Peleas por un periódico

YES

CARMELA QUEIJEIRO

01 mar 2025 . Actualizado a las 15:36 h.

Un día de invierno en el que el frío invitaba a reclutar un café compatible con las prisas del inicio de la jornada laboral, hice parada en un bar para atender la urgencia. En el local convivían un puñado largo de madrugadores silenciosos que abandonaban la fase más superficial del sueño dando vueltas en un pocillo como si en el fondo habitase la fuente de todas las sabidurías. De pronto, un hombre se arrancó con un murmullo que enseguida convirtió en bufido. Su indignación parecía dirigirse a una mujer instalada en una mesa próxima. La señora ni se inmutó, aunque la filípica se inflamaba por momentos. Si acaso bajó un poco más la cabeza hacia el objeto que la mantenía embelesada. Era justo el objeto que el hombre reclamaba con un énfasis que empezaba a preocupar al resto de los clientes, espectadores de un duelo que parecía no ser nuevo. El hombre apelaba con una convicción inapelable a un reparto tácito de los tiempos y los usos del referido objeto, un pacto que la dama parecía estar quebrantando de forma intolerable. Al fin la mujer cedió a la presión, y tras regodearse unos segundos en la esquina inferior del objeto, se lo entregó con desdén a quien lo reclamaba. En el mostrador, la camarera asistía al duelo con la pereza que generan los conflictos viejos. Porque cada mañana, casi sin excepción, alguien se peleaba con alguien por el periódico del bar.

La escena, real como la vida misma, contradice la subrayada crisis de la prensa escrita y del papel, constata el carácter simbólico que conservan los periódicos y manifiesta lo extraño que es el comportamiento humano, porque en lugar de pelearse tan de mañana los contendientes de la cafetería podían acudir a un quiosco y resolver la guerra por un precio similar al del café. Pero no. Lo que sucede quebranta la ley de la oferta y la demanda pues un artículo tan deseado y tan escaso como para incubar una guerra debería tener un precio elevadísimo.

Algo muy parecido contaba esta semana Ana Gerpe en La Voz. En el bar Ruta San Campio, en Outes, han colgado un aviso para advertir a la clientela que quien supere los 20 minutos de lectura del periódico propiedad del bar tendrá que leer en voz alta las noticias para calmar la ansiedad de los que esperan a que el codiciado cuadernillo quede libre. Quién dijo crisis.