Claudia y Javier, 29 años: «Nos compramos una casa en una aldea de menos de 30 habitantes para escapar de Madrid»
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Esta pareja de jóvenes acaba de comprar una casa en una aldea despoblada de la comarca de Santiago. «Nos dimos cuenta de que nos sentíamos muy a gusto», confiesan
14 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Estuvimos viviendo casi siete años en Madrid y necesitábamos encontrar el equilibrio entre la accesibilidad a la cultura o los recursos que te otorgan urbes como Santiago, sin perder esa conexión con la naturaleza que no te permiten las grandes ciudades», comentan Claudia y Javier. Ellos son pareja desde la universidad, Claudia nació en la sierra de Huelva, y Javier, en Altea, un pueblo de la Comunidad Valenciana. Al igual que muchos otros jóvenes, a los 17 años emigraron a Madrid para desarrollar sus carreras profesionales. A día de hoy, sus vidas son totalmente distintas a las que construyeron en sus años de universidad; ya no viven en la capital y acaban de comprar una casa en una aldea despoblada de menos de 30 habitantes en la comarca de Santiago.
SU VIDA EN LA CAPITAL
En el 2021, la pandemia los atrapó en «un piso diminuto de Vallecas», en Madrid. Después de llevar dos años trabajando en la ciudad, el confinamiento los obligó a plantearse si su futuro allí merecía la pena. «Cuando se empezó a abrir un poco el tema de los transportes, nos fuimos a casa de Clau. Fue ahí cuando decidimos que no queríamos volver a Madrid y empezamos a buscar otras opciones», explica Javi.
En sus cabezas rondaba irse a vivir al norte, les convencía la calidad de vida, pero tenían que decidir dónde. «Santiago lo conocíamos muy superficialmente, ambos tenemos familia en Galicia, pero no ahí. Lo que sabíamos era que a Madrid no queríamos volver, pero tampoco teníamos muy claro dónde queríamos estar», dice la joven.
Decidieron aventurarse y empezar a probar suerte en Compostela. Veían puntos a favor en temas como el acceso a la vivienda, la conexión que podían encontrar con la naturaleza o su interés por la cultura gallega. Y no pudieron dar más en el clavo. «Después de llevar un tiempo en Santiago nos dimos cuenta de que nos sentíamos muy a gusto», confiesa la andaluza.
Hacer un cambio de aires radical y mudarte a un lugar desconocido a veces puede resultar complicado para cualquier persona, al menos Claudia lo sintió así: «A nivel social, yo creo que cuando se va cumpliendo cierta edad, hacer una vida desde cero en un sitio nuevo es todo un reto, y más cuando teletrabajamos».
Galicia los ha ido asentando poco a poco. «Al principio, estábamos jugando a ver casas en el portal de internet Idealista y como siempre nos gustaron los programas de reforma, pues lo teníamos como hobby», explica el valenciano. Y cuando menos se lo esperaban, estaban visitando su futura casa, haciendo el papeleo y poniéndose manos a la obra con una reforma integral. «No somos personas especialmente místicas, pero nos sentimos muy en casa en ese sitio e inmediatamente nos visualizábamos ahí», relata Claudia acerca de sus primeras sensaciones en su nuevo hogar.
¿Fue fácil hacerse con una casa a los 29 años?: «Fue un proceso largo, es una casa antigua y, por lo tanto, había mucho papeleo, pero también pudimos acceder a ella por diversos factores; primero, está en una zona despoblada de menos de 30 habitantes por lo que tiene 0 % de impuestos, y después, también logramos conseguir una hipoteca con el aval del ICO», explica ella.
Una vez metidos en el ajo, a estos santiagueses de adopción no les faltan ganas para hacer frente a su proyecto de vida. «Tenemos mucha planificación que se desmonta continuamente, aparte de tener familia y gente cercana con conocimientos sobre ciertos ámbitos, que también nos están asesorando y echando una mano», comenta Javi. Saben que será una carrera de fondo, no obstante, concuerdan en que les ilusiona la idea de ir construyendo una casa a su medida con sus manos, «echándole paciencia y determinación y, bueno, un poco adaptándonos a lo que nos pide la casa. También queremos un poco vivirla, antes de saber qué necesidades tenemos. Solo en este mes que llevamos teniendo la llave y pudiendo ver cómo es la casa desde por la mañana hasta por la noche, ya hemos cambiado de opinión en un montón de cosas», confiesan.
Los dos confían en poder establecerse por completo entre los meses de septiembre y octubre, con una filosofía muy clara: «Nosotros hemos comprado una casa antigua, con historia, con un montón de proyectos de futuro y en la que seguramente estaremos trabajando el resto de nuestra vida», defiende la andaluza. «Para mí nada es equiparable a tomarte un café en tu jardín, a ver verde desde tu ventana, o a escuchar los pájaros por la mañana», concluye.
LA CULTURA LES CONQUISTÓ
Ambos han sabido adaptarse a esta tierra, descubrirla y quererla. «Me fascina que la cultura popular es algo de lo que la gente se siente orgullosa, me parece maravilloso», comenta Claudia.
Javier reconoce que Galicia lo hace sentirse cómodo, «la cultura tradicional y el arraigo que tienen los gallegos hacia su tierra me recuerda un poco a Valencia y a mi zona. Al final, son comunidades que tienen su propio idioma y con una cultura muy arraigada, a lo mejor parte de eso es por lo que me siento tan en casa», apunta.
Cada persona descubre la cultura de un lugar de la manera que mejor se adapta a sus intereses. En el caso de esta pareja, llevan un estilo de vida vegano, así que la parte gastronómica, a veces, los conduce por otros caminos. «En muchas de las tradiciones gastronómicas no podemos participar, aun así, todo aquello que tenemos la posibilidad de conocer y adaptar es algo que siempre hemos priorizado», relata Claudia. «Es verdad que al principio a mucha gente le choca un poco, porque tienes mucho arraigo al consumo de carne, pero hay voluntad por incluirte y respeto», indica Javi. «Incluso nos han hecho filloas veganas de la manera tradicional, es algo que a nosotros no se nos había pasado ni por la cabeza», se emociona Claudia.