' Se pilló un rebote conmigo y me dijo: 'Es mi hermano'. A mí aquello me ayudó a ubicar.
Berta. Es un tema importante porque volvemos a la imagen de los cuentos. De la idea que hay de que la madrastra al principio finge aceptar a los hijastros como su plan de manipulación, pero que cuando tiene a su propio hijo va a intentar desecharlos. Cuando eres madre y tienes un segundo niño, ya se entiende que no vas a poder estar tanto para el primero y que el padre va a tener que hacer una función más presente, porque tienes que volcarte en esa nueva criatura. En la maternidad puede ser difícil, pero se admite como algo normal. Con la madrastra, lo que pasa es que a medida que su embarazo avanza y ella no está tanto para los hijastros o para gestionar toda la tensión familiar, se ve como la confirmación de que eres una desalmada a la que lo único le que le importa son sus hijos. Por eso, el embarazo de la madrastra se convierte en un problema. También porque para la madre puede ser un duelo horroroso el decir: 'Ahora mi hijo se va a otra casa donde va a tener un tipo de familia que yo no le he podido dar'. Hay algunas que, como consecuencia de ese dolor, dicen cosas como que el niño no es nada tuyo o que no te hará caso. Dependiendo de cómo lo gestionen, los niños reciben un mensaje u otro que después dificulta mucho que se puedan vincular con su nuevo hermano.
—En el libro también habláis sobre asesoramiento legal...
Aina. Todo el mundo lo necesita en algún momento de su vida. Hay que perder el miedo a contactar con un abogado y hacer las preguntas pertinentes como: ‘¿En qué régimen me caso?’ o ‘¿Si nos compramos una casa cómo lo hacemos?’. La madrastridad es una situación compleja que te pone en la tesitura de mantener conversaciones complicadas que cuanto antes las tengas, mejor. Tener un asesoramiento legal va a ayudar a que a no te pille todo de golpe.
Berta. La ventaja que tenemos es que hemos visto a nuestras parejas separarse y sabemos lo que supone no haber llegado a acuerdos económicos. A la hora de hacer inversiones, por ejemplo, si compro una casa al 50% con mi pareja significa que si mañana fallece, la mitad de mi casa es de mis hijastros, pero como son menores, los bienes los gestionará su madre y a lo mejor tengo una relación pésima con ella. Todo lo que compre con él va a ser compartido con mis hijastros. Si yo quiero que algo pase solo directamente a mi hijo, tengo que ponerlo únicamente a mi nombre. Muchas veces lo que ocurre es que a la madrastra se la mira mal cuando vela por sus intereses individuales y los de su hijo y quiere separar sus bienes de los de sus hijastros. El estigma de que es una interesada y solo piensa en el dinero nos lleva a asumir cosas que nos perjudican y eso genera mucho resentimiento.
—¿Cuál es vuestro nivel de drama en estos momentos?
Berta. En mi caso, muy poco. Incluso menos que mi pareja [risas]. De todas formas, siempre siguen surgiendo situaciones nuevas. A veces nos pilla el drama y empezamos a rajar, pero llega un momento en el que los dos nos damos cuenta de que estamos cayendo ahí otra vez y cambiamos el chip rápido. Hemos encontrado la manera de no quedarnos enganchados en eso.
Aina. Nosotros estamos en un nivel medio de drama [risas]. Hemos echado un paso atrás, ahora lo están gestionando mis hijastros. Aprendimos a poner un muro antes de que nos llegue.