Frank de la mentira

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FOTOS BERNARDO CORRAL.

17 may 2025 . Actualizado a las 12:51 h.

Menuda historia la de Frank de la jungla, singular personaje que llegó a la televisión cruzando manglares en Crocs y calcetines blancos, que demostró una habilidad evidente para comunicar y que con los años se ha ido convirtiendo en el herpetólogo oficial de los nuevos libertadores, con visita incluida de Isabel Díaz Ayuso al santuario que finalmente no era santuario.

El vídeo en el que este hombre se confiesa un farsante parece la última maniobra de un farsante, un giro de guion para seguir en la escena, a la que parece adicto. La conclusión es que no es nada de lo que ha dicho que era en estos años y que lo que padece es un síndrome narcisista de una envergadura similar a la de su cara dura.

Cuesta es el último de una estirpe que se manifiesta al mundo con más o menos claridad, desde la cutrez inaudita del pequeño Nicolás al farsante sofisticado, embaucador y definitivo al que dio vida Matt Damon en la imprescindible El talento de Mr Ripley.

Por lo confesado, el de la Jungla no es ni herpetólogo, ni rescatador de animales, ni especialista en los mismos, ni tiene un santuario y, sobre todo, no tiene cáncer.

El oficio de impostor tiene algo de admirable por la fascinación que despierta en los demás, conformados con colar un puñado de mentiras por temporada pero incapaces de concebir que alguien pueda convertir su vida entera en una mentira, más que nada porque debe de resultar agotador.

En casi todos los casos, el destino del impostor es el fracaso y en muchos, tras el descubrimiento de la charada brota la tragedia, quizás porque necesitamos saber que quien rompe así las reglas debe ser castigado.

Pero lo que inquieta de esto es la posibilidad de estar conviviendo con los mejores de todos ellos, enormes mentirosos tan refinados que jamás van a ser descubiertos, que nunca tendrán que hacer una confesión como la de Frank Cuesta y que se irán a la tumba siendo para todos lo que en realidad no eran. Quizás ese impostor viva contigo y todavía no lo sepas.