
Esto es un atraco. Ya lo dijo Groucho Marx cuando Grace Kelly arrebató el premio a Judy Garland en 1955: «Querida Judy, este es el mayor robo desde Brink», en referencia a un atraco en Boston en los cincuenta. Pero aquella injusticia no fue la primera, ni la última
02 mar 2025 . Actualizado a las 21:03 h.Hace unos días, la actriz Angela Bassett reflexionaba en una entrevista sobre las bromas y comentarios que sufrió tras perder el premio a la mejor actriz secundaria en el año 2023. «Es interesante que no se permita estar decepcionada ante un resultado cuando pensaba que me lo merecía», apuntaba. Ya había reconocido antes, en una conversación con Oprah Winfrey, que se había quedado «atónita» al escuchar el nombre de Jamie Lee Curtis, que se hizo con la estatuilla por Todo a la vez en todas partes. Mientras el resto de actrices nominadas aplaudían con ganas (y con esa ligera exageración que muchas veces muestran los perdedores en estas galas), Bassett permaneció seria y sin aplaudir. «Sí, estaba decepcionada y lo manejé como un ser humano», dijo. No todos los implicados en la gala de los Óscar son tan sinceros... y eso que desde la primera ceremonia, en el año 1929, la historia de los premios más codiciados del cine es también una crónica de robos más o menos escandalosos.
Genios ignorados
Más allá de los reconocimientos poco merecidos, están los olvidos radicales. Algunos de los mejores cineastas de la historia nunca vieron reconocido su trabajo. Se podría pensar que el hecho de que Hollywood no reconociera el trabajo de directores europeos u orientales como Ingmar Bergman, Akira Kurosawa, François Truffaut, Federico Fellini o Luis Buñuel tiene más que ver con el ombliguismo de la industria estadounidense, que para eso tiene la categoría de películas en lengua no inglesa, pero que hasta hace unos años no se colaban con tanta facilidad en las categorías absolutas. Pero esta falta de sensibilidad ante lo que se hace fuera de Hollywood no explica el vacío de directores que sí formaban parte de su propia industria: Orson Welles, Ernst Lubitsch, Alfred Hitchcock, Stanley Kubrick, Howard Hawks, Stanley Donen, Sidney Lumet... nunca recibieron un Óscar a la mejor dirección. Sí fueron reconocidas sus películas, a veces su trabajo como guionistas, pero la mayoría se conformaron con un premio honorífico.

Lo mismo les ha ocurrido a actores y actrices que vieron desfilar nominaciones sin recoger nunca una estatuilla dorada. Mitos como Kirk Douglas, Lauren Bacall, Peter O'Toole, Robert Mitchum, Richard Burton, Cary Grant... rostros más contemporáneos como Willem Dafoe, Glenn Close, Sigourney Weaver o Amy Adams nunca recibieron un premio.

Filias y fobias
Todo en Hollywood tiene cierta tendencia a la exageración. No consta que los actores sigan mandando telegramas a los nominados que merecían más el premio y que se quedaron con las ganas. Pero las filias y fobias de cada uno contribuyen a extender mitos como el de que uno de los mayores agravios de la historia de los Óscar fue el de que a Coppola le robaron el premio al mejor director por El padrino en el año 73. Mejor película, mejor guion adaptado y mejor actor para Brando... pero el premio al mejor director fue para Bob Fosse por Cabaret. Durante décadas, se ha considerado uno de los grandes robos de los premios. ¿Alguien puede discutir que la dirección de Cabaret es una virguería? El propio Coppola reconoció después que, aunque esperaba ganar el galardón y tenía el corazón roto, se alegraba de haber perdido con Fosse, que se lo merecía no solo por Cabaret, sino por sus siguientes películas.

Pero si aquello no fue un robo, ¿cuáles son indiscutibles? Uno de los ejemplos de manual, en las últimas décadas, es el de Shakespeare in Love. La película de John Madden se llevó siete premios, incluido el de mejor película, mejor actriz para Gwyneth Paltrow y mejor secundaria para Judi Dench por sus escasos minutos como la reina Isabel. Pero es que enfrente tenía a Salvar el soldado Ryan o La delgada línea roja. Y papelones como el de Fernanda Montenegro en Estación Central de Brasil, o la reina Isabel de Cate Blanchett en Elizabeth. La monumental cinta bélica de Spielberg se conformó con los premios técnicos y el de mejor director. Detrás de este despropósito estaba la mano de los Weinstein, productores de la comedia romántica, que desplegaron un arsenal publicitario, de presencia en los medios, e incluso de descrédito a los rivales, que debería estudiarse en las facultades de Publicidad. Precisamente, dicen muchos expertos que una de las razones por las que Ralph Fiennes no ganará este año, una vez más, el premio al mejor actor, es que no le interesa nada hacer campaña para lograrlo.

Dos décadas antes, Rocky se llevó el premio gordo. El mismo año en que estaban nominadas Taxi Driver, Network y Todos los hombres del presidente. Y su director, John G. Avildsen, arrebató el Óscar a mejor director a Scorsese, Alan J. Pakula, Sidney Lumet... y Bergman. Aquel año, 1977, marcó un poco el tono con el que la Academia iba a tratar a Scorsese, el director vivo con más nominaciones, diez en total, y que solo ha ganado uno por Infiltrados. Por su trabajo en Toro Salvaje, Uno de los nuestros, La última tentación de Cristo, o Los asesinos de la luna, vio pasar de largo la estatuilla. Solo el legendario William Wyler supera su récord, con doce nominaciones.
Las injusticias, de todas formas, no son cosa del cine actual. Que se lo digan a Vértigo, la obra maestra de Hitchcock, considerada una de las mejores películas de la historia, y que perdió el premio mayor frente a Gigi, una estupenda historia de Minnelli, sí, ¿pero aguanta la comparación? Aunque peor fue lo de Cantando bajo la lluvia, indiscutible cumbre del musical clásico. Esta maravilla de Stanley Donen y Gene Kelly vio cómo El mayor espectáculo del mundo se llevaba el premio a la mejor película. ¿Cuál se estudiará en las escuelas de cine? O el atraco a Kubrick del año 69, cuando Oliver, de Carol Reed, ganó el Óscar a la mejor película... por delante de 2001: una odisea del espacio.
Y eso que uno de los casos más sangrantes ni siquiera llegó al patio de butacas. Centauros del desierto, de John Ford, no obtuvo ninguna nominación. Nada más que añadir.