
Todos los cronistas deportivos coinciden en la categoría que el futbolista Lamine Yamal demuestra en el campo de fútbol, pero son menos quienes tuercen el morro cuando el adolescente se baja de las botas y sale al mundo. Sería ingenuo plantear si un chaval de 18 años con la corteza cerebral y el sistema límbico en plena reestructuración está preparado para soportar la presión que imaginamos aguanta este rapaz y más ingenuo todavía deslizar si debe haber límites de edad para afrontar según qué cosas, igual que los hay para votar o conducir, pero hay señales de que algo puede acabar mal en la vida de un crío con un sueldo mensual de un millón y medio de euros y el universo dispuesto a hacerle la pelota.
La tinta corre estos días por la fiesta de cumpleaños del deportista, servida por una tropa de enanos que reivindican su derecho a utilizar su físico para trabajar ante el disgusto de asociaciones que llevan años intentando evitar que los pequeños sean tirados por cañones o convertidos en bufones al servicio de quienes se suponen normales. Es solo un episodio más de la selva en la que se adentra la vida de Yamal y en la que ya están otros tantos niños millonarios que aterrizan en la adolescencia sin escuchar nunca un no. Además de enanos, a la fiesta de Lamine acudieron muchos famosos y una figura que los medios resumen como «chicas de imagen», un concepto que puede ser todo lo legal que quieran, pero que da una grima que te mueres. No se trata de ponerse trasnochada ni woke, pero si han visto el vídeo oficial que resume la fiestaca del futbolista azulgrana, parapetado en su bastón de diamantes, es fácil sentir piedad por el chaval, venerado como un becerro de oro por los presentes y destinado a considerar que todo lo que desea tiene que estar a su alcance en el momento que quiera.
Hace décadas que el fútbol genera algo tóxico en su entorno y cualquiera que se haya relacionado con jugadores de élite lo sabe. Las cosas no han mejorado con los más jóvenes, demasiadas veces involucrados en abusos y violaciones y muy pocas en causas superiores. Hay un patrón de relación con las mujeres muy feo y una anomalía flagrante en virtud de la cual ningún futbolista es gay, lo que indica que hay muchas cosas que están mal en muchos vestuarios de primera. Preparémonos para ver crecer a Lamine. Será en directo y con una cámara encima.