
PARA ACORDARSE del nombre de esta venezolana afincada en Galicia hay que tener un atlas a mano: «Cuando lo digo siempre tengo que aclararlo a continuación». Su mayor deseo es poder decir: «Yo estuve en Bélgica»
01 ago 2025 . Actualizado a las 16:12 h.«Me llamo Bélgica, pero nunca estuve en Bélgica. Es mi sueño poder conocer algún día el país que me da nombre», dice Bélgica Páez, que tiene un nombre difícil de olvidar y, al mismo tiempo, un nombre que produce mucha sorpresa cuando lo escucha la gente. «Siempre que digo cómo me llamo me preguntan: ‘¿Cómo?’ y yo siempre digo a continuación: «Sí, me llamo Bélgica, capital Bruselas». El origen de su curioso nombre nada tiene que ver con la pasión de su madre por el chocolate belga ni con un viaje inolvidable a la capital de la Unión Europea. Bélgica no nació en Bélgica, sino en Venezuela. De eso hace 33 años. «En Venezuela es muy típico buscar nombres originales o nombres compuestos», cuenta Bélgica. «Mi madre siempre fue una fan de los nombres de países y quería que yo llevase uno. Como ella se llama Belkis estuvo buscando un nombre que sonara similar al suyo. Así que cuando buscando nombres de países se encontró con el de Bélgica tuvo un flechazo y me lo colocó», recuerda.
«ME QUEDA MÁS CERCA»
En su vida, cuenta, se cruzó solo con otra Bélgica más cuando trabajaba como enfermera en Venezuela. Desde hace seis años vive en Galicia, en Sada, y tiene el país que le da nombre un poquito más cerca. «Mi madre nunca jamás pensó que su hija iba a acabar viviendo en uno de los países europeos y tan cerca de Bélgica», señala. Su sueño es poder conocer algún día este país: «Espero poder viajar pronto a conocerlo. Poder decir que Bélgica, por fin, conoció a Bélgica». Mientras, su curioso nombre siempre genera algún comentario: «Trabajo en una residencia de mayores y muchas veces se confunden con mi nombre. Saben que me llamo con el nombre de un lugar, pero no se acuerdan de cuál es y me dicen África, Alemania, Nicaragua… Saben que es topónimo de un sitio, pero a veces no aciertan con cuál es».
En casa, cuando está viendo la tele con sus dos hijos, su nombre se escucha cada dos por tres. «Cuando hay algún campeonato de fútbol siempre me llaman y me dicen: “Mamá, ya te están nombrando aquí. Y yo le digo, sí hija, ahí estoy jugando». No recuerda el día en el que pronunciar su nombre no vaya acompañado después de un ¿cómo? Pero reconoce, eso sí, que las conversaciones sobre cómo se llama cada persona siempre terminan en un: «¡Qué nombre más bonito y original!». En todo este tiempo en Galicia no se encontró con nadie igual. «Sí conocí a gente de Bélgica que se sorprendía al conocer cómo me llamaba».
Lo de poner nombres distintos es algo que va en el ADN de esta familia. La hija mayor de Bélgica, que tiene 17 años, se llama Kisberly. «Su nombre también tiene historia, sobre todo porque durante todo el embarazo pensamos que iba a ser un niño y justo un día antes de nacer, en una ecografía, me dijeron que era niña», recuerda Bélgica. Así que su plan inicial de llamar a su niño Kisbel, que era como Belkis, el nombre de la abuela, pero al revés, se transformó en Kisberly. «Y mi hijo, que tiene 8 años, también tiene un nombre peculiar: Adriel, que muchas veces confunden con Adrián».